¿Cómo sería un día sin dinero? Al menos, sin dinero oficial. La respuesta está en la denominada moneda social, un sistema implantado desde la década de los ochenta en regiones de América Latina y que, a finales de 2009, se puso en marcha en España. El lugar elegido: Cataluña. Allí se han comenzado a usar los ecos, una moneda aceptada en redes de intercambio de todo el mundo para adquirir cientos de productos y servicios. Este dinero comunitario también se utiliza en Alemania, donde en algunas zonas sirve para impulsar el comercio justo, los negocios locales y la contratación de personas desempleadas.
Experiencia pionera
El 27 de octubre de 2009 se comenzaron a usar ecos en España, una moneda social para realizar transacciones. Se admite en 170 redes de intercambio de todo el mundo. Cataluña es la comunidad pionera. Se han organizado ferias donde se permite el pago con ecos y sus impulsores, la Xarxa Eco, ponen a disposición de las personas interesadas más de 200 productos y servicios que se abonan con esta moneda. Incluso es posible disponer de una cuenta eco, que simula a las cuentas bancarias tradicionales.
Entre sus desventajas, destaca la posibilidad de acumular moneda sin encontrar una oportunidad para darle salida
En apenas unos meses, se han intercambiado más de 5.000 ecos. Su filosofía se basa en las redes de apoyo mutuo, puesto que “se cambia o regala todo lo que ya no se utiliza y está en buen estado”, para que el resto de usuarios lo pueda comprar. En el caso de los servicios, el proyecto se asemeja a los bancos del tiempo. Basta con que una persona se inscriba y ponga a disposición del resto de miembros de la red sus conocimientos y habilidades. Sus honorarios los recibirá en ecos.
Entre sus desventajas, destaca la posibilidad de acumularlos sin encontrar una oportunidad para darles salida. Este hecho podría suponer pérdidas para los comerciantes que acepten ecos en sus tiendas. Ocurriría lo mismo al resto de usuarios, en caso de no necesitar los productos y servicios que se ofrecen en las redes de apoyo.
Iniciativas similares en Europa y América Latina
Las monedas sociales no son nuevas. En 2003, en la región bávara de Chiemgau, un profesor de economía creó junto a sus alumnos el chiemgauer. En principio, fue un proyecto de instituto, pero se convirtió en una oportunidad para acabar con la desigualdad. Al menos, ése es su objetivo todavía hoy.
En Alemania se utiliza para contratar a personas desempleadas y estudiantes
Esta moneda se utiliza para contratar a personas desempleadas y estudiantes, entre otros, a quienes se paga con este dinero comunitario. También lo reciben los trabajadores de ciertas empresas, a modo de compensación, en época de crisis. Se acepta en algunos negocios locales y se aprovecha para promocionar el comercio justo, con la venta de este tipo de productos que se abonan en chiemgauers.
En Brasil, el Banco Central ha reconocido a un total de 51 monedas sociales. Sus nombres son Cocal, Girasol, Palma, Pirapire, Tupi o Sampaio, entre otros. Tienen una cotización igual a la moneda oficial y se emplean en barrios o regiones. La estructura lleva implantada varios años y, en este tiempo, incluso se han abierto bancos comunitarios que emiten las monedas y las intercambian por dinero oficial.
En general, son los usuarios quienes diseñan la moneda con la ayuda de ONG que ejercen de coordinadoras de los proyectos. No se recurre a las vías financieras tradicionales, sino que son programas sociales que quedan en manos de estas organizaciones y de la propia comunidad. Uno de los fines es impulsar las transacciones en el barrio y, por eso, se implica a todos los ciudadanos.
Sistemas LETS
Los sistema de cambio local o sistemas LETS (Local Exchange Trading Systems) se conforman a partir de redes de intercambio. Experiencias de este tipo, además de las citadas, se han llevado a cabo en Estados Unidos (banco del tiempo), Canadá o Japón (fureai kippu). El ánimo de lucro está ausente en estas transacciones. Importa la ayuda que se presta a los habitantes de la comunidad.
Se puede solicitar un microcrédito en el banco comunitario y devolverlo sin intereses
Son originarios de Canadá y su modo de funcionamiento es sencillo: los propios ciudadanos intercambian la moneda social por productos o servicios que se prestan entre ellos. Es posible conseguir moneda mediante la venta de un producto o la prestación de un servicio, pero también se puede solicitar un microcrédito en el banco comunitario. Éste se devuelve sin intereses, cuando se reúne la cantidad prestada.
Los bancos no se parecen a los edificios convencionales, sino que en ocasiones son las propias sedes de las ONG que coordinan el funcionamiento de la moneda u otros locales habilitados por la comunidad. Estos sistemas se basan en la confianza mutua. Se concede un préstamo porque se confía en que la persona lo devolverá. En ocasiones, ni siquiera se utiliza dinero físico, sino que quien presta un servicio, acuerda otro a cambio cuando lo requiera, o bien se anota la operación en un libro de registro.
En principio, a pesar de que hay numerosas redes comunitarias en todo el mundo, es habitual que las transacciones se limiten a la comunidad. Los intercambios se realizan entre sus miembros, que conocen qué ofrece el resto. También se implica a los comercios, que funcionan a la vez como emisores de moneda social. En el caso de los ecos, se puede pagar en euros y recibir el cambio en ecos.