¿Qué ocurre cuando llegamos a casa y nos invade un delicioso aroma a nuestro plato de pasta preferido o a ese bizcocho casero que nos hace perder la cabeza? Es muy probable que, sin pensarlo, la primera reacción sea ir a la cocina, sobre todo si hay hambre. Pues el perro disfruta de muchas de las comidas de los humanos, por lo que no es extraño que su reacción sea similar y que también acuda atraído por los ricos aromas a la cocina e, incluso, a la mesa. Para los que no les gusta que su can no les quite ojo cada vez que se sientan a la mesa para disfrutar de su plato preferido, damos algunos trucos que pueden ayudarles.Cómo hacer que el perro no pida comida: evitar que pase Si queremos que el perro nos deje mientras comemos, toca alejarlo de la cocina o de la mesa y ofrecerle algo interesante que hacer mientras
Lo primero: no podemos culpar al perro de pedir comida, porque, nuestra reacción cuando olemos un plato que nos encanta es la misma. Pero sí hay dos estrategias de educación canina que sirven para cambiar esa conducta: prevenir y lograr que se concentre en otra tarea interesante.
Muchas veces la manera más sencilla de evitar un problema o un comportamiento canino que no nos gusta es, sencillamente, prevenirlo. Por eso, si queremos que nuestro amigo de cuatro patas nos deje mientras comemos, toca alejarlo de la cocina o de la mesa.
«El perro de forma natural intentará coger la comida que quede a su alcance. Por eso, hay que enseñarle que hay ciertos sitios a los que no puede acceder«, señala la etóloga Rosana Álvarez, responsable del portal Etolia. Lo más fácil, apunta, es adiestrarle desde cachorro y ser insistente: de nada vale decirle un día «no» y al día siguiente dejarle entrar.
Otro truco para que la mascota nos deje tranquilos mientras comemos es usar una puerta de bebés, que sirve de barrera amable para separar espacios que no tienen puerta y así permite que el amigo de cuatro patas descanse en otra habitación mientras.
Y el mejor consejo (casi infalible) para lograr que se quede sereno: darle un premio para mordisquear (que no sea peligroso) o prepararle antes su cena y ofrecérsela dentro de un juguete tipo kong. Estos dispensadores de comida son uno de los juguetes que todo perro necesita (y también hay puzles de comida para gatos). No solo conseguiremos que coma más despacio, sino que, además, ejercita su mente, ya que le mantiene ocupado durante un buen rato.
Y si queremos que se quede en la misma habitación mientras cenamos, podemos colocar una mantita o alfombra algo alejada de la mesa, con el kong. Pero también es posible probar a atarle con la correa a una mesa o pata de sillón recio y pesado. Eso sí, al terminar de cenar, hay que quitarle la correa. Y, por supuesto, nunca hay que dejar al can desatendido cuando está atado, ya que puede enroscarse y hacerse daño.
Enseñar al perro a ir a su sitio y quedarse allí, ¡entretenido! Si no queremos confinar a nuestro amigo peludo a otra habitación o tener que atarlo, el mejor consejo es enseñarle a acudir a su cama preferida, o una manta, y que se quede allí tranquilo. Este aprendizaje canino resulta muy útil, porque se puede utilizar cuando cenamos, pero también cuando vayamos a casa con unos amigos y queramos que permanezca en su cama.
La herramienta para lograrlo es emplear un premio seguro que pueda morder durante un buen rato. Y lo mismo que antes: podemos ofrecerle en ese sitio (manta o cama) un puzle para perros, como el kong, que le mantenga entretenido, tranquilo y calmado.
Otros trucos para educar a una mascota pidona
- Si no queremos que el perro nos pida comida cada vez que nos ponemos a cenar, nunca le daremos comida del plato. Y nunca es nunca. Si un día, después de mirarnos con esa carita, ladrar o darnos con la patita para llamar nuestra atención, obtiene el ansiado bocado de ese delicioso trozo de carne, seguro que volverá -lógicamente- a intentarlo otro día.
- Está bien darle algunas de nuestras comidas. Por suerte, y con paciencia y empeño, el can puede aprender reglas concretas. Y eso implica usar estos alimentos para hacer recetas caseras para perros o incorporarlos como premios sabrosos para aprender un truco o mimarle. Pero, eso sí, nunca hay que ofrecerlo cuando estemos comiendo o sentados a la mesa.
- Y nunca se debe gritarle cuando pide comida de la mesa, por mucho que moleste. Muchas veces, la atención recibida de su humano (su mejor y más querido amigo) es suficiente para reforzar el comportamiento. Mejor que perder los nervios, conviene usar los trucos anteriores.