El tipo de interés fija el precio del dinero. Pero, ¿el dinero tiene un coste? La respuesta es sí, y este además cada mes tiene consecuencias directas en los consumidores, ya sean ahorradores o inversores. Cualquier cambio en el tipo de interés supone muchos euros en el saldo de sus cuentas corrientes. Pero, ¿cómo afectan los tipos de interés al bolsillo? En este artículo se resuelve la duda.
¿Cómo afecta el precio del dinero al bolsillo?
Los tipos de interés fijan el precio del dinero. Entonces, ¿el dinero tiene un coste? Pues sí, el dinero se puede comprar y vender. Los bancos venden dinero: a sus clientes les dan 1.000 euros y fijan el importe de dicha cantidad en 1.100 euros.
El tipo de interés o precio del dinero no es solo una medida para reconducir la economía de un país o área geográfica. Es también un factor muy importante que afecta al bolsillo de todos los consumidores, tanto en su faceta de ahorradores como de inversores. Cualquier cambio en el tipo de interés supone muchos euros en el saldo de sus cuentas corrientes. En función del precio del dinero, se tendrá más o menos dinero en la cartera todos los meses.
¿A quién perjudica un tipo de interés bajo?
Una de las principales consecuencias de un precio del dinero barato es que la capacidad de ahorro de las familias se reducirá sensiblemente. Esto puede hacer que se sientan tentadas a no ahorrar porque en realidad no merece la pena: los tipos de interés bajos penalizan en especial la rentabilidad de depósitos bancarios, cuentas remuneradas y deuda pública, es decir, los productos de ahorro predilectos por los perfiles más conservadores.
Estos modelos de ahorro son los grandes damnificados de un tipo de interés bajo como el actual, hasta el punto que ha reducido sus márgenes comerciales por debajo del 0,50 %. Como consecuencia de esta tendencia monetaria, ya no es rentable ahorrar y mucho menos bajo periodos de permanencia a medio y largo plazo. No en vano, el precio del dinero es de un valor más bien escaso y se ha trasladado de inmediato a todas las propuestas que tienden a fomentar el ahorro.
¿Y quiénes salen ganando con un precio del dinero bajo?
No solo los inversores, sino también los demandantes de financiación, aunque por motivos por completo diferentes. Los primeros contarán con unos mercados financieros más sensibles a las revalorizaciones de los activos cotizados, pues las bajadas de interés siempre son bien recibidas por los inversores.
Por su parte, los solicitantes de cualquier clase de financiación (créditos personales, minicréditos e hipotecas) saldrán también favorecidos de este nuevo escenario monetario, hasta tal punto que verán cómo se les reducen los intereses por su contratación: mayor cantidad de dinero en circulación y préstamos gratis a los bancos conducen a que mejoren de forma sustancial las condiciones de estos productos financieros. En el caso de las hipotecas, será con diferenciales más competitivos; y en los restantes préstamos, con un descenso de al menos un punto porcentual sobre las anteriores propuestas.
Esta medida tendría otro efecto colateral de especial relevancia sobre el bolsillo de los consumidores, porque incentivaría la economía real de una forma más visible. ¿Pero cómo se notará? Pues porque se incrementará el consumo y, como consecuencia de esta situación, serán mayores los puestos de empleo en donde poder trabajar, ya que un interés cero ayudará a las compañías a mejorar sus resultados empresariales.
Los consumidores están en una situación que nunca han vivido con respecto al precio de su dinero. Y es que ahora su valor es nulo o, como poco, menor que en otros escenarios. Este hecho se debe a que el órgano que impone los criterios de la política monetaria, el Banco Central Europeo (BCE), ha decidido desde varios meses bajar y mantener el tipo de interés del dinero en el 0%, como consecuencia de las medidas generadas para impulsar la economía comunitaria y que se produzca un mayor flujo de movimientos en las líneas de crédito.
Con la presentación de este nuevo escenario en la Unión Europea sus ciudadanos notarán una serie de cambios en su relación con la moneda común, hasta el punto que les puede llegar a cambiar sus hábitos de consumo al impulsarse esta bajada progresiva en el tipo de interés. No en vano, se verán afectadas, ya no solo sus relaciones con las entidades financieras, sino con los servicios turísticos contratados, al realizar la cesta de la compra o, incluso, para impulsar un plan de ahorro a medio y largo plazo.