Han llegado las fiestas y, con ellas, las cañas con los amigos, los vinos en las comidas y cenas, los cubatas de sobremesa, los digestivos tras el postre y el cava para los brindis. Antes de justificar los excesos con la frase “un brindis al año no hace daño“, conviene saber que no existe una cantidad mínima de alcohol que se pueda ingerir sin perjuicio para la salud y que ninguno de los mitos enraizados en la sociedad que aseguran beneficios tras su consumo resulta cierto. En el siguiente artículo, analizamos la veracidad de algunas de las creencias más extendidas sobre las bebidas alcohólicas.
Una copa al día no perjudica: FALSO
La cantidad mínima de alcohol que podemos consumir sin perjuicio para la salud es cero. Esta es la principal conclusión del mayor estudio sobre los efectos del alcohol. Desde 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no establece un consumo mínimo recomendable de alcohol.
¿Por qué la ley permite conducir con 0,5 mg/l de alcohol en sangre (el equivalente a una cerveza y media en los hombres y una para las mujeres)? Una cosa es establecer el estado de embriaguez, es decir, conocer el límite a partir del cual los efectos del alcohol comienzan a afectar a una persona (por debajo del límite legal ya se observan alteraciones en las capacidades) y otra es señalar la cantidad de alcohol que necesitamos para dañar nuestra salud.
Según las últimas evidencias científicas, cada gramo de alcohol que entra en nuestro cuerpo es nocivo, ya que una vez accede al torrente sanguíneo alcanza todos los órganos y sistemas del organismo. El estudio citado, publicado en The Lancet, señala que los posibles efectos protectores que se asocian con el consumo de alcohol se anulan ante un riesgo mayor de desarrollar diferentes tipos de cáncer.
Mejor cerveza o vino que ron o ginebra: FALSO
Las bebidas fermentadas (cerveza y vino) tienen casi siempre menor graduación que las destiladas (ron, ginebra, whisky, licores…). La absorción del alcohol también es más lenta cuando tomamos alguna de las primeras. Pero, en términos de salud, lo que importa es la cantidad de alcohol que cada bebida aporte al organismo, es decir, la suma de alcohol puro que ingiramos.
El alcohol en cada bebida se mide por su graduación, es decir, por el porcentaje de alcohol puro que contiene (su concentración cada 100 ml). Esos gramos de alcohol se calculan a través de esta ecuación: cantidad de alcohol ingerida (ml) x graduación de la bebida x o,8 (coeficiente que corresponde al peso específico del alcohol) dividido entre 100. Si una persona bebe 100 ml de un vino de 13 grados, la cantidad de alcohol absoluto que ingerirá sería la siguiente: 100 ml x 13 x 0,8 / 100 = 10,4 g de alcohol puro.
Una copa de whisky o brandy (50 ml) posee unos 20 gramos de alcohol puro, el doble que una copa de vino. Pero, si bebemos una botella de vino (750 ml), consumiremos unos 75 gramos de alcohol puro. Cuanto más alcohol puro tomemos, mucho peor será para nuestra salud.
Las mujeres metabolizan peor el alcohol: VERDADERO
Por lo general, la composición corporal de los hombres (tienen más agua en los tejidos, más músculo y menos grasa) es diferente a la de las mujeres. De esta composición depende que el alcohol afecte (emborrache) más o menos, además del peso corporal (cuantos más kilos, resultará más difícil) y de tener el estómago lleno.
El alcohol se diluye en el cuerpo en proporción a la cantidad de agua que tenga el organismo. El cuerpo femenino, al tener menor proporción de agua y mayor grasa, hace que el alcohol quede más concentrado, por lo que el nivel de alcoholemia será mucho mayor que en los hombres.
También existen diferencias en cuanto a la capacidad para producir la enzima alcoholdeshidrogenasa (encargada de metabolizar el alcohol). Las mujeres, en general, presentan menor cantidad de esta enzima, por lo que es posible que, incluso a igual peso y cantidad de alcohol ingerida, se emborrachen más rápido.
Una copa de vino tinto al día es buena para el corazón: FALSO
Este mito nace con la publicación de algunos estudios que, durante años, han destacado el efecto beneficioso que tienen ciertos componentes del vino tinto, como los polifenoles y el resveratrol. Los primeros, sustancias responsables del color y de la estructura de los tintos, al ser antioxidantes, nos protegen frente a la oxidación que puede terminar dañando nuestras células. El consumo de resveratrol podría estar relacionado con un menor riesgo de inflamación y coagulación de la sangre, lo que tendría un efecto protector en enfermedades cardiacas. Otros estudios también afirman que el vino tinto podía bajar la tensión de los hipertensos.
Todo esto se ha desmentido con nueva y más precisa (e independiente) literatura científica que asegura que, para que una persona se beneficie de lo que le podrían aportar estas sustancias, tendría que beber cientos de copas de vino al día, algo que, evidentemente, destrozaría el hígado y provocaría cirrosis. Sencillamente, si se quieren tomar antioxidantes, resulta más fácil acudir a una dieta rica en frutas y verduras.
La cerveza tiene propiedades nutricionales: FALSO
Una lata de cerveza de 330 ml contiene, en su mayoría, agua (307 ml) y nos aporta 140 kcal: de ellas, solo 46 provienen de los hidratos de carbono disueltos y de sus escasas proteínas. El resto, se obtienen tras la metabolización del alcohol. Durante años, además, muchos estudios han enfatizado los efectos beneficiosos de la composición del zumo de cebada: fuente de ácido fólico, vitamina B, flúor, silicio y polifenoles.
Los especialistas aconsejan que, si eso es lo que se persigue con su consumo, ingiramos otros alimentos como el cacao, los frutos secos, las verduras de hoja verde, los alimentos integrales, especias como el clavo o la pimienta negra, las aceitunas o el aceite de oliva virgen. Todos ellos poseen un contenido mucho más elevado de vitaminas y antioxidantes, sin aportar ni un gramo de alcohol al organismo.
La bebida blanca no engorda: FALSO
Al contrario: todas las bebidas alcohólicas son fuertemente calóricas, a pesar de tener un bajo poder nutricional (calorías vacías). Por cada gramo de alcohol, nuestro cuerpo obtiene 7 kcal, una cantidad relativamente elevada si la comparamos con las 4 kcal/g que obtenemos de los hidratos de carbono o las proteínas. Esto significa que, cuantos más gramos de alcohol puro contenga una bebida (y las destiladas son las que poseen mayor graduación), más calorías aportaremos al organismo.
Si mezclamos la bebida destilada con un refresco, a las calorías del alcohol hay que añadir las que aporta el azúcar de estos productos. La ginebra, por ejemplo, dependiendo de la marca, cuenta con una graduación de unos 40 grados por cada 100 ml y unos 32 gramos de alcohol puro, que hay que multiplicar por las 7 kcal que aporta cada gramo de alcohol. En total, por 100 ml de ginebra, se aportaría al organismo unas 224 kcal, a las que habría que sumar las 30-35 kcal de una tónica (100 ml).