La humanidad devora los recursos del planeta. Según una investigación reciente de la Red Global de la Huella Ecológica, los consumimos a una velocidad mayor de lo que la Tierra puede soportar. Esto incluye el suelo, los océanos y hasta la atmósfera terrestre. Y tiene hasta número: este año 2018 le corresponde el 212. Esto significa que en los primeros 212 días de 2018 hemos acabamos con los recursos terrestres que deberían haber durado el año entero (365 días). A continuación, analizamos qué está ocurriendo y qué se puede hacer para frenar esta tendencia.
Los científicos advierten que los ciudadanos devoramos en solo 212 días el agua, combustibles y los alimentos que deberíamos repartir durante todo un año
A partir del día 213 de este año, es decir, durante los 153 restantes, tomamos el agua, los alimentos, los combustibles de carbono (como petróleo), fibras vegetales, tierra y madera que tendríamos que reservar para el siguiente año. La consecuencia, advierten los expertos, es que estamos agotando las reservas de recursos naturales que son esenciales para la supervivencia, a medio y largo plazo. Esta fecha límite es lo que los ecólogos denominan el Día del Exceso de la Tierra. Y este 2018 lo hemos superado el 1 de agosto; lo que supone, tristemente, un nuevo récord.
La receta para reducir la huella ecológica, dicen los especialistas, empieza por dejar de consumir lo que no necesitamos. «Antes de plantearnos reciclar las cosas que usamos, tendrían que venir la prevención y la reutilización: rechazar todo lo que no podamos utilizar una y otra vez«, apunta Juan Sierra, director de programas del Instituto Superior de Medio Ambiente.
Con este apetito voraz, necesitamos al año los recursos de 1,7 planetas
Los científicos también ponen cifra al número de planetas que la humanidad precisa si quiere mantener este apetito tan voraz de recursos. Necesitaríamos el equivalente a 1,7 planetas, según la Red Global de la Huella Ecológica, una entidad internacional de investigación ambiental que cada año valora el impacto de la vida humana en el mundo o, en otras palabras, cuál es el alcance de nuestro débito ecológico con el planeta.La humanidad superó el límite de consumo sostenible de recursos del planeta anual en los años 70. En ese momento, el aumento de la población empujó la demanda de agua, alimentos o tierra de cultivo por primera vez en la historia. Pero desde entonces, el hambre de recursos no ha dejado de crecer. Y con él, nuestra deuda ecológica con la Tierra.
La fecha se superó el 15 de octubre hace 30 años, mientras que hace 20, el límite del planeta se traspasó al 30 de septiembre. Y hace 10, ya lo hacíamos el 15 de agosto. De cumplirse la tendencia, el próximo año podríamos superar la capacidad del planeta en julio.
Y, sin embargo, cada vez le pedimos más a la Tierra. La producción de alimentos crece, al igual que la extracción de combustibles y minerales de las entrañas del planeta. Mientras, los bosques autóctonos se destruyen.
En otras palabras: nuestro modelo económico está tomando prestado recursos futuros, comprometiendo el mañana de las próximas generaciones. Esto puede aparentemente funcionar durante un periodo limitado de tiempo, «pero, como ciudadanos de este planeta, estamos haciendo cada día más profunda nuestra deuda ecológica con la Tierra», reconoce Mathis Wackernagel, director de la investigación. Y llegará un momento, apunta, que literalmente será insostenible.
Los vegetarianos cuidan mejor del planeta que los carnívoros
La situación es por ahora reversible, señalan los científicos. Pero para ello, remarcan, hace falta voluntad política. Además, el simple hecho de reemplazar el 50 % del consumo de carne por una dieta vegetariana lograría hacer retroceder la fecha del límite del planeta cinco días.También es importante la eficiencia energética: construir edificios más autosuficientes podría rebajar la fecha tres semanas, mientras que reducir a la mitad el consumo de combustibles fósiles otorgaría al planeta un respiro de tres meses.
Juan Sierra da otras dos pautas sencillas para reducir la huella ecológica personal, que cualquiera puede poner en marcha hoy mismo: beber agua del grifo, en vez de agua embotellada, y «comprar los alimentos a granel en vez de envasados».
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