La acuicultura va en aumento. Y no solo eso. También tiene grandes posibilidades de crecer de manera sostenible. Un crecimiento que va de la mano de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU. En este artículo te mostramos cómo puede contribuir esta actividad a cumplir con varios de esos objetivos vinculados a mejorar la alimentación, la economía y el cuidado del medio ambiente.
ODS 1. Fin de la pobreza
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la acuicultura proporciona trabajo a más de 20 millones de personas en el mundo y es una de las actividades que puede desempeñar un papel fundamental en la reducción de la pobreza: puede realizarse en países en vías de desarrollo y en zonas rurales donde no llega otro tipo de inversión o actividad económica.
Los datos del empleo que genera en España pueden servir de ejemplo de su importancia. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 18.587 personas trabajan en acuicultura en nuestro país, pero se estima que esta actividad produce un empleo indirecto asociado de 46.467 puestos laborales.
Por una parte, están los empleos que generan las granjas de crianza, pero también los que se crean en el conjunto de empresas suministradoras de productos y servicios que giran alrededor de la acuicultura. Es una cadena de valor que está integrada por empresas fabricantes de alimento para los peces, de ingeniería para el diseño y la construcción de las granjas, navales para la construcción de barcos y viveros flotantes, una amplia red de centros de investigación y universidades, laboratorios veterinarios para el desarrollo de vacunas y gabinetes de servicios empresariales.
Por ello, esta economía azul podría ser un importante motor de desarrollo para el continente africano. Las perspectivas son prometedoras para un continente que de un total de 54 estados tiene 38 países ribereños e insulares cuyas aguas territoriales ocupan una superficie de 13 millones de kilómetros cuadrados. Para que esto ocurra, como detalla la Unesco, es necesario profesionalizar el sector. En la actualidad, 12,3 millones de personas en África trabajan hoy en día en la pesca tradicional y acuicultura.
ODS 2. Hambre cero
La acuicultura supone una de las principales fuentes de proteína en muchas regiones del mundo. “Los océanos nos proporcionarán una gran parte de los alimentos nutritivos que necesitamos mediante el desarrollo de nuevas formas de acuicultura sostenible, con especies y piensos adecuados, la maricultura (el cultivo de las plantas y animales marinos), la producción de mariscos y el impulso de las macroalgas para la alimentación humana y animal”, explican desde la ONU.
Según el Ocean Panel (Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible), “si se administraran mejor y de manera más sostenible, los mares y los océanos podrían producir hasta seis veces más alimento del que se obtiene en la actualidad, y podrían hacerlo con una huella ambiental baja”. Mientras la pesca extractiva se está acercando a su límite de producción sostenible, la acuicultura se encuentra muy por debajo de su capacidad productiva.
ODS 12. Producción y consumo sostenible
La acuicultura no se libra de la huella de carbono, ya que todos los sectores productivos, incluida esta actividad, generan gases de efecto invernadero a través de sus procesos de fabricación, transformación, transporte, almacenamiento y comercialización de sus productos. Sin embargo, no todos los alimentos de origen animal tienen la misma contribución de este tipo de gases, y los pescados de acuicultura tienen unas emisiones ligeramente por debajo de las aves, y muy inferiores a las del sector porcino y vacuno.
La alimentación de los animales de acuicultura, en particular de peces, es un elemento clave de su sostenibilidad. Según los cálculos del sector presentados en la ‘Memoria de la Sostenibilidad’, el 80 % del total de la huella de carbono originada en la actividad procede de la fabricación de los piensos usados para su alimentación. Los peces, en su hábitat natural, comen otros animales acuáticos, y así también se hacía en los comienzos de la acuicultura.
Pero este tipo de alimentación ha ido evolucionando con el objetivo de reducir la presión de los mares. Hace ya tiempo que la alimentación pasó a realizarse con piensos que contienen los mismos elementos nutricionales que se obtenían comiendo otros peces del mar (aminoácidos y ácido grasos), pero que se consiguen de diferentes materias primas. Estos piensos para alimentar a los peces de acuicultura siempre han creado mucha controversia, ya que para fabricarlos se utilizaban muchas harinas y aceites de pescado que se hacían, a su vez, con gran cantidad de otros peces que procedían de la pesca, por lo que al final la sostenibilidad quedaba en entredicho.
