Cada vez se leen menos los términos de los contratos que se aceptan en Internet, entre otras cosas porque el usuario está continuamente entrando en páginas y utilizando nuevos servicios que exigen una relación contractual. Sin embargo, detrás de muchos servicios cotidianos se esconden cláusulas abusivas que pueden generar numerosos problemas legales al consumidor.
Cuando Fox Interactive Media (parte del gigante mediático del magnate de la comunicación Rupert Murdoch) compró la empresa creadora de MySpace.com, algunas personas se pusieron nerviosas. Fox compró Intermix Media por 580 millones de dólares, una cifra espectacular para una empresa con poco más de un año de vida.
Hace unas semanas, Murdoch tuvo que pagar siete millones y medio de dólares de multa porque Intermix Media había instalado un software espía en los ordenadores de sus usuarios para recabar sus datos y vigilar sus acciones. Ahora dicen desde la compañía que han eliminado el Spyware (el software espía), pero queda otra cuestión altamente polémica sin cerrar: los términos del contrato de usuario en MySpace.
Un asunto de Copyright
El contrato de MySpace con sus usuarios establece que «al mostrar o publicar [‘postear’] cualquier contenido o material [textos, fotos, sonidos, diseños, películas, etc] en o a través de cualquier área pública de MySpace.com, el usuario garantiza automáticamente una licencia internacional, no exclusiva, completa y exenta de royalties [con derecho a sublicenciar de manera ilimitada con sublicenciatarios] para utilizar, copiar, modificar, adaptar, traducir, representar, publicitar, almacenar, reproducir, retransmitir y distribuir dicho contenido en y a través de sus servicios».
Dicha licencia terminará cuando dicho contenido sea borrado de los servicios. «Sin embargo», continúa el contrato, «después de haber sido borrados los contenidos puede quedar un residuo u copia de seguridad de dichos contenidos en los servidores, y MySpaces.com mantiene los derechos sobre dicha copia».
Resumiendo: la compañía adquiere todos los derechos posibles sobre cualquier cosa que se publique a través de sus blogs, incluso después de que el usuario la borre y se dé de baja.
MySpace tiene más de 59 millones de usuarios, y cada día se incorporan 220.000 nuevos. Más de un millón de ellos son músicos que utilizan el servicio para promocionar sus canciones. ¿A quién pertenecen esas canciones? ¿A los músicos o a una macro corporación mediática? ¿Qué pasa cuando el grupo se convierte en un éxito?
Artic Monkeys, entre guitarras y tribunales
Esta banda británica de pop oscuro, que ha resultado ser la última revolución musical anglosajona y una de las bandas que más discos ha vendido en la historia, comenzó su carrera colgando las canciones de su primer disco en su página personal de MySpace para que los demás usuarios pudieran descargárselas libremente. Su difusión entre los internautas universitarios fue inmediata y su fama alcanzó cotas sorprendentes, hasta llegar a figurar como uno de los 10 mejores discos del rock británico, según New Musical Express.
Sin embargo, Arctic Monkeys, han estado a punto de quedarse sin los derechos de sus temas precisamente por haber despegado al estrellato desde Myspace. Finalmente han esquivado el problema con pericia y abogados: su famosa página sólo contiene las ‘demos’ (algo así como los brutos) de las canciones y, en las últimas semanas, ha aparecido una nota: «Esta página no ha sido iniciada ni es propiedad del grupo. Por lo tanto, se podría clasificar como un ‘fansite’ [página de un fan] y nada más».
Mientras tanto, MySpace ya ha montado su propia discográfica y lanzado a la calle MySpace Records Vol I, un disco con canciones de usuarios del servicio, bajo la tutela de Universal Music Group.
MySpace no es el único
En términos de contratos abusivos, MySpace son los más llamativos porque su servicio está dirigido precisamente a los músicos, pero no son los únicos ni los peores. Mientras dinosaurios benévolos como Blogger (perteneciente a Google) o Flickr (Yahoo) le dan «al cesar lo que es del cesar» y a cada usuario el derecho exclusivo sobre sus propias creaciones, otros recién llegados como MSN Spaces, Pure Volume o Facebook parecen tener otros planes.
El contrato de MSN Spaces establece que el usuario «autoriza a Microsoft a:
- «Usar, copiar, distribuir, transmitir, mostrar públicamente, ejecutar públicamente, reproducir, editar, modificar, traducir y cambiar el formato de su Envío [‘post’], siempre en relación con los Sitios Web de MSN».
- «Sublicenciar estos derechos, en la medida de lo permitido por la ley aplicable. Microsoft no le pagará a usted nada por su Envío».
En todos los casos, los contratos estipulan que cualquier problema derivado del uso inapropiado del contenido de terceros es responsabilidad legal y económica del usuario. En otras palabras: si un usuario publica en su weblog una canción que no es suya y Microsoft la publica junto con otras doce en un recopilatorio sin avisar, todos los problemas y gastos que se deriven de esa publicación ilegal serán responsabilidad única del usuario. Pero, si la canción es suya y el recopilatorio un éxito, no recibirá un céntimo por su explotación.
Hay que leer los contratos
Durante sus actividades online, los internautas firman contratos constantemente. Obtener una cuenta de correo gratuita, un blog o acceder a una comunidad de redes sociales incluye el registro de ciertos datos necesarios (nombre del usuario, correo electrónico, etc) y un contrato.
Ese contrato es importante porque es allí donde se establecen los términos por los que el usuario se convierte en cliente del servicio; y todo el mundo sabe que firmar contratos sin leerlos es una barbaridad.
Pero se hace: basta con marcar una casilla («Estoy de acuerdo con los términos de este contrato») y finalizar el proceso. La gente está tan acostumbrada a hacerlo sin consecuencias que no piensa mucho en ellas. El problema es que dichos contratos son cada vez más abusivos y nadie los denuncia porque nadie los ve.
Si las condiciones de MySpace y MSN Spaces parecen abusivas, las del grupo 43 parecen ciencia ficción. Este servicio (que incluye 43 places, 43people y 43things) es gratuito, pero sólo en la superficie. Los tres sitios animan a los usuarios a publicar fotos y describir los sitios a los que quisieran ir, las personas a las que quieren conocer, las cosas que les gustaría hacer para que el resto las clasifique y puntúe. En general, es una red para compartir ejercicios de creatividad y mitologías personales.
El contrato, sin embargo, no solo otorga a la empresa y afiliados todos los derechos sobre dicho material, sino también sobre los datos personales de sus usuarios, incluyendo nombre, dirección, retratos y licencia para usarlos todos juntos en un libro y distribuirlos a lo largo y ancho del mundo traducidos a todos los idiomas. Y, una vez más, si ese contenido les causa algún tipo de problema relacionado con asuntos de propiedad intelectual o daños a terceros, el usuario es el único responsable.