El cambio climático cada vez afecta a más personas en el mundo. Pero, si hay un grupo de población que sufrirá más las consecuencias del calentamiento global, ese es el de los niños y niñas; sobre todo, los que viven en condiciones de pobreza extrema. ¿Por qué hablamos de los pequeños cuando nos referimos al cambio climático? ¿Qué relación tienen la infancia y adolescencia con los fenómenos meteorológicos extremos? Las generaciones más jóvenes están más expuestas a los efectos del cambio climático, una de las nuevas crisis y peores amenazas de las próximas décadas.
Más de 500 millones de niños y niñas viven hoy en día en zonas donde las inundaciones son extremadamente intensas; y casi 160 millones de niños y niñas se encuentran en zonas donde la sequía es muy grave. Es decir, el cambio climático existe y por ello debemos actuar, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptándonos a los impactos y realidades que ya estamos sufriendo.
Además de las sequías e inundaciones, la subida de las temperaturas medias, las olas de calor y frío, la polución o los desastres naturales, hay otras consecuencias que nos afectan a nivel mundial. ¿En qué derivan estos cambios del clima? Disminuye el acceso de las familias a los alimentos y aumenta la malnutrición, sobre todo en niños y niñas; aumenta el abandono escolar y se incrementa el trabajo infantil; crece el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por el agua, el acceso al agua potable se convierte en limitado; crece la hospitalización de los pequeños por enfermedades respiratorias o gastrointestinales; las escuelas y los centros de salud pueden ver dañadas sus estructuras… y un largo etcétera que, en ocasiones, se nos plantea como lejano.
Sin embargo, lo cierto es que en España las temperaturas son también cada vez más extremas, con más olas de calor y frío, ha aumentado el nivel del mar, el aire también está más contaminado, cada vez tenemos menos agua potable y de peor calidad, y los sectores agrícola y turístico están sufriendo efectos negativos, como la alimentación de mala calidad. El cambio climático está entre nosotros; no es una crisis ajena.
Ante esta situación, lo importante es no quedarse de brazos cruzados. En UNICEF se trabaja para que en los planes nacionales de adaptación o mitigación del cambio climático los niños y niñas estén en el centro y las acciones se ajusten a las necesidades de la infancia y adolescencia. Además, no debemos olvidarnos de que las generaciones más jóvenes son agentes activos del cambio: queremos escucharles expresar sus puntos de vista, identificar y trabajar en las soluciones, promover estilos de vida sostenibles… Es fundamental que participen y alcen sus voces en torno al cambio climático, ya que a pesar de ser los menos culpables, son quienes más sufrirán las consecuencias.
Los niños, niñas y adolescentes ya no están ausentes de las tomas de decisiones, y menos en lo que a temas relacionados con el medio ambiente se refiere. Ya nos lo dicen: «El cambio climático es algo importante», «Nos concierne a todos», «Este planeta es único, no hay otro. Lo deberíamos tener más en consideración».
También en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 se hace una afirmación crucial: quizá seamos la última generación que todavía tenga posibilidades de salvar el planeta. Hagámoslo.