Económica y popular, pero sobre todo saludable y muy sabrosa, la sardina es la reina del verano en muchas zonas de nuestro país. Si te gusta este pescado y disfrutas de las comidas informales al aire libre, toma nota de estos cuatro destinos (y sus fechas estrella) para visitarlos durante el verano. ¡Vacaciones con sabor a mar!
Galicia, tierra de sardiñadas
El origen de esta celebración hay que buscarlo en la provincia de Lugo, aunque hoy en día se extiende por toda la comunidad. Y no solo en los pueblos y ciudades de la costa; también en el interior. Las fechas clave de las sardiñadas son la noche de San Juan (24 de junio) y el día de San Bartolomé (24 de agosto), cuando se preparan en las romerías y se sirven en comidas populares, si bien durante los meses de buen tiempo es habitual encontrarlas asándose en el exterior de los restaurantes y bares. Por lo general, se hacen a la plancha (en algunos sitios, también a la parrilla) y se acompañan de otros tres alimentos característicos de Galicia: los pimientos de Herbón (más conocidos como pimientos de Padrón); las patatas (asadas o hervidas) con aceite de oliva y pimentón; y el pan de maíz, típico de los obradores gallegos.
Málaga, patrimonio de sardinas
El espeto parece simple, pero requiere de técnica. Para elaborar este plato típico de Málaga, Almería y Granada hacen falta sardinas y sal. Y también, leña, arena y unas cuantas cañas de azúcar afiladas en la punta y cortadas por la mitad, en sentido longitudinal.
Las sardinas se ensartan (o espetan) en estas medias cañas, que primero se humedecen para evitar que se quemen con el fuego. La leña se enciende en la arena de la playa y se deja arder hasta que se forman brasas. El pescado ensartado se coloca sobre las ascuas y se asa vuelta y vuelta. Pero hay truco: para evitar que caigan sobre el fuego, las sardinas deben ensartarse con la espina por debajo de la caña, así, al darles la vuelta, es la espina la que las mantiene en su lugar.
El espeto tiene tanto arraigo en las playas de Málaga que desde hace dos años se trabaja para recabar apoyos que logren presentar su candidatura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de la UNESCO. La Junta de Andalucía acaba de asegurar que apostará en los próximos meses por ella. Así que el objetivo está cada vez más cerca. Mientras esperamos, una sencilla ensalada de lechuga y tomate resulta perfecta para acompañar este manjar que, sin duda, forma parte de la identidad cultural malagueña.
Festivales en Asturias y La Rioja
Si te gustan las sardinas y coges vacaciones en verano, hay dos fechas que deberías anotar en el calendario. La primera es el 1 de agosto. Ese día, en Candás (Asturias), se celebra el Festival de la Sardina, una tradición muy popular y concurrida que, además de divertida, es cosa seria: el año pasado se asaron dos toneladas de pescado. En esta fiesta, que va camino del medio siglo de existencia, toda la villa se vuelca a la gastronomía: las sardinas se preparan al momento, asadas a la plancha, y hasta hay un concurso para determinar qué restaurante lo ha hecho mejor.
Si no puedes ir al festival asturiano, no te preocupes y apunta esta otra fecha, porque hay repesca el último domingo de agosto. El día 25, la mesa estará puesta en Hormilla, un pequeño pueblo riojano de 450 habitantes que también homenajea a la sardina asándola a la parrilla. Esta celebración se enmarca en las fiestas de Acción de Gracias y, desde el punto de vista gastronómico, tiene una particularidad: el pescado se asa al sarmiento, típico de esta tierra de vides, lo que le confiere un aroma y un sabor muy especial.
La cazuela andaluza
También a las brasas, pero en cazuela de barro: así son las moragas de sardinas, típicas de Andalucía. Este asado delicioso contiene muy pocos ingredientes añadidos, los justos para realzar el sabor del pescado sin restarle ni un ápice de protagonismo. En general, se parte de un sofrito hecho con cebolla, ajo y pimientos, pero hay variantes. Están las moragas que llevan tomate y las que no. Las que apuestan por el zumo de limón y el vino blanco, y las que los sustituyen por agua, laurel y vinagre de vino. El gusto y la consistencia pueden variar según los ingredientes elegidos, aunque en todos los casos, la receta aúna las bondades del mar y de la huerta. Es, por tanto, un plato de temporada saludable y exquisito.