El día a día de Mariam, de 50 años, y su familia, es una continua batalla por sobrevivir. Viuda, con seis hijos y siete sobrinos que se vio obligada a adoptar cuando su hermano y su esposa murieron en la guerra, Mariam ahora se ve sola con 13 niños a su cargo a los que debe alimentar. Fatemah Naser, una niña de 11 años, también se encuentra inmersa en esta lucha por la supervivencia. Todas las noches sueña que ella y su familia comen. Ahmed Abdu Ahmed, de 11 años, y su hermana de 10, intentan cumplir este sueño de poder comer un poco cada día recolectando y vendiendo plásticos reciclables en el asentamiento de Dharawan. Después de seis años de conflicto, cumplidos el pasado 26 de marzo, despertarse cada mañana en Yemen continúa siendo un reto que superar.
Estas tres familias reflejan la realidad de un país que se ha convertido en la mayor crisis humanitaria del mundo. Mariam, Fatemah y Ahmed resumen la vida actual de 20 millones de personas en Yemen que, como ellos, necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir día a día.
Yemen, más allá de la guerra
“Perdí mi casa. Mi marido. La felicidad de mis niños. La mía”, afirma rotunda Shofah Sulayman, desplazada interna en Yemen. Pero la situación alarmante del país no solo encuentra su causa en la guerra.
Aunque las bombas han traído consecuencias tan graves como infraestructuras sanitarias inoperativas y que la economía sufra una profunda crisis al borde del colapso, antes del estallido del conflicto, Yemen ya era el país con la economía menos desarrollada de Oriente Medio. Además, ya padecía graves inundaciones por lluvias torrenciales, que solo en 2020 hicieron que 300.000 personas perdieran sus hogares, cosechas y ganado.
En este contexto, el país se ha convertido en el escenario perfecto de graves enfermedades como la cólera, malaria, dengue, fiebre chinkungunya y, ahora, la covid-19. Para esta última, las familias no cuentan con tiempo ni recursos para protegerse. “El hacinamiento es generalizado. Los refugiados y desplazados internos yemeníes no se pueden aislar por sí mismos. La mayoría no tienen agua corriente y ni siquiera pueden lavarse las manos de forma regular. Sin ayuda inmediata, no seremos capaces de llegar hasta ellos con los recursos necesarios para que puedan hacer frente a la pandemia”, apunta Jean-Nicolas Beuze, representante de ACNUR en Yemen.
Hambre e infancia
En la actualidad, la mayoría de la población en Yemen solo puede comer una vez al día. La guerra está destruyendo los hogares y las fuentes de ingresos de los yemenís, como cultivos, ganados y otros empleos y, con la economía del país sumergida en una profunda crisis, los desplazados no pueden encontrar con facilidad un empleo.
Así, muchas familias recurren a la venta de sus pertenencias y a sacar a sus hijos e hijas de las escuelas para mendigar y trabajar. En este sentido, es importante destacar que, desde que comenzó la guerra, el 55 % de los cuatro millones de desplazados internos son niños y niñas que asumen las tareas del hogar de un adulto, como cuidar a su familia. Esto se convierte en una forma de aumentar el riesgo de sufrir explotación, abuso y traumas psicológicos.
Los estudios reflejan que 50.000 yemenís se encuentran en condición de hambruna, cinco millones al borde de estarlo y once millones en niveles críticos de inseguridad alimentaria. La mitad de estas cifras son menores de 18 años con traumas psicológicos a consecuencia de la guerra. Según la última encuesta de seguridad alimentaria de la ONU en Yemen, este año 16 millones de personas podrían pasar hambre.
Ayuda inmediata de ACNUR
Desde que comenzó el conflicto, ACNUR no ha dejado de proporcionar material de emergencia, ayudas económicas y servicios psicosociales a la población en Yemen. “Antes de recibir la ayuda de ACNUR no podía alimentar a mis hijos. No tenía ni un grano de arroz que darles”, comenta la madre de Reem, una desplazada interna de 11 años que padece una enfermedad grave por la que necesita medicación regular.
Por otro lado, ACNUR ha ayudado a más de 130.000 refugiados y solicitantes de asilo en Yemen y continúa evitando la propagación de la covid-19 llevando a cabo campañas de información y concienciación.
En cuanto a la atención de la población desplazada interna y refugiada, el trabajo de ACNUR se centra desde el registro de estas personas para que cuenten con documentos de identificación hasta la puesta en marcha de programas de medios de vida para personas desplazadas y de las comunidades de acogida con el fin de fomentar la activación de la economía local.
ACNUR lleva más de seis años proporcionando asistencia humanitaria a la población yemení. “Cada día, damos refugios de emergencia o ayudas económicas a familias para que puedan comprar comida o medicinas para sus niños y ancianos. Sabemos cómo salvar vidas, pero necesitamos más recursos urgentemente”, concluye Jean-Nicolas Beuze. Tu ayuda también es necesaria, y ahora más que nunca.