Entendemos como algo perfectamente normal que cuando un ciudadano de Tokio envía un correo a una serie de contactos suyos en Nueva York, Barcelona, Londres o Sao Paulo, el mensaje llegue al instante. Pero esto no es algo mágico; el correo ha cruzado los océanos a gran velocidad por los haces de cables de fibra óptica que conectan los continentes entre sí. Estos cables se asientan en el lecho marino y su función es dotar de servicios de telecomunicaciones a grandes áreas. De hecho, cuando alguna catástrofe natural los rompe, los continentes se quedan parcialmente aislados.
Se calcula que aproximadamente el 90% del tráfico de Internet se transmite a través de los cables submarinos y el 10% restante mediante satélites
Aunque los satélites de comunicaciones cubren parte de la demanda de Internet en el mundo, los cables submarinos suponen el grueso de las transmisiones realizadas a nivel planetario. Se calcula que aproximadamente el 90% del tráfico de Internet se transmite a través de los cables submarinos y el 10% restante mediante satélites. El problema de los satélites frente al cable es que la latencia (entendida como el tiempo de respuesta a una llamada) es más alta, además de tener una capacidad de transmitir datos menor a un coste significativamente mayor. Aun así, las comunicaciones por satélite son la solución mejor para algunos países subdesarrolladosdonde apenas existe infraestructura terrestre.
Tal es el caso de Cuba, donde debido al bloqueo de EE.UU., la isla sólo dispone de una única conexión por satélite a Internet de 124 Megabits por segundo (Mbps) de bajada y 64 Mbps de subida para todo el país. Sin embargo, el verano pasado se anunció la construcción de un cable submarino entre Cuba y Venezuela que podrá ofrecer una velocidad máxima de 160 Gigabits por segundo (Gbps), y que supondrá una mejora sensible en las comunicaciones con la isla.
Cables pioneros
El proceso de colocación de un cable es una operación costosa y complicada y sólo existe un pequeño número de empresas capacitadas para realizarlo
El primer cable submarino se tendió en 1852 en el Canal de la Mancha. Su misión era unir el Reino Unido y Francia mediante el servicio de telégrafo. Desde entonces los cables submarinos no han parado de crecer y de aumentar su capacidad. De los cables coaxiales de cobre instalados en los años cincuenta y sesenta se ha pasado a los actuales de fibra óptica, que pueden alcanzar una velocidad de transmisión de hasta 7,1 Terabits por segundo (Tbps). Es decir, siete billones de bits cada segundo.
El descubrimiento de nuevos materiales de transmisión y aislamiento ha ayudado a mejorar las condiciones de los cables en los fondos submarinos, y ha mejorado su capacidad. Sin embargo, el proceso de colocación de un cable es una operación costosa y complicada y sólo existe un pequeño número de empresas capacitadas para realizarlo. La colocación del cable en el lecho submarino se hace desde barcos especiales que operan en medio del océano con precisión milimétrica. Este elevado coste, y su complejo mantenimiento, corre a cuenta de gobiernos y de operadores internacionales de telecomunicaciones, que son sus propietarios.
Un punto frágil en la cadena de transmisión
Un cable submarino está dividido en varias capas pensadas especialmente para dotarlo de flexibilidad y resistencia a las corrientes marinas, terremotos o redes de arrastre. Estas capas son, de fuera hacia dentro:
1. Polietileno.
2. Cinta ‘Mylar’.
3. Viales de acero flexible.
4. Aluminio para aislar del agua salada.
5. Policarbonato.
6. Tubo de cobre o de aluminio.
7. Vaselina.
8. Fibras ópticas, que son las que transmiten los datos.
De todas maneras, los cables son el punto frágil de la cadena de transmisión de datos y suelen romperse con más frecuencia de la deseada. Muchas veces, un ancla que se arrastra por el lecho marino o un simple barco pesquero puede romperlo y dejar muy limitados los servicios de Internet y teléfono a varios países de la zona.
El corte de cinco cables submarinos en Oriente Medio y el Golfo Pérsico afectó a 60 millones de usuarios en la India, 12 millones en Pakistán, 6 millones en Egipto y cerca de 5 millones en Arabia Saudí
El corte de cinco cables submarinos en Oriente Medio y el Golfo Pérsico, entre el 23 de enero y el 5 de febrero de este año, dejó en evidencia la fragilidad de las telecomunicaciones entre continentes, ya que del buen estado de estos cables depende el funcionamiento en Asia de Internet.
Su rotura en tan corto espacio de tiempo afectó a 60 millones de usuarios de telefonía e Internet en la India, 12 millones en Pakistán, 6 millones en Egipto y cerca de 5 millones en Arabia Saudí. Afortunadamente la falta de conexión a la Red fue inferior a 24 horas y la mayor parte del tráfico se redireccionó a través de otros cables.
Nuevos cables para unir Asia y América
Precisamente para evitar que todo un continente dependa de unos pocos haces de cables y a la vez satisfacer la creciente demanda de Internet en los países emergentes asiáticos, uno de los últimos cables que se ha tendido es el conocido como ‘Unite’, que ayudará a mejorar la conectividad entre Asia y Norteamérica. Este cable submarino tendrá una longitud de 10.000 kilómetros y enlazará la población de Chikura, en Japón, con Los Ángeles (Estados Unidos).
Imagen: WikipediaEl coste total del proyecto es de 203 millones de euros y será asumido por un consorcio de empresas, entre las que se incluyen a Google y al operador de telecomunicaciones japonés KDDI Corp. El cable está compuesto por ocho pares de fibra óptica, siendo la capacidad total de hasta 7,68 Tbps.
Este proyecto se une a otros surgidos los últimos dos años para unir ambos continentes, como el proyecto de cable TPE (Trans-Pacific Express), liderado por las compañías telefónicas estadounidenses AT&T y Verizon, la japonesa NTT y un consorcio de empresas Chinas de telecomunicaciones, entre otras compañías. Este nuevo cable tiene un plan de inversión de 644 millones de euros y pretende comunicar Estados Unidos con Japón, China, Corea del Sur y Taiwán. Está previsto que comience a prestar servicio entre Estados Unidos y Japón en agosto de este año; en 2009 entrará en funcionamiento el tramo entre Japón y China.