Existen multitud de formatos para comprimir las imágenes digitales, aunque son tres los más utilizados: JPG (ó JPEG), GIF y PNG. Normalmente, las cámaras digitales guardan las imágenes en JPG, el más empleado para las fotografías. Para cambiar su tamaño, resolución o formato hay que emplear un editor de imágenes, como Photoshop o Paint Shop Pro.
Para elegir el formato adecuado para una imagen hay que valorar su contenido (fotografía, gráfico, etc.), la calidad (dependiendo de su destino: impresión en papel, publicación en web…) y el tamaño del archivo.
Formatos para la Web
El Graphic Interchange Format o GIF fue creado por Compuserve. GIF emplea el algoritmo de compresión LZW (Lempel Ziv Welch) para reducir el peso de la imagen sin pérdida de datos. La forma más sencilla de reducir el tamaño de un archivo GIF es disminuir el número de colores.
Es un formato masivamente empleado en Internet, pues es ideal para gráficos, dibujos, iconos o imágenes de muy pocos colores (soporta sólo hasta 256 colores) o con grandes áreas del mismo color. Es decir, es bueno para todo excepto para las fotografías. Además es el único formato que permite realizar animaciones (sin entrar en técnicas más complejas como el flash) y, en su versión GIF89a, soporta transparencias -la parte transparente de la imagen adoptará el color del fondo de la página donde se coloca- e interlineado, que hace que la imagen se vea rápidamente en el navegador a baja resolución, hasta que se descarga por completo.
JPEG (siglas de Joint Photographic Experts Group) ó JPG soporta 16,7 millones de colores (24 bits) y es el más empleado (y adecuado) para las fotografías. Al contrario que GIF, su algoritmo de compresión elimina información de la imagen, por lo que cuanto más se comprime más se aprecia la pérdida de calidad (es posible ajustar el grado de compresión).
El algoritmo de comprensión con pérdida utilizado por JPG hace que al descomprimir una imagen no se obtenga exactamente lo mismo que teníamos antes de la compresión. Y esa pérdida se acumula: cada vez que se abre y se vuelve a guardar la imagen se comprime y va perdiendo calidad (los datos perdidos son irrecuperables). Por eso, a la hora de almacenar una fotografía que se tiene pensado editar, es preferible hacerlo en un formato sin pérdidas (BMP o TIFF). Después se puede guardar la versión final en JPG para que ocupe menos espacio.
Este formato fue desarrollado para superar las limitaciones del GIF. Utiliza también un algoritmo de compresión sin pérdidas y no está sujeto a las patentes que pesan sobre el empleo del GIF. El formato permite imágenes con color verdadero, escala de grises y paleta de 8 bits. Al igual que el GIF es adecuado para imágenes con pocas variaciones de colores.
Otros formatos
¿Cuál elegir?
La regla general dice que JPG es el mejor formato para las fotografías o cualquier imagen que pierda calidad con menos de 256 colores. Para el resto, gráficos, textos o combinaciones de ambos, GIF o PNG ofrecen la mejor relación calidad – peso del archivo. Cualquiera de estos tres formatos son indicados para publicar imágenes en páginas web o enviarlas por correo electrónico.
Para fotografía de alta calidad se puede emplear la compresión sin pérdida del TIFF. De hecho, hay cámaras digitales de gama alta en las que se pueden grabar las fotos en este formato, aunque ocupan un 80% más que si se guardan en JPG.
En función del número de colores de la imagen, para pintarla serán necesarios más o menos bits por píxel (puntos o elementos de la imagen). Normalmente el número de colores es de 16, 256 -aunque con el formato GIF se ponen los que se quieran entre 2 y 256-, 65.536 (alta densidad) y 16,7 millones (color verdadero). El número de colores aumentará el peso de la imagen: hacen falta 4 bits por píxel para 16 colores, 8 bits para 256 y 16 bits por píxel para el color verdadero (True Color). Una imagen en modo CMYK (Cian, Magenta, Amarillo y Negro), utilizada para la impresión en cuatricomía, alcanza los 68,7 millones, 32 bits por píxel.