Entre 500 y 1.000 millones de euros de gasto al año generan en Europa las toallitas húmedas cuando se tiran al váter, según la asociación europea que agrupa a las empresas de abastecimiento y saneamiento (EurEau). Es decir, un 18 % de coste adicional para las depuradoras, como comentaba hace unos meses la compañía de gestión de agua Aqualia. Durante el confinamiento, junto con la preocupación por la higiene, también está aumentando la mala costumbre de desechar las toallitas por el inodoro. Al parecer, hemos olvidado que su lugar de depósito es la papelera y no el retrete.
“Desde la declaración de estado de alarma se han incrementado los atascos por el uso de toallitas húmedas, provocando atascos no solo en la red pública, en las estaciones de bombeo o en las depuradoras, sino también en los hogares”, explican desde la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS). Para ello han lanzado una campaña —’El WC no es una papelera‘—, con la que quieren concienciar a la ciudadanía de que los atascos en la red de saneamiento afectan al ciclo urbano del agua, poniendo en peligro la salubridad de un recurso esencial en tiempos de cuarentena. “El agua de grifo es esencial para combatir la COVID-19: con ella te lavas las manos, te duchas, limpias y desinfectas tu hogar, la ropa, la vajilla…”, añaden.
Un 7 % de aumento de los atascos por toallitas
En España, cada año se recogen de las depuradoras unos 10 kilos de toallitas por persona, y esto crea problemas medioambientales y económicos. En Valencia, por ejemplo, en junio de 2019, se quitó un “monstruo” de toallitas de más de 6.000 toneladas de su alcantarillado con un coste de 10 millones de euros. “Hay que minimizar o dejar de comprar estos elementos; no son necesarios realmente en el hogar, lo normal y lo óptimo es usar el papel higiénico y, si no, lavarse más a menudo con agua, que es más ecológico que usar toallitas húmedas. Hay métodos más sencillos y sostenibles en casa para limpiarnos”, cuenta Julio Barea, responsable de las campañas de Agua de Greenpeace.
Precisamente, y según explica Barea, esta ONG ha recibido estos días denuncias por parte de empresas de saneamiento que afirman que “las incidencias de atascos por las toallitas húmedas en domicilios han aumentado un 7 % desde que comenzó la crisis sanitaria”.
AEOPAS, por su parte, ha asegurado que este problema se ha incrementado “exponencialmente con la permanencia de las personas en sus casas durante la crisis sanitaria”. Estamos más preocupados por nuestra higiene pero, a la vez, más tiempo en casa y usamos más a menudo nuestros baños. “Puede que tenga que ver también con que arrasamos con el papel higiénico en el inicio de la crisis, se agotó de los lineales y quizá hayamos adquirido más este tipo de toallitas; pero sobre todo es porque estamos más tiempo en nuestros domicilios y es lógico que aumenten estos atascos”, comentan.
Aunque tras estos datos hay un mensaje claro que hacen asociaciones ecologistas y expertos: ninguna de estas toallitas húmedas es biodegradable y nunca deben arrojarse al inodoro. Desde Greenpeace insisten: “No existen productos de este tipo que sean ecológicos; están hechos con microfibras y microplásticos, hay que arrojarlos a la basura”.
- Están compuestas de fibras naturales, pero también de compuestos artificiales para añadir resistencia y suavidad que tardan años en degradarse.
- Una toallita, a los dos días sumergida en agua, se deshace solo un 36 %.
- Tardan 100 años en degradarse.
- Algunas incluyen el término biodegradable, pero eso no significa que se pueda tirar al retrete.
- Solo las que tienen un símbolo verde con un inodoro en su interior se pueden tirar al váter.