Hacer la maleta, ir al aeropuerto, esperar el vuelo, pasar horas dentro de un avión, llegar a destino, recoger el equipaje, conseguir transporte, desplazarse al hotel, registrarse, acostarse temprano (a veces sin lograr conciliar el sueño), madrugar e ir a trabajar. Se dice que viajar por trabajo es una oportunidad y que nos hace más felices, pero ¿de verdad es así? Óscar García, experto en gestión de viajes de empresa, nos contesta a esta pregunta con las ventajas y desventajas de este tipo de desplazamientos y nos ofrece algunas claves para hacer que la experiencia sea más llevadera.
Aspectos positivos de los viajes por trabajo
La ventajas de los viajes laborales son más o menos conocidas y podrían enumerarse de la siguiente manera:
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- Mayor desarrollo profesional. Trabajar con equipos multidisciplinares e internacionales nos permite llegar a clientes a los que desde el mercado español no podríamos, además de entrar en proyectos más vanguardistas.
- Mejorar el currículum. Contar en nuestro curriculum vitae (CV) con esta práctica nos posibilitará alcanzar puestos de mayor responsabilidad. «Para optar a puestos directivos es esencial haber tenido esta experiencia, estar abiertos a ampliarla y a conocer otros ámbitos, ya que estos cargos pueden conllevar tener que gestionar otros mercados», afirma Óscar García.
- Mayor empleabilidad. Estar dispuesto a viajar o tener una movilidad geográfica nos abre mayores oportunidades de empleo y de ascenso.
- Desarrollo personal. Poder trabajar con personas de otros países abre nuestros ojos —y nuestra mente— a culturas diferentes. También aumenta nuestra capacidad de colaborar profesionalmente con equipos multiculturales.
- Ventaja competitiva. Trabajar con empresas chinas o indias nos aporta diferenciación y nos abre nuevos mercados. «Hacerlo con Latinoamérica, Europa e, incluso, Estados Unidos no es tan diferente. Pero si se quiere negociar con países como China o India es esencial hacerlo presencialmente. Conocer la cultura local en estos países es imprescindible si se quieren firmar contratos», apunta el experto.
- Idiomas. No es lo mismo estudiar una lengua en España que ponerla en práctica en la cultura local. Cualquier idioma, sea inglés, francés, alemán o chino, se mejora con el uso.
- Oportunidades de sinergias. García explica que, así como en el mundo de la moda Milán es el epicentro para descubrir nuevas tendencias, ver cómo se resuelven otros problemas en otros países puede ayudarnos a buscar nuevas soluciones para nuestra empresa o negocio.
Las desventajas de los viajes laborales
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Es posible que las ventajas estén muy claras, pero, al igual que para ver el arcoíris es necesaria la lluvia, para disfrutar de esos aspectos positivos es preciso tener en cuenta desde el inicio los aspectos negativos —que los habrá— y aprender a manejarlos. Algunos ejemplos:
- Coste familiar. Al viajar perdemos el contacto con nuestra pareja, nuestros hijos y amigos. Además, la falta de contacto muchas veces no se restringe a los días de traslado. Si se ha viajado durante la semana es muy corriente llegar al fin de semana más cansados y que nuestra vida social se deje de lado.
- Coste físico. El cuerpo sufre. En el avión, la falta de oxígeno pasa factura. Además, al permanecer mucho tiempo sentados, la circulación empeora. Por otra parte, los hábitos de vida saludable, como una buena alimentación o una rutina deportiva, muchas veces se ven interrumpidos. «La mayoría de los hoteles cuenta con gimnasios, pero el trabajo se intensifica estos días y hacer deporte al regresar a la habitación se vuelve cuesta arriba», reconoce el especialista en viajes de empresa. La ruptura de horarios y el jet lag que conllevan estas jornadas tampoco benefician a nuestra salud.
- Estrés. La falta de información a la llegada al destino, las posibles pérdidas de maleta, enfrentarse a taxistas locales (a veces, poco fiables), necesitar justificantes y darse cuenta de que algunos comercios no los aportan, tener que lidiar en soledad con estas vicisitudes y con un nuevo idioma o los problemas de seguridad de algunos lugares son focos de estrés. «Algunas empresas nos cuentan que hay empleados que no quieren viajar solos. Al viajar pasamos por muchos estados y las personas que no están acostumbradas suelen sufrir más», asegura García.
- Más trabajo. Al viajar, el trabajo de España no disminuye y, a la actividad realizada en el país de destino, se suman las tareas acumuladas aquí. La diferencia horaria tampoco ayuda. «Si, por ejemplo, viajamos a Estados Unidos, acabamos trabajando en el horario español y en el de allí, por lo que al final la jornada dura muchas más horas», manifiesta el experto.
- Menos productividad. Conseguir los mismos resultados supone dedicar al empleo más horas. La productividad en el avión y en el traslado disminuye, mientras que el jet lag tampoco juega a nuestro favor.
- Desconexión con la oficina. Dependiendo de la frecuencia, viajar nos desconecta del día a día de nuestros compañeros y jefes. «Así es complicado crear equipo y se tiende a trabajar cada vez más individualmente», expone García.
- Esfuerzos extras. Preparar y deshacer maleta (y planificar su contenido) puede parecer algo menor y es solo uno de los esfuerzos a los que muchas veces no se dan importancia, pero que también crean la diferencia.
Estrategias para compensar los sinsabores
Entonces, ¿viajar por trabajo nos hace más felices? En opinión del experto, rotundamente no. Óscar García refuerza su respuesta en el hecho de que existen ofertas de empleo donde se pone sobre aviso acerca del porcentaje del tiempo que se deberá dedicar a los viajes. «Los directores de recursos humanos se aseguran de que sus posibles empleados sean plenamente conscientes de dónde se meten», afirma. Sin embargo, este especialista en gestión de viajes empresariales asegura que, cada vez más, esos aspectos negativos relacionados con los traslados se tienden a solventar gracias a la tecnología y a la necesidad de las compañías de atraer y retener el talento.
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Una mayor flexibilidad en los viajes, tanto a la hora de escoger hotel —y su situación—, los horarios de vuelos y las compañías aéreas son, sin duda, alicientes para los viajeros. Su puesta en marcha por muchas empresas ha dado lugar a la modalidad bleisure, que da la posibilidad de extender unos días el viaje para disfrutar también de momentos de placer. «Una de las cosas que más frustra a los viajeros es visitar ciudades y no conocer nada de ellas», confiesa García quien añade que, en el caso del bleisure, «los costes extra corren a cargo del empleado, por lo que para la empresa esta mejora no supone ningún gasto».
Las aplicaciones también marcan la diferencia. Redes sociales internas donde opinar sobre hoteles o dar recomendaciones de lugares y prácticas en destino, de buenos restaurantes o de cómo llegar con más comodidad a los aeropuertos facilitan las estancias. También tener información en tiempo real contribuye a disminuir el estrés. En definitiva, «herramientas pensadas para el viajero y para que el empleado se sienta escuchado», concluye el especialista.