Financiación tradicional: ¿misión imposible para un parado?
En España hay tres millones de personas sin empleo (el 12,87 % de la población activa), según la Encuesta de Población Activa (EPA) que elabora el Instituto Nacional de Estadística. Sin embargo, los imprevistos, la necesidad de renovar el coche o los gastos por la llegada de un nuevo bebé a casa no tienen en cuenta si pasas por un buen momento laboral, ¡y no queda más remedio que atenderlos!
¿Cómo obtener dinero? La primera solución a la que recurres es pedir un préstamo al banco. Pero, si estás en paro, resulta más complicado que te lo den.
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Los bancos necesitan saber que si te entregan una cantidad, podrás devolverla. Y se aseguran de que así sea, pidiendo la garantía de unos ingresos regulares (una nómina, la prestación…) o un aval antes de conceder un préstamo.
Sin estas garantías, casi ninguna entidad ofrece dinero a los desempleados. Y si lo hace, será por importes no muy elevados y, siempre, «pidiendo más garantías que en otros casos», reconoce María Martín, responsable del área de financiación de la consultora IPLUSF.
👉 Tipos de desempleado y posibilidad de financiación
Por ello, hay diferencias entre los desempleados a la hora de conseguir que le concedan crédito en la banca tradicional:
- Desempleados cobrando el paro: tienen más posibilidades —dentro de la dificultad— de obtener crédito.
- Parados con la prestación ya agotada: esta situación es peor que la anterior. Sin embargo, «sin prestación» no siempre es equivalente a «sin ingresos». Si tienes alguna inversión, una renta por propiedades en alquiler, etc. hay más opciones de que tengan en cuenta tu solicitud.
- En paro con posibilidad de tener avalistas: si, por ejemplo, tu cónyuge (o padres, hermanos…) tiene nómina y puede ser avalista, el banco estudiará si tienes posibilidades de conseguir crédito.
- Desempleados y en ASNEF: esta situación hace realmente complicado que concedan financiación por las vías tradicionales. Obviamente, estar en un listado de morosos no ayuda en exceso.
En todos los casos, deberás justificar los ingresos (prestación, inversiones, rentas…), las propiedades, etc. para conseguir que la entidad decida apostar por darte un crédito. Y el banco siempre tendrá en cuenta, además, tu historial crediticio.
Empresas de préstamos: ¡ojo a las condiciones del contrato!
La salida más sencilla y rápida, si estás desempleado y buscas financiación, consiste en acudir a alguna de las numerosas entidades que ofrecen dinero rápido sin pedir a cambio ningún tipo de garantía (algunas, incluso, aunque estés en un fichero de morosos).
Sin embargo, conviene ir con cuidado y evitar estos préstamos, sobre todo si crees que te resultará difícil poder devolverlo en los plazos establecidos. Además, es importante no pedir un préstamo para pagar otro, ya que la situación puede descontrolarse.
Por regla general, el dinero que te adelantan tiene intereses más elevados que los del banco, su importe es menor y, sobre todo, exige condiciones que pueden llegar a meterte en una rueda de deudas interminable (o a perder posesiones), si no las lees con el mayor detenimiento antes de firmar.
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Ayudas de la Administración para emprender
Pero los desempleados pueden recurrir a otra vía para tratar de obtener dinero, ya que hay ayudas específicas de la Administración para personas en paro, aunque solo si quieren emprender. En ese caso, hay que informarse respecto a las ayudas o subvenciones que otorga cada ayuntamiento y comunidad autónoma o de las ayudas estatales.
Lo primero que debes explicar al solicitar estas ayudas es «con qué objeto quieres pedir un préstamo», comenta la experta María Martín: si es para convertirte en autónomo, para constituir una empresa, para invertir en un negocio ya existente…
Aun así, esta especialista señala que no las conceden en todos los casos, pues la Administración tiene que estar muy segura de que esa ayuda se devolverá (en el caso de que sea un préstamo) o de que se empleará de modo correcto (si es una subvención a fondo perdido). Es decir, «alguna garantía de tipo económico se va a pedir».
En una situación delicada, y cuando no hay posibilidad de otra vía de financiación, muchos recurren a amigos o familiares. La ayuda económica que se presta entre ellos puede tener condiciones pactadas (con o sin intereses, plazo para devolver el dinero…). En este caso, la confianza es la base de la relación, aunque conviene dejarlo todo por escrito.
Y también es posible acceder a estos préstamos entre dos personas físicas sin que haya relación alguna ni conocimiento previo, mediante las plataformas dedicadas a la financiación entre particulares. Conviene recordar que en estos casos hay que presentar el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados.