Para que la primavera no lastre la salud de tu perro, hay que estar muy atentos a las orugas que proliferan en parques y zonas de pinares, pues son muy peligrosas. Estos insectos no solo causan picor y alergia en la mascota; si no se coge a tiempo, puede significar la muerte de su amigo de cuatro patas. En este artículo se recoge todo lo que tienes que saber sobre la oruga procesionaria del pino y cómo proteger al perro de sus peligrosas púas.
«Los cambios de estación no solo afectan a los humanos. También las mascotas acusan las transformaciones que sufren los días, con una mayor temperatura y más horas de luz que aumenta la presencia de parásitos externos», dice Inmaculada Ibor, presidenta del Colegio de Veterinarios de Valencia.
Tal vez el más temido sea la oruga procesionaria del pino, que aparece en primavera y verano. Este insecto es un peligro para todos, pero es una plaga especialmente grave para niños y mascotas, ya que su curiosidad les impulsa a olisquearlas, chuparlas o incluso comérselas. Y con el cambio climático la época de la procesionaria se amplía y adelanta: cada vez aparecen antes en parques, jardines y zonas de pinares. Cada vez están en más lugares y es más fácil verlas.
«El peligro de la oruga procesionaria para el perro es muy serio: sus pelos son muy tóxicos y pueden causar la muerte del animal», afirma Inmaculada Ibor, veterinaria
El nombre científico de la procesionaria del pino es Thaumetopoea pityocampa. La transformación de las crisálidas en orugas se produce con la llegada del calor. Las orugas que son peligrosas para el perro —y también para los gatos, pero les afectan menos porque son más cuidadosos— bajan al suelo a comer, formando enormes hileras o filas de insectos. «El riesgo para el animal es muy serio, los pelos de la oruga son muy urticantes y pueden soltarse y volar con el aire», dice Ibor, quien recomienda pasear por estas zonas de pinos «siempre con el perro atado con correa e incluso con un bozal, ya que el contacto con estas orugas o sus pelos puede afectar a cualquier parte del cuerpo».
Medio millón de púas tóxicas en solo una oruga
Lo que ocurre cuando el can se acerca a este insecto es una reacción automática: la oruga, al sentirse amenazada, lanza sus púas cargadas de tóxicos. Un tóxico muy potente, pues cada oruga cuenta con cerca de 500.000 pelos o púas envenenadas. La toxina que liberan es histamina, una sustancia que desencadena la reacción de alergia y que, cuando entra en contacto con la piel, provoca inflamaciones muy fuertes y puede necrosar los tejidos. Entonces empieza el picor, el dolor y la inflamación para el perro.
Pero llegados a este punto, la situación suele empeorar. La mascota intentará quitarse la molesta púa de la cara u hocico con las patas, algo que solo agrava el problema, ya que por lo general solo logra clavarse los pelos-púa de la oruga a mayor profundidad.
La reacción no se hace esperar: el can saliva de forma exagerada, la lengua se inflama y se torna de color roja o morado y aparecen ampollas. El veneno de la oruga también puede provocar úlceras con la consecuente pérdida de trozos de lengua. «Pero si el perro ingiere o chupa la oruga, o las púas tóxicas entran en contacto con la mucosa, el problema se agrava: el tejido puede llegar a morirse; y en los casos de intoxicación más aguda, si no actuamos a tiempo, el animal puede fallecer«, advierte la veterinaria.
Cómo proteger al perro de la oruga procesionaria
Lleva al perro con correa en zonas de pinos y evita estos lugares una vez que llega el calor. Tan pronto comience a explorar el suelo o haya riesgo de que ingiera cosas, hay que protegerlo
Uno de los resultados más frecuentes en canes es la pérdida parcial o total de la lengua, algo que no solo es muy doloroso sino que además complica su capacidad para beber.
Por eso, ante cualquier síntoma de que el perro ha sido intoxicado por una oruga, «hay que lavar bien la zona con agua, y mejor aún con suero si tenemos», dice Ibor. Y después, acudir al veterinario de inmediato. «Todos los contactos con una oruga son peligrosos, y es habitual que el animal necesite como mínimo un antihistamínico para frenar la reacción tóxica», concluye.