El comedor escolar puede ser un espacio educativo más. Allí se pueden fomentar hábitos saludables, una buena alimentación y, también, el cuidado y el respeto medioambiental. Educar en sostenibilidad es clave en nuestro tiempo, y una parte de ese aprendizaje tiene que ver con la alimentación y el aprovechamiento de recursos. ¿Cómo se puede reducir el desperdicio alimentario en los colegios? Además de mejorar la gestión del comedor, los alumnos y sus familias tienen un papel protagonista en el cambio.
Se estima que el desperdicio de comida medio en los comedores españoles está entre los 60 y 100 gramos por alumno al día. Un estudio del Ministerio de Agricultura sobre la problemática de las sobras calculó que el volumen total de desperdicio en los comedores escolares en Primaria es superior a los 10 millones de kilos al año. El mayor desperdicio se produce en verduras, legumbres y pan. También, en los menús de línea caliente, ya que ciertos alimentos se estropean porque, por una mala planificación a la hora de hacer la compra o por preparar un número excesivo de raciones, no han llegado a ser cocinados.
El Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroalimentario (CREDA), en su estudio ‘Escuelas contra el despilfarro alimentario’, concluyó que para reducir estas preocupantes cifras es necesario inculcar a los alumnos una serie de hábitos y estrategias. El trabajo, realizado en el área metropolitana de Barcelona, midió la cantidad de comida que los niños dejaban en el plato: 46,9 gramos de media por estudiante y un global de 20,5 kilos por escuela.
Para reducir estas cifras, el estudio propone una serie de estrategias, como la especialización del monitor, muy importante a la hora de convencer al niño para que termine su ración. Otras medidas fueron dejar más tiempo entre la hora del bocadillo y la comida, mostrar con antelación a los niños el “menú del día” para que pudieran anticiparse a la comida que les servirán en el plato; comer después de haber jugado y con música relajante de fondo; o el uso de un “semáforo del hambre” que les permita escoger la ración adecuada según su apetito.
Una acción muy interesante también fue trasladar el debate del despilfarro alimentario a clase, aportando a los alumnos datos de actualidad, como que en el mundo se tiran al año 1.300 millones de toneladas de comida. Después, los alumnos en sus casas y con ayuda de sus padres, prepararon algunos platos con las sobras. El resultado tras unas semanas fue que se redujo el despilfarro de comida un 34 %.
10 trucos para reducir el despilfarro alimentario en el comedor
El proyecto del CREDA propone 10 trucos para reducir el desperdicio alimentario que se basan en estudios científicos y sugieren algunos cambios en el ambiente o funcionamiento del comedor. Son los siguientes:
1. Poner música relajante
Hay estudios que afirman que el nivel de ruido y agitación de un comedor escolar está relacionado con la cantidad de desperdicio alimentario que se produce. La música relajante y ambiental contribuye a reducir el nivel de ruido general y, consecuentemente, el desperdicio.
2. Cambiar de bandeja a plato
Existen estudios científicos que han observado que sirviendo la comida en platos, en lugar de bandejas, los alumnos tiran menos comida. Esto se puede deber a que se mantiene mejor la temperatura de los alimentos. Asimismo, permite a los estudiantes a ajustar la ración del segundo plato al hambre que tienen después de haber comido el primero.
3. Medir el despilfarro
Que los niños separen los restos de los platos en diferentes cubos, y que estos estén a la vista, les ayuda a hacerse una idea de la comida que ha sobrado.
4. El pan, con medida
Hacer que el trozo de pan sea opcional para que no acabe quedando en el plato o bandeja. El pan que no se haya tomado se puede usar a la hora de merienda acompañado de chocolate, queso, etc.
5. Con la fruta, ¡hagámoslo fácil!
Si los niños no terminan la fruta, podemos enseñarles maneras de cortarla para que les sea fácil y puedan aprovecharla mejor. Una alternativa es ofrecer piezas más pequeñas o, si son grandes, que puedan compartirlas.
6. Comer después de jugar
Algunos estudios demuestran que si los alumnos comen después de haber ido al patio (a jugar, correr, saltar…), comen mejor y se produce menos desperdicio alimentario.
7. Comer más despacio
Dejar a los estudiantes más tiempo para el almuerzo.
8. Variar el acompañamiento
A menudo, el acompañamiento del segundo plato es lo que más sobra. Una manera de evitarlo puede ser ofrecer acompañamientos variados: pisto, arroz, lechuga, patata o verduras al horno o la plancha, puré de patata…
9. Los monitores, pieza clave
Concienciar a los monitores y monitoras de su papel clave a la hora de educar a los niños para que no tiren comida e intentar que tengan los recursos necesarios para llevar a cabo esta tarea.
10. Ser conscientes de lo que comemos
A la hora de servir la comida, conviene recordar a los menores que pidan lo que creen que comerán, no más. Y que, si se quedan con hambre, podrán repetir.