No hay localidad española que no cuente con su plataforma ciudadana en favor de la promoción del uso de la bicicleta. Desplazarse por la ciudad en este vehículo sigue siendo peligroso, por no mencionar lo arriesgado de los trayectos entre ciudades. Quizá por ello aún son pocos quienes van a trabajar, a la universidad o, simplemente, de compras en bici. Ante este panorama, han proliferado diversas asociaciones de usuarios de bicicletas que tienen ante si la ardua labor de popularizar el uso de la bicicleta como medio de transporte, ya que España es uno de los países de la UE en los que menos se utiliza la bicicleta.
Poca tradición
La escasa tradición que hay en el país para desplazarse habitualmente en este vehículo de dos ruedas y las pocas vías habilitadas para este uso justifican la distancia respecto a Europa. El manual «En bici, hacia ciudades sin malos humos», publicado por la UE para promover el uso urbano de la bicicleta afirma que «fundamentalmente, es la falta de las condiciones necesarias lo que impide moverse en bici». Además, atribuye al riesgo de robo, a la densidad de tráfico automovilístico, al exceso de velocidad y a la falta de respeto de los automovilistas hacia los ciclistas este escaso empleo del popular vehículo.
A pesar de ser la cuna ciclistas tan ilustres como Miguel Induráin, Perico Delgado o Marino Lejarreta, España se encuentra a la cola de la UE en penetración de la bici como trasporte habitual de su ciudadanos. Así, según el manual de la UE, en nuestro país sólo el 4% de la población utiliza una o dos veces por semana la bicicleta, mientras que en otros estados de su entorno las cifras alcanzan el 8% en Francia, el 17% en Italia, el 29% en Bélgica, el 33% en Alemania, el 50% en Dinamarca y el 66% en Holanda, que es sin duda el país más avanzado del mundo en lo que al uso de bicicletas se refiere.
Otro dato revelador de la escasa popularidad de este vehículo entre nosotros es el que afirma que cada español recorre al año un media de 24 kilómetros en bici, en tanto que los franceses hacen 87 kilómetros, los griegos 91 kilómetros, los belgas 327 kilómetros, los alemanes 300 kilómetros, los daneses 958 kilómetros y los holandeses 1.019 kilómetros. Y es que en España hay 231 bicicletas por cada mil habitantes, frente a las 727 de Holanda.
Pero la situación comienza a cambiar. Las exigencias que en materia medioