Si no lo necesitas, dale una segunda vida

Reducir la cantidad de residuos que generamos y aprender a gestionarlos es fundamental para minimizar el impacto medioambiental de nuestro consumo, pero se puede hacer mucho más
Por Nacho Meneses 10 de noviembre de 2019
Manualidades
Imagen: Anna Larin

Cuando se consume por encima de las necesidades, se corre el riesgo de que un ecosistema se colapse, y el nuestro no es una excepción. Los recursos de los que disponemos son limitados y las consecuencias para el planeta, mucho más graves de lo que aún quiere admitir una buena parte de nuestra sociedad. Por eso resulta imperativo cambiar a un modelo de consumo más sostenible, que se esfuerce por reducir no solo los residuos que generamos (y por ende, optimizar la manera de gestionarlos), sino también los recursos involucrados en el proceso de producción. Descubre lo que podemos hacer como consumidores para cuidar el planeta y, a la vez en muchos casos, ser solidarios.

Partamos de una base inapelable: el mejor residuo es el que no se genera, y por eso conviene repensar la forma en que consumimos. La nuestra es una sociedad de consumo rápido y la vida efímera de los productos que adquirimos son un efecto colateral secundario insostenible que no tiene en cuenta el impacto generado sobre el entorno. Se trata, pues, de cambiar a una economía circular que tenga en cuenta todos los aspectos vinculados con la vida de un objeto: desde el gasto de recursos que supone producirlos y su diseño, hasta los hábitos de compra de los ciudadanos, su vida útil y la producción y gestión de residuos, reciclando y reutilizando siempre.

La economía circular forma ya parte de la conversación pública y de las políticas europeas, a través de un plan integral de acción que la Unión Europea adoptó en 2015 (con 54 medidas a implementar antes de 2030), pero aún queda mucho camino por recorrer. Ropa, aparatos electrónicos y eléctricos, comida y prácticamente cualquier objeto que consumimos puede tener utilidad para otra persona cuando nosotros ya no se la encontramos; solo hay que preocuparse por darle esa nueva oportunidad a través de muchas de las iniciativas ya en marcha. “Para que funcione de verdad, hay que internalizar los costes ambientales y económicos de tener que gestionar los residuos y recuperar los materiales para darles una segunda vida. Eso es todo un proceso productivo que hay que pagar”, afirma Pilar López Portillo, profesora de la Universidad Europea y experta en economía circular, zero waste (residuo cero) y sostenibilidad.

¿Qué podemos hacer como consumidores? “En primer lugar, no comprar más de lo que puedas consumir. Escoger productos con un diseño sostenible, es decir, no solo el producto en sí sino también el residuo que se va a generar después, que sean reciclables”, comenta. Y finalmente, resulta fundamental “hacer una buena separación de los residuos en origen: que cada uno vaya a su contenedor correspondiente, y si necesita un tratamiento especial, acudir a un punto limpio. Hay que concienciarse en casa”, recuerda López Portillo.

Cuidado con la moda rápida

Hilo aguja coser

Camisetas a cuatro euros, tops a seis, pantalones a 15… La moda rápida (o fast fashion), de bajo coste, usar y tirar, triunfa en España y muchos otros países, porque la idea de llenar el armario de prendas vistosas a muy poco precio es con frecuencia demasiado tentadora. Pero conviene recordar que detrás de cada una de ellas (se fabricaron 100.000 millones de prendas en 2015, según la Fundación Ellen MacArthur), hay una persona trabajando en condiciones precarias en algún lugar del mundo y un alto coste ambiental: no en vano, la industria textil es responsable del 20 % de la contaminación de ríos y mares y de entre el 6 y el 8 % del consumo de agua, entre otros factores. En países como Suecia, ha surgido un fenómeno conocido como köpskam (“vergüenza de comprar”), que busca reducir la compra obsesiva de ropa (y presumir de ello en redes sociales) precisamente debido a este alto coste climático.

Una manera de limitar ese impacto es adquirir de una forma más inteligente y sostenible, optando además por prendas de calidad y una mayor vida útil, algo que todavía nos cuesta, pues el 51 % de las compras están motivadas por el deseo de satisfacer un capricho, no por necesidad, y el 83 % de los compradores afirman tener intención de aumentar aún más su gasto en este sector, según el ‘Informe sobre economía circular 2019‘ de Micolet, una startup bilbaína de compraventa de ropa de segunda mano que nació en 2015 y que ya está presente en seis países (España, Portugal, Italia, Francia, Reino Unido y Alemania). Tampoco parece que seamos conscientes del daño que producen nuestras prendas, ya que casi uno de cada cinco consumidores prefiere distribuidores que propongan novedades de manera constante.

Para darle una segunda vida a esa ropa (o calzado) que ya no necesitamos, podemos donarla a través de asociaciones como AERESS o Fundación Humana, intercambiarla, transformarla gracias a iniciativas como las de Altrapo Lab o venderla. Si te decantas por esta última opción, Micolet puede ser una buena opción: solo tienes que seleccionar la prenda en buen estado que ya no quieras, prepararla en una caja y un mensajero pasará a por ella. Micolet te hará una valoración, y si la aceptas se pondrá de inmediato a la venta; si no, puedes escoger entre recuperarla o donarla a una ONG a través de la misma empresa. Recogen hasta 7.000 prendas a la semana, por lo que solo has de confirmar que hay cupo y ponerte en marcha. Otras opciones son Percentil o Kid to Kid, especializadas en ropa y artículos infantiles.

Regala lo que no quieres

Mano flores regalo

Imagen: svklimkin

Todos tenemos en casa un pequeño almacén de cosas que no necesitamos y que, probablemente, alguien cerca necesite. Si deseas desprenderte de algo, pero no te apetece pasar por un engorroso proceso de compra y negociación, siempre tienes la opción de regalarlo y, de paso, sentirte mejor por estar contribuyendo a cuidar del medio ambiente.

Es la propuesta de iniciativas como Nolotiro, Telodoygratis o Gratix, una app española (disponible en Android e iOS) creada por el exdirectivo de Google José María García y que permite dar objetos que no usamos, a la vez que podemos publicar una lista con cosas que necesitas o que te gustaría que te regalaran. “Compramos algo sin saber cómo se ha producido, qué huella de carbono o que obsolescencia programada tiene. Hay una desconexión entre nuestros valores y nuestras acciones. Estamos haciendo muy poco para cambiar nuestras costumbres”, sostiene García.

Por cada objeto que dones en Gratix, lograrás un punto; cuantos más puntos tengas, más obsequios podrás conseguir. “Compartir sienta bien. Y aunque no sea una relación aritmética, cuando alguien regala algo, al final también lo recibe”, añade. Una acción que además sirve para, literalmente, mejorar nuestro karma: cada usuario de la aplicación tiene un nivel público de karma, que será más elevado cuanto más haya hecho por la comunidad, ya sea haciendo presentes o atrayendo a nuevos usuarios. El sistema te permite unirte a un determinado grupo e incluso elegir a quién se lo regalas, por lo que puedes optar por hacerlo a alguien con un alto grado de karma. “Curiosamente, la gente con más karma no necesariamente usa todos sus puntos. Utilizan la app para dar una segunda vida a lo que ya no usan, y para buscar algo antes de tomar la decisión de comprarlo”, explica García.

Evita el desperdicio alimentario

La forma en que compramos los alimentos que consumimos resulta una ocasión perfecta para poner en práctica los principios de la economía circular, ya que un tercio de la comida mundial que se produce acaba perdiéndose. Siempre que sea posible, opta por productos de proximidad, con una menor huella de carbono; compra solo lo que necesites y considera adquirir productos a granel, para reducir el consumo de plásticos de un solo uso.

Y para dar un paso más a la hora de evitar que comida en perfecto estado acabe en la basura, tienes Too Good To Go, una aplicación que te permite adquirir productos próximos a caducar de establecimientos cerca de ti a un precio muy reducido. Eso sí, como el desperdicio alimentario no se puede predecir, el volumen y contenido de los paquetes sorpresa que adquieres a través de la app cambia cada día.

Otros ejemplos de economía circular

Los ejemplos e iniciativas de economía circular son numerosos, así que la mejor manera de enterarte de las iniciativas activas en tu comunidad es hacer una rápida búsqueda por Internet. Quizá te interese, por ejemplo, alquilar tu coche mientras no lo usas; aprender a reciclar con apps; o estar al tanto del estado de la innovación en economía circular gracias a TheCircularLab o a la Fundación para la economía circular.

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