Los fusibles son dispositivos de protección. Cuando la intensidad de la corriente eléctrica es superior a la que el fusible puede soportar, el sistema se recalienta y, automáticamente, se interrumpe el paso de la corriente. Por este motivo, hay que mantener la instalación eléctrica en buen estado y adecuar la capacidad de los fusibles a la intensidad de la corriente. Un funcionamiento incorrecto de estos dispositivos aumenta el riesgo de incendio en la instalación.
Los fusibles protegen la instalación eléctrica frente a cortocircuitos y calentamientos por sobrecarga, la causa más frecuente de los incendios de origen eléctrico, según advierte la Plataforma para la Revisión de las Instalaciones Eléctricas (PRIE). Cuando se adquieren nuevos electrodomésticos para el hogar, hay que adecuar la instalación a la nueva situación. Sin embargo, alerta la PRIE, «sucede a menudo que la reforma se suele limitar a prolongar el tendido de los cables e incorporar prolongadores y bases múltiples o ladrones». De esta manera, se aumenta el riesgo de accidente eléctrico, ya que el cableado, los cuadros de mando y protección y los dispositivos de protección -interruptores automáticos y fusibles- «estaban diseñados para atender una demanda inferior».
Deben soportar una corriente ligeramente superior a la prevista en caso de cortocircuito
El Reglamento electrotécnico para baja tensión (REBT) establece que las cajas generales de protección, aquellas que alojan los elementos de protección de las líneas generales de alimentación, deben disponer de cortacircuitos fusibles «con poder de corte, al menos, igual a la corriente de cortocircuito prevista». No obstante, conviene que los fusibles sean capaces de soportar una corriente ligeramente superior y que la interrupción no sea instantánea, es decir, que se realice «en un tiempo conveniente», según el REBT, para soportar picos de corriente.
Funcionamiento
Los fusibles permiten el paso de la electricidad siempre que no supere una intensidad determinada. Están compuestos por una cápsula que alberga un hilo rodeado de arena. Cuando la corriente supera el valor que el fusible es capaz de soportar (sobrecarga), este hilo se funde y se interrumpe la corriente. Por ello, si el mecanismo no funciona correctamente, el aparato o equipo en cuestión se recalienta y podría producirse un incendio. Por su parte, la arena consigue que los gases que se originan tras un cortocircuito queden dentro de la cápsula.
Sustituir un fusible
Algunos fusibles disponen de mecanismos específicos de calentamiento bajo para prolongar su vida útil, ya que sólo sirven una vez. Cuando un fusible se estropea hay que cambiarlo por otro de las mismas características. En este sentido, existen fusibles de diferentes tamaños, de acuerdo a la intensidad de corriente que son capaces de soportar.
Un fusible quemado debe ser repuesto por otro de las mismas características
Cada fusible se coloca en el interior de un cartucho adaptado a su tamaño. Algunos cartuchos disponen incluso de testigos luminosos para detectar un fusible estropeado. Si esto ocurre, lo primero que se debe hacer es desconectar el interruptor diferencial para evitar descargas durante la manipulación del circuito. Posteriormente, se vacía el portafusibles y se sustituye el dispositivo fundido por otro del mismo tipo y la misma capacidad.
Una alternativa a los fusibles son los interruptores magnetotérmicos, dispositivos que también interrumpen la corriente eléctrica de un circuito cuando ésta sobrepasa unos valores máximos. A diferencia de los fusibles, disponen de una pequeña palanca que se dispara cuando la corriente es superior a la prevista. En cuanto al funcionamiento, es el mismo que el de un fusible: interrumpen la corriente, aunque están preparados para soportar una intensidad mayor. Si la corriente se corta, basta con subir el pulsador para que vuelva a recorrer el circuito.
