Los viaje a Senegal (del 29 de septiembre al 14 de octubre), con visitas a lugares emblemáticos de Dakar, Lago rosa, Kaolack, las ciudades de Mbour y Tambacunda o el Parque Nacional de Niokolo Koba, declarado patrimonio mundial de la biosfera, entre otras muchas. Supone una oportunidad de conocer a la etnia mandinga o al poblado Bedick. En agosto se ha visitado Nepal, con un alto índice de pobreza y una economía rural muy primaria, y Perú, con excursiones a diferentes lugares de la cultura inca y preinca.
Armenia. Tarannà organiza el programa rutas solidarias, en colaboración con la ONG Setem, además de otros viajes, planteados siempre desde una visión de turismo responsable. Entre sus previsiones, incluye un viaje de 11 días a Armenia (las próximas salidas serán el 8 y 22 de septiembre y el 6 de octubre). Los participantes se alojan con familias locales y colaboran en tareas habituales entre estas, como la preparación de pan armenio o las labores del campo. Estas actividades se alternan con excursiones y caminatas por entornos naturales.
Diferentes motivaciones para realizar un viaje solidario
En el caso de Sabática, antes de partir, la entidad realiza un estudio personalizado para ofrecer una propuesta adaptada a las necesidades, tiempo, recursos económicos y deseos de cada persona. “Nuestro objetivo es hacer fácil la decisión de tomar un respiro”, afirma Meritxell Morera, fundadora de Sabática. De hecho, cuando se detecta que una persona no está preparada para esta experiencia, se proponen alternativas.
Los requisitos para tomar parte en los viajes que organiza son: tener más de 18 años y ganas de compartir y conocer nuevas culturas. Si se cumplen ambos, se puede elegir entre una oferta que se extiende por todo el mundo. “Es una forma inteligente de convertir un tiempo sabático en una experiencia vital única”, insiste Morera.
Por edad, la media de los participantes se sitúa entre 30 y 35 años, aunque hay programas especiales para personas mayores de 50 años o a partir de 60, jubiladas y con más tiempo libre, o con una situación económica más óptima para hacer frente al coste del viaje. “En cuanto al sexo, hay que destacar el aumento de la demanda de mujeres de 23 a 50 años, que cada vez más quieren viajar solas”, apunta la fundadora de la entidad.
El “gap year” o año sabático que propone la citada empresa es un alto en el camino para todas ellas, un periodo que permite dejar atrás las responsabilidades del día a día para dedicar tiempo a otras cuestiones que, además, pueden tener un fin social. El final del verano suele coincidir con una lista de propósitos para el nuevo curso que, en algunos casos, incluye un tiempo sabático. ¿Y qué hacer en él? Las estancias o viajes solidarios son una opción. “Hacer una pausa antes de incorporarte a un nuevo empleo o a un nuevo curso, alejarse por un tiempo de la rutina, vivir de cerca un proyecto de voluntariado”, explican desde Sabática.
La finalidad de las “escapadas” que propone es transformar el turismo en una herramienta de lucha contra la pobreza. Aprovechar su potencial como motor económico para contribuir al desarrollo de los pueblos del Sur. Por ello, se adoptan diferentes modalidades. Ni siquiera es necesario viajar en grupo, sino que las propuestas se enfocan también a quienes viajan solos. En cualquier caso, siempre se pide respetar la cultura del lugar al que se viaja, proteger el medio ambiente y ser una herramienta de desarrollo para las comunidades de acogida.
Objetivos del viaje solidario
Las estancias solidarias dan la oportunidad de acercarse a otras realidades. En ocasiones, la organización de los viajes incluye la visita a lugares interesantes o charlas sobre actualidad, además del conocimiento de experiencias locales llevadas a cabo por asociaciones del lugar. El objetivo es conseguir que se viaje de una manera responsable y respetuosa con la realidad de un país.
Los viajes solidarios suponen un intercambio cultural entre los viajeros y las comunidades de acogida
Algunos viajes, además, persiguen un intercambio cultural entre los viajeros y las comunidades de acogida, un trato en términos de igualdad, buscar los valores que fomenten la reflexión y sensibilización. “El turismo solidario puede llegar a convertirse en una forma de ayudar tanto al desarrollo humano como a la conservación medioambiental”, señala la responsable de la Asociación Tierra, Agua y Sol, Ana Ferrán. El contacto directo con los habitantes de un país invita a conocer en profundidad la forma de vida en la zona, a establecer vínculos de afecto, igualdad y solidaridad con las capas más pobres de la sociedad y, en especial, con las mujeres y los niños. “Estos son nuestros objetivos”, precisa Ferrán.
Por otro lado, el coste del viaje se reinvierte lo máximo posible en el tejido asociativo del lugar y la comunidad en general para que los viajeros conozcan de primera mano el fruto de su aportación. Estos viajes sirven para apoyar a las organizaciones locales y permiten entradas complementarias a las actividades económicas que se realizan.