Antes de revestir un suelo con moqueta, parqué o losetas de vinilo, es fundamental que la superficie esté lisa, sólida y limpia. De lo contrario, es posible que el nuevo revestimiento no se adhiera bien o no asiente de forma adecuada. Las fisuras, los socavones y los desniveles son los desperfectos más habituales. No obstante, las soluciones son amplias y diversas: desde pequeñas reparaciones localizadas hasta intervenciones complejas, como el empleo del mortero de nivelación en toda la superficie.
Defectos localizados
En primer lugar, antes de iniciar la tarea, conviene considerar qué tipo de reparación precisa el suelo. Si hay imperfecciones pero no sobrepasan el 20% de la superficie total, se consideran defectos localizados que precisan de un arreglo a pequeña escala.
En los suelos embaldosados, la reparación local más común es retirar las baldosas deterioradas y las huecas. Para descubrirlas, hay que golpear el suelo con un martillo. El sonido vacío las delata. Es necesario romperlas, tanto las huecas como las afectadas, y rellenar los huecos con mortero. Una vez secas, se debe alisar la superficie con una llana.
Las fisuras y grietas de los suelos entarimados se solucionan con la aplicación de pasta para madera
Las fisuras y grietas de los suelos entarimados se solucionan con la aplicación de pasta para madera. Si los daños son profundos, es posible emplear pasta para revocar. Además, es conveniente eliminar los clavos deteriorados y clavar bien los que sobresalgan. Las lamas rotas o muy deterioradas son otro de los pequeños defectos que con el tiempo provocan problemas en el nuevo revestimiento. Por eso, se deben sustituir las más dañadas y lijar toda la superficie para retirar ceras, vitrificados u otros productos.
En general, los suelos de obra tienen irregularidades y socavones que pueden alisarse con cemento de secado rápido. Se aplica en el interior de las grietas con espátula, se alisa con la paleta y se deja secar. En ocasiones, basta con lijar las imperfecciones para allanar la superficie. En cualquier caso, si el suelo tiene manchas se deben eliminar con detergente, o con disolvente si se resisten. A continuación, se deja secar el suelo y se retira el polvo con un aspirador.
Aplicar un recrecido
Si las imperfecciones superan el 20% de la superficie total, es preciso recrecerla. De esta manera, el suelo se cubre e iguala con una capa uniforme de mortero. En primer lugar, es aconsejable aplicar una solución adherente, compuesta de resinas epoxi, para facilitar el agarre del recrecido. Esta fase de preparación es obligatoria si la superficie que se debe igualar está compuesta de cemento degradado o muy poroso. Si el suelo no tiene desniveles muy pronunciados, la solución más apropiada es la pasta niveladora. Es un mortero líquido que se extiende, con la ayuda de una llana, en una única capa, fina pero sólida.
La aplicación del mortero de nivelación requiere dos capas de producto
En cambio, si el suelo tiene defectos muy prominentes o desniveles superiores a 3 cm, se debe emplear un mortero de nivelación. Su aplicación es más complicada que el de la pasta niveladora ya que requiere dos capas de producto. La primera se vierte y extiende con una paleta y se nivela con una regla metálica. Después de tres horas, se aplica la segunda capa. En este caso, en primer lugar se iguala la superficie con la regla y después con la llana.
El acabado final debe ser regular y es aconsejable que el grosor de ambas capas superpuestas sea inferior a 3 cm. Antes de colocar el revestimiento nuevo, conviene dejar secar la superficie, como mínimo, durante tres días.