🐟 El desafío de los piensos sostenibles
No cabe duda de que la alimentación de los peces es el punto débil de la acuicultura. Un pez tiene que estar bien alimentado. Primero, por el bienestar y la salud del animal, pero también para que el consumidor reciba los valores nutricionales que se esperan de un pescado. “La investigación ha hecho posible que el porcentaje de estas harinas y aceites, realizadas con especies provenientes de la pesca tradicional, haya ido disminuyendo drásticamente en los últimos años, pasando de más del 50 % en los años noventa a unos niveles inferiores al 25 % en la actualidad. Para algunas especies cultivadas como la dorada, la lubina o la trucha, la sustitución por otros ingredientes puede llegar hasta el 100 %”, explica Garazi Rodríguez, responsable de los planes de producción y comercialización en Apromar, asociación que agrupa al 95 % de las empresas productoras en nuestro país.
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La sustitución de ingredientes se ha conseguido, como explica Izaskun Zorita, experta en Gestión Ambiental de Mares y Costas del centro científico y tecnológico Azti, “gracias a una economía circular y al aprovechamiento de subproductos de otras actividades, como la industria conservera y de transformación del pescado, así como de los descartes de la pesca extractiva. También apostando por el cultivo de especies omnívoras o herbívoras para utilizar piensos de origen vegetal, con menor huella de carbono”.
Los piensos con los que se alimenta en la actualidad la acuicultura europea y española están compuestos por:
- Ingredientes de origen marino. Harinas y aceites de pescado que proceden de pesquerías certificadas, de conserveras, de la transformación del pescado y de descartes de la pesca extractiva, krill y microalgas.
- Ingredientes de origen vegetal. Por ejemplo, la soja, el trigo, el arroz, el aceite de colza, el gluten de maíz, girasol y habas.
- Ingredientes de origen animal. Derivados de subproductos originados del transformado de otras ganaderías –con la excepción de rumiantes– aptos para consumo humano directo.
Sin embargo, la sustitución por harinas vegetales supone una presión añadida sobre los cultivos terrestres. Y aquí está el gran reto con el que se encuentra la acuicultura: controlar que el aprovisionamiento de la materia prima con la que se va a alimentar a los peces provenga de lugares en los que se hayan cultivado de manera sostenible. Es decir, que no vengan de bosques deforestados, por ejemplo. “Por este motivo, se están comenzando a utilizar otras fuentes de proteína como las harinas de insectos, microalgas, subproductos alimenticios o las proteínas derivadas de microorganismos”, explica la responsable de Apromar.
ODS 13. Acción por el clima
Como todas las actividades humanas, la acuicultura tiene que contribuir a la lucha contra el cambio climático. Esto significa que tendrá que adaptarse al incremento de temperaturas del agua, a los cambios en los patrones de corrientes, de vientos, de oleaje, a la subida del nivel del mar, al aumento de floraciones de algas nocivas…
“La acuicultura está apostando por la producción de especies como las algas y moluscos, que se alimentan de lo que les proporciona el mar, sin necesidad de tener que añadir piensos, lo que además de abaratar el proceso de producción, es más eficiente y contribuye a reducir la huella carbónica. En el caso de las algas y moluscos con concha, estos además juegan un papel importante como sumideros de CO2, ya que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, minimizando su contribución al calentamiento global”, cuenta Izaskun Zorita.
ODS 14. Vida submarina
La acuicultura, además de colaborar en el aumento de las poblaciones que viven en las aguas, tiene la posibilidad de ayudar a conservar las especies que han estado expuestas a una excesiva explotación por la pesca tradicional. Es el caso de algunos crustáceos, como la langosta; el abulón, entre los moluscos; o la totoaba, en los peces.
Según la lista roja de especies amenazadas, elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 27 % de las especies acuáticas están en amenaza de extinción. Una de ellas es el esturión salvaje, muy cotizado por su carne, pero sobre todo por sus huevas: un kilo de caviar de beluga del mar Caspio alcanza los 7.000 euros. Estos precios han hecho que sea una especie muy explotada y, junto a la contaminación de las aguas, lo han colocado en la trágica lista. En España, en el año 2019, según datos del Observatorio de la Acuicultura, se produjeron 170 toneladas de su carne, muy cotizada para tartares y carpaccios, y 2,8 de caviar. Al estar prohibida su captura por la pesca tradicional, si no fuera por la acuicultura, no podríamos encontrar esta especie en los supermercados ni abastecer nuestra demanda.
Pero la acuicultura también tiene enemigos: los vertidos y los desechos que se originan como consecuencia de la materia fecal de las especies, por el alimento no consumido y por el resto de los productos químicos utilizados para combatir parásitos, hongos o bacterias que se quedan en el ambiente. En el caso de que no exista una buena renovación de la zona donde está ubicada la granja, estos pueden tener un efecto sobre los fondos marinos. Por ello, la selección de la ubicación de las granjas es una cuestión clave para minimizar el impacto de estos desechos y debe abordarse bajo directrices de sostenibilidad.
En este sentido, dentro del Programa Marino de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la Secretaría de Pesca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España (MAPA) junto con la Federación Europea de Productores de Acuicultura (FEAP), crearon entre 2007 y 2009 una serie de guías para el desarrollo sostenible.
- En la instalación y ubicación de viveros marinos es importante tener en cuenta la posible existencia de especies sensibles, como la posidonia, una planta acuática que puede verse negativamente afectada por las granjas. Cada nueva granja que se crea debe realizar un estudio previo de impacto ambiental y descartar los riesgos.
- La protección de los ecosistemas donde se ubican las granjas es esencial para la propia explotación acuícola. Los propios cultivos requieren del mantenimiento de un medio natural, con las mejores condiciones para su desarrollo.
- Para garantizar esta protección y disminuir las interacciones negativas con la fauna y flora del medio acuático, se aplican diversas medidas que minimizan este impacto. Por ejemplo, redes de protección frente a pájaros, mamíferos y peces depredadores, que evitan que estos queden atrapados en las granjas. También se aplican planes de vigilancia y seguimiento de la evolución de las poblaciones de alto valor ecológico más próximas a las granjas, como las praderas de posidonia o las comunidades coralígenas.
Uno de los centros de investigación y tecnología españoles que se dedican a la acuicultura marina es Azti. De todos los proyectos realizados, si tienen que quedarse con uno, sus responsables destacan la innovadora infraestructura desarrollada en Mendexa (Bizkaia). La sobreexplotación y el descenso de las capturas hicieron que la actividad pesquera vasca se viera en la necesidad de abrir nuevos horizontes, impulsando hasta el momento la escasamente desarrollada acuicultura. Aquella iniciativa consistió en instalar en mar abierto, a 1,5 millas de la costa de Mendexa, una innovadora instalación con un sistema de fondeo a 40 metros de profundidad, boyas y 200 cuerdas destinadas al cultivo del mejillón.
“El oleaje en la costa vasca y en el resto de la cantábrica es severo y, en la práctica, no hay zonas abrigadas de la fuerza del mar –como, por ejemplo, en las Rías Baixas gallegas–, con buena calidad de agua, suficientemente extensas y de profundidad bastante para realizar cultivo de moluscos”, comenta Manuel González, experto en Tecnologías Marinas de Azti. “Que una instalación en mar abierto de mejillón sea capaz de soportar el rigor de nuestro mar y siga dando pasos en la producción industrial, es un logro muy positivo. El futuro dirá si consigue aportar sustancialmente al sector y supone un hito relevante”, añade. La idea comenzó a desarrollarse hace una década y hoy en día, después de años de análisis de estudios de viabilidad biológica, económica, ambiental y social y pruebas piloto, ya está a la venta el primer mejillón de cultivo en la costa vasca del Cantábrico.
En materia de innovación también es un referente el Puerto de Vigo, con 26 proyectos en marcha. Carlos Botana, jefe del departamento de sostenibilidad de la Autoridad Portuaria de la ciudad, destaca Peiraos do Solpor (muelles del atardecer, en castellano), que recibió el premio de la Asociación internacional de Puertos como mejor proyecto de integración puerto-ciudad. Esta iniciativa consiste en la trasformación de las actuales estructuras grises existentes en los muelles en estructuras verdes, empleando para ello arrecifes artificiales.
“En este proyecto trabajamos con la Universidad de Vigo y con empresas internacionales, universidades de Dinamarca y empresas locales, para hacer una transformación de las escolleras y muelles en lugares vivos. Los resultados están siendo realmente extraordinarios y se está produciendo un aumento de vida y riqueza en las aguas del puerto. Hoy es posible ver nutrias, caballitos de mar, además de un gran número de crustáceos y peces en zonas donde antes no había vida”, explica Botana.