El uso de pavés en interior ha ganado terreno en los últimos años. A pesar de plantearse como elemento de construcción, se ha convertido en un material muy utilizado en decoración gracias a sus formas y colores. Los primeros bloques de pavés apenas jugaban con dos acabados, transparente y translúcido, pero su éxito ha impulsado la elaboración de pavés con perfiles curvos -para rematar muros- y colores llamativos, que se consiguen tras inyectar tinte en el interior de cada bloque. Por su parte, el ladrillo le lleva ventaja en aislamiento, puesto que consigue paredes más sólidas, pero es preferible que en interior se utilicen ladrillos huecos para evitar sobrecargas en la estructura.
Principales características
El ladrillo y el pavés son dos materiales diferentes que cumplen un mismo fin: separar ambientes. Cuando se quiere dividir una estancia se puede recurrir a cualquiera de los dos, aunque el pavés aporta una peculiaridad. Este material permite el paso de la luz, por lo que es muy útil en espacios oscuros o sin ventana. La ventaja del ladrillo es que consigue un trabajo más sólido, aunque a la vez exige tener en cuenta posibles sobrecargas de la estructura.
En interior, los ladrillos tienen que ser huecos para no sobrecargar la estructura de la vivienda
La utilización de ladrillo o pavés en el hogar depende el tipo de obra o de los resultados que se persiguen. Con los dos se logran espacios totalmente independientes, así como aislamiento térmico y acústico. Entonces ¿cuándo recurrir a cada uno de ellos? Lo habitual es que el ladrillo se utilice en interiores cuando se busca un mayor aislamiento, ya que no permite el paso de luz.
Los ladrillos de pavés son bloques de cristal compuestos por dos partes que se unen y son sometidas a un proceso de vacío. Con esta técnica, se consigue eliminar todo el aire que queda en el interior y se obtienen bloques totalmente aislantes. Cada bloque tiene forma cuadrada, aunque también se puede encontrar pavés con perfiles curvos. Estas piezas son las que se emplean para rematar los muros que no llegan hasta el techo. Cada bloque suele medir unos 20 centímetros de lado y sus acabados varían: transparentes, translúcidos o con color. De ahí sus posibilidades decorativas y su utilización para dar luminosidad a estancias ciegas, como los baños.
Por su parte, los ladrillos son un material tradicional en la construcción. Cuando se usan en interior suelen estar huecos para evitar que el peso del nuevo tabique afecte a la estructura de la vivienda. La carga que supone podría poner en riesgo la estabilidad de la casa, por lo que existen ladrillos huecos de diferente grosor.
Cómo levantar un muro de ladrillo
Los muros pueden ser de ladrillo macizo o hueco. Los primeros se emplean, sobre todo, para exteriores, mientras que los segundos son los preferidos para separar espacios cuando los muros no son de carga. A la hora de levantar una pared de ladrillo, lo más importante es alinear correctamente la primera hilada porque es la que marca la estabilidad del tabique.
Los muros de ladrillo hueco son más fáciles de levantar que los macizos. Cada ladrillo se coloca sobre mortero y se fija con unos golpecitos en la parte superior. Todos los ladrillos tienen que estar alineados verticalmente. Si uno no lo está, hay que moverlo con cuidado hasta conseguir que quede a la misma altura que el resto, sin sobresalir. Una correcta alineación es más importante cuanto más alto es el muro.
Cuando se termina el muro, hay que esperar a que los materiales se asienten antes de revocar la pared. De esta manera, se elimina el riesgo de aparición de grietas por contracción. El revoco ha de ser de mortero. Además, lo habitual es enlucir posteriormente la pared con yeso. La finalidad del yeso es preparar el muro para el revestimiento final: pintura, papel u otro material.
Colocación de bloques de pavés
El secreto de la colocación del pavés es también una correcta alineación. Hay que asegurarse de que cada bloque se coloca perfectamente alineado con el bloque inferior y lateral. Si no se hace así pueden surgir problemas de estabilidad, puesto que el tamaño de cada bloque es pequeño, pero su peso es relativamente alto. Para evitar que un muro de pavés se desplome es recomendable:
Utilizar guías para asegurar una correcta alineación y verticalidad.
Levantar el muro fila a fila y asegurar que cada una de ellas está correctamente alineada.
Pegar las piezas con cemento cola, mortero o mortero cola especial para pavés. Las juntas deben tener, al menos, un centímetro de espesor. Se pueden utilizar separadores o cuñas para que todas las juntas tengan el mismo tamaño.
Hay que tener en cuenta que, al ser bloques de vidrio, la cola tarda más en secarse, ya que el vidrio no tiene capacidad de absorción del agua. El tiempo de fraguado es superior al del ladrillo.
Se puede retirar el cemento cola sobrante con ayuda de una paleta y retocar después la junta con cemento blanco o una junta de silicona.