Con tan solo cuatro años, Iqbal Masih fue vendido por su padre. Presa de la desesperación ante una deuda de 600 rupias (poco más de siete euros) que no podía pagar porque los intereses la incrementaban cada vez más, se desprendió del pequeño para saldar las cuentas con sus deudores. Entonces la carga pasó al niño. Comenzó a trabajar en una fábrica de alfombras hasta los 10 años, cuando escapó e inició su particular batalla contra la explotación laboral infantil. El 16 de abril de 1995 su voz fue callada para siempre. Por eso este día se conmemora el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil.
Nuevos millones de niños esclavos
La propia palabra impresiona: esclavitud. Denota una servidumbre que nadie debería experimentar, mucho menos un niño. Sin embargo, el 16 de abril se conmemora el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil, una realidad que afecta a nueve millones de pequeños en todo el mundo: 5,7 millones obligados a trabajar, casi dos millones explotados sexualmente, más de un millón con quienes se trafica y unos 300.000 niños soldado. Son los cálculos de Misiones Salesianas, que define a estos menores como pequeños con su infancia rota.
«La esclavitud se da cuando una persona es propiedad de otra, para quien está obligada a trabajar», dice la OIT
Esta jornada recuerda a Iqbal Masih como estandarte de una lucha que los niños no pueden librar solos, pero en la que no siempre cuentan con ayuda. Misiones Salesianas ha recopilado los casos de Abu, Malick, Moduo, Aliou y «miles de niños talibé que deambulan durante todo el día por las calles de las ciudades de Senegal» obligados a mendigar y conseguir alimentos para adultos que les maltratan cuando no los logran o incluso cuando lo hacen.
El abuso, la discriminación y la violencia son las tres lacras que combate UNICEF. En virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), protege a los pequeños, entre otras, de las peores clases de trabajo infantil, una de ellas la esclavitud y prácticas análogas. «La esclavitud se da cuando una persona es propiedad de otra, para quien está obligada a trabajar, sin voz alguna en lo que le sucede. A los esclavos se les retiene contra su voluntad desde el momento de su captura, compra o nacimiento, y no se les permite abandonar ni rechazar el trabajo«, define la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Otras veces, como en el caso de Iqbal, la esclavitud es la consecuencia de deudas pendientes de las familias, que abonan a cambio de entregar al deudor a uno de sus hijos. De este modo, en general, la familia deja de tener pagos pendientes, pero serán los hijos quienes sufran las consecuencias, ya que deberán trabajar durante años para saldar por completo la deuda. «La servidumbre por deudas equivale al trabajo forzoso, cuando se ofrece mano de obra a modo de reembolso de un préstamo que no se consigue restituir en efectivo o en especie», recuerda la OIT.
Consecuencias de la esclavitud infantil
En todo el mundo, según cálculos de Save the Children, hay unos 218 millones de menores entre 5 y 17 años que trabajan, una circunstancia que les priva de su derecho a ser niños. Sin embargo, la esclavitud va más allá. Anula cualquier posibilidad de acudir al colegio, de jugar con otros pequeños e, incluso, de estar con la familia. A menudo, los niños esclavos han sido alejados de sus seres queridos por distintas situaciones, bien separados a la fuerza o bien entregados por motivos variados.
La campaña «Por ser niñas» de la ONG Plan recuerda cómo «muchas niñas se ven obligadas a trabajar en condiciones de esclavitud». Por ello busca desde 2007 garantizar al menos nueve años de educación gratuita y de calidad para las pequeñas y «romper las principales barreras que impiden a las niñas ir a la escuela: el matrimonio temprano, el trabajo y la violencia en el entorno escolar». Las niñas son mucho más discriminadas que los niños y acuden en menor medida a los colegios que ellos. Cuando una familia no tiene dinero suficiente para pagar la escuela de sus hijos, siempre opta por el hijo para formarse. Incluso al repartir la comida se sirve siempre más a los niños.
Cuando la esclavitud se enmarca en conflictos, a menudo se debe a enfrentamientos en los que se recluta a los pequeños para participar en ellos y a las niñas para encargarse de las tareas domésticas y como víctimas de abusos, al convertirlas en «esposas de mandos militares mayores o de alto rango», indicaron en una nota conjunta las organizaciones Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, Fundación El Compromiso y Save the Children, con motivo del Día Internacional contra la Utilización de Menores Soldados. En este caso, las consecuencias psicológicas en los menores causan un impacto que marca el resto de su vida.
Hay hasta ocho circunstancias distintas por las que se considera que un menor es sometido a esclavitud infantil. Estas han sido detectadas por Save the Children, que las destacó así en el informe “Rompamos las cadenas de la esclavitud infantil“. Son “trabajos que destruyen de forma horrible la infancia de millones de niños en todo el mundo”, señala la organización. Las siguientes son las ocho formas de esclavitud infantil detectadas y el número de pequeños afectados por cada una de ellas:
- Trata infantil: 1,2 millones de niños.
- Explotación sexual con fines comerciales: 1,8 millones de pequeños.
- Trabajo infantil forzoso por endeudamiento: decenas de millones de niños.
- Trabajo forzoso en la mina: 200.000 menores trabajan en minas y canteras de oro en África occidental.
- Trabajo forzoso en la agricultura: 132 millones de niños de menos de 15 años, algunos en régimen de esclavitud.
- Niños soldados: 300.000 menores de 15 años “están relacionados de algún modo con las fuerzas armadas”.
- Matrimonio infantil forzoso: 14 millones de adolescentes se quedan embarazadas cada año y se calcula que 100 millones de niñas contraerán matrimonio antes de cumplir 18 años durante la próxima década, “la gran mayoría por obligación”.
- Esclavitud doméstica: millones de menores son trabajadores domésticos, en su mayoría niñas. En su caso, muchos “sufren castigos extremos como golpes con planchas ardiendo, flagelaciones y quemaduras con agua hirviendo en sus cuerpos”, señala Save the Children.