Hace ya cinco décadas, el Panda de WWF llegó a España. El país de entonces poco tenía que ver con lo que es ahora, como tampoco la sensibilidad de los consumidores hacia los temas ambientales, ni la conciencia de lo importante que son las decisiones que se toman día a día, a menudo durante la compra, para cuidar el planeta. Este es un repaso a toda la trayectoria de WWF España, la mayor organización independiente de conservación de la naturaleza.
WWF España, conocida entonces como la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (ADENA), nació en 1968, y eso que los años 60 no eran fáciles para la conservación de la naturaleza. España vivía un importante despegue económico basado en la industrialización de algunas regiones, la inversión en infraestructuras, la apuesta por el turismo de masas, la intensificación de la agricultura y el éxodo rural hacia las grandes ciudades. Se estaban empezando a urbanizar las costas, se desecaban los humedales y se cambiaban los bosques autóctonos por masas uniformes de pinos y eucaliptos para conseguir papel y madera.
En este contexto tan complicado, el objetivo de los naturalistas, científicos y empresarios que fundaron la organización era defender la naturaleza, sensibilizar a la sociedad española y formar a una nueva generación de jóvenes en el respeto al medio ambiente. Y esto último lo consiguieron gracias a la visión de su vicepresidente, el inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente, quien creó los Clubes de Los Linces para los socios y socias más jóvenes de la organización. «Nos llamaremos ‘Los Linces’ en honor al más bonito y escaso de nuestros carnívoros. Seremos guardas de nuestros campos y naturalistas estudiosos de nuestra fauna», les decía Félix en la carta de bienvenida. En poco tiempo esta red de Linces llegó a todos los rincones de la península, sus miembros aprendieron a disfrutar de la naturaleza y a respetarla y, a día de hoy, muchos de ellos siguen siendo firmes defensores de todo lo que nos rodea.
Desde su creación, ADENA formaba parte de World Wildlife Foundation, fundada unos años antes en Suiza por hombres de naturaleza muy adelantados a su tiempo, como Sir Peter Scott (hijo del famoso explorador de la Antártida Sir Robert Falcon Scott), Julian Huxley o Luc Hoffman. Sus miembros conocían muy bien la biodiversidad española. De hecho, una de las primeras acciones que pusieron en marcha cuando crearon la organización en 1961 fue la compra de unos terrenos en Doñana, donde pasan el invierno las aves del norte, para salvar el humedal más importante del continente de la desecación y de la plantación de eucaliptos. Así que apoyaron a Jorge de Pallejá y a José Antonio Valverde, entre otros, cuando se propusieron crear una delegación en España.
Los retos más importantes de los últimos 50 años
Imagen: Jorge Sierra/WWF
Las preocupaciones y la ilusión que tenían los fundadores de WWF España siguen vigentes medio siglo después. Se han dado grandes pasos en la protección de la naturaleza, se ha avanzado mucho en el campo legal, por ejemplo, con las directivas europeas que protegen las aves, los hábitats, las especies o el agua. En WWF velan para que se cumplan y ningún proyecto importe más que los daños que causan al medio ambiente.
Desde el principio la organización sigue trabajando por la protección de las especies. En España se ha enfrentado a un reto enorme: salvar al felino más amenazado del mundo, el lince ibérico, de la extinción. Gracias a un intenso trabajo de campo para que no le faltara alimento (el conejo), a un constante esfuerzo para reducir sus amenazas y a la estrecha colaboración de distintas organizaciones, administraciones e instituciones, su recuperación ha sido posible. En 2002 apenas quedaban cien ejemplares en libertad, en la actualidad ya casi son 600.
Los bosques siguen siendo una preocupación, sobre todo desde que se ha constatado que un enorme problema, como los incendios, ha cambiado su forma de atacar. Debido al cambio climático, los incendios ya no corren, estallan, y lo hacen en cualquier momento, no solo en la temporada habitual de máximo riesgo, en verano. Solo con medidas de prevención y políticas que combatan el abandono rural se podrán apagar las llamas de forma efectiva.
En estas cinco décadas, una de las líneas de trabajo que más ha desarrollado WWF es su alianza con las empresas que pueden influir en el rumbo de mercado. Consumimos como si tuviéramos a disposición planeta y medio para satisfacer nuestras necesidades, y es un ritmo que no nos podemos permitir. Y para conseguirlo necesitamos la implicación de todos los agentes.
Por ejemplo, estamos en contacto con los sectores productivos, como los pescadores, con quienes trabajamos desde hace más de 15 años para dar pasos a favor de la cogestión pesquera y de la sostenibilidad. Solo así podremos asegurar que en un futuro cercano habrá pescado para todos, porque sabemos que la mitad de las especies comerciales se han reducido al 50 % en los últimos 40 años. Por eso WWF realiza una gran labor de sensibilización hacia los consumidores, que deben ser conscientes de su elección y del poder que tienen a la hora de hacer a la compra. Y, por eso, WWF insiste en que la mejor elección es pescado MSC, el sello que garantiza que la pesquería es sostenible.
Otro avance en estos 50 años es la toma de conciencia por parte de la sociedad de un problema que ya se había fraguado hace medio siglo: el cambio climático. Los signos de este cambio son más que evidentes y eso se percibe también en el seguimiento a campañas como la Hora del Planeta, que surgió en 2007 en WWF Australia y que ha convertido el apagón simbólico de una hora en un grito mundial contra el cambio climático.
La historia de WWF España se completa con la protección de ríos y humedales tan importantes como Doñana o Las Tablas de Daimiel, con un trabajo de campo con agricultores y ganaderos para que no se pierda la agricultura tradicional ni los paisajes con los que hemos crecido o para que no nos ahoguemos en los plásticos que contaminan los mares. Le invitamos a descubrir más en www.wwf.es.