El cemento es uno de los productos más empleados en trabajos de albañilería. Está formado, principalmente, «por mezclas de caliza, arcilla y yeso, que son minerales muy abundantes en la naturaleza», explica el Instituto Español del Cemento y sus Aplicaciones (IECA).
El cemento es muy útil para producir morteros y hormigones. Para ello, ha de mezclarse con agua y áridos naturales o artificiales. El más habitual es el cemento gris, aunque existen otras variedades, como el cemento blanco, también empleadas en trabajos de albañilería y, en concreto, en solados.
Este producto se diferencia en su composición porque evita las materias que contienen óxido de hierro, es decir, componentes que aportan color a la mezcla. Además, en su elaboración, se cuida especialmente el proceso de molienda. En esta etapa, se reduce el tamaño de las partículas que componen el cemento «para que las reacciones químicas de cocción en el horno puedan realizarse de forma adecuada». Posteriormente, esta mezcla es sometida a impactos de cuerpos metálicos o «a fuerzas de compresión elevadas», por lo que se presta mayor atención al mantenimiento de la blancura.
Adquiere su tonalidad gracias a la ausencia de óxido de hierro
De hecho, este producto es muy utilizado como adherente de diversos materiales, para conseguir acabados ornamentales y decorativos, para fabricar azulejos y baldosas o en terrazas y fachadas. El color blanco es muy práctico para evitar altas temperaturas y dotar a los trabajos de una gran luminosidad.
Propiedades
Aunque las características mecánicas y la resistencia del cemento blanco son similares a las de otros, como el tradicional cemento gris, en general, sus usos son más amplios. Entre otras cosas, con este producto se pueden conseguir acabados que destacan por su blancura o trabajos en color si se añaden pigmentos a la mezcla.
El resultado no es tan fino como el de los trabajos con yeso, pero sí más resistente. Por otro lado, es importante tener en cuenta el tiempo de fraguado, esto es, el tiempo durante el cual el cemento blanco es plástico y se puede trabajar. En el caso del cemento blanco de albañilería, el tiempo de fraguado ronda los 60 minutos, por lo que no conviene preparar grandes cantidades, sino la cantidad justa que se vaya a utilizar.
El cemento incide directamente en la seguridad y durabilidad de las obras que lo incorporan
El Real Decreto 1313/1988, de 28 de octubre, declara obligatoria la homologación de los cementos para la fabricación de hormigones y morteros. Según recoge, el cemento, como “material fundamental de construcción, incide directamente en los niveles de seguridad y durabilidad de las obras que lo incorporan y en la seguridad de las personas que las utilizan”.
Asimismo, desde el 1 de abril de 2002, es obligatorio el marcado CE en los cementos comunes, mientras que el resto -entre los que se incluye el cemento blanco- han de llevar el Certificado de Conformidad con Requisitos Reglamentarios.