El gasóleo doméstico es una fuente de energía limpia, muy adecuada para instalaciones que carecen de alimentación eléctrica de red. La calefacción de gasóleo, además de los radiadores, precisa la instalación de una caldera y un depósito para el combustible, que se puede instalar en el exterior o en el interior de la vivienda. Según su método de combustión, las calderas de gasóleo pueden ser de baja temperatura o de condensación. En este último caso alcanzan un rendimiento de hasta el 100%, con el consiguiente ahorro energético. Además, su bajo consumo permite instalar pequeños depósitos, con un ahorro considerable de espacio. Sin embargo, es necesario conocer el servicio de reparto, la frecuencia de la distribución y la accesibilidad de los vehículos de transporte a la vivienda.
Características de las calderas de gasóleo
Las calderas de gasóleo utilizan como combustible el gasóleo calefacción, también denominado gasóleo C. Este es un combustible líquido derivado del petróleo que, frente a otros, reduce las emisiones contaminantes y mejora el rendimiento de los aparatos de calefacción.
Según su método de combustión, estas calderas pueden ser de baja temperatura o de condensación. En este último caso, el rendimiento es del del 100%, con el consiguiente ahorro energético. Además, su bajo consumo permite instalar pequeños depósitos, con un ahorro considerable de espacio. A estas ventajas hay que unir el buen comportamiento en frío del gasóleo y sus propiedades anticorrosivas y bactericidas.
Según su método de combustión, estas calderas pueden ser de baja temperatura o de condensación
La tecnología utilizada en la fabricación de las calderas de gasóleo garantiza la seguridad de las mismas. No en vano, incorporan una válvula de seguridad que permite la descarga de agua cuando la presión sea superior a la de trabajo de la caldera. Además, cuentan con un medidor de presión que controla el correcto funcionamiento del sistema frente a posibles roturas, fugas u obturaciones del circuito. A estos dos elementos hay que añadir un vaso de expansión y un termómetro. El primero es el encargado de soportar las variaciones de presión causadas por el aumento de temperatura y, además, protege de roturas o fisuras en caso de presión elevada. Respecto al termómetro, mide la temperatura de la salida de agua caliente para calefacción.
A pesar de su seguridad y aunque este tipo de calderas son bastante resistentes, es conveniente que el servicio técnico realice un mantenimiento anual de las mismas, ya que, entre otros motivos, una caldera con los quemadores sucios puede llegar a consumir el doble de energía.
Una caldera con los quemadores sucios puede llegar a consumir el doble de energía
En cuanto a los posibles inconvenientes de este sistema de calefacción, el principal problema es la necesidad de conocer el servicio de reparto, la frecuencia de la distribución y la accesibilidad de los vehículos de transporte a la vivienda.
Además, hay que vigilar que las uniones de la salida de humos carezcan de manchas de hollín, ya que esto indicaría que hay una fuga.
Conviene también comprobar con periodicidad el funcionamiento de la válvula de seguridad para que expulse agua y arrastre los sedimentos que puedan taponarla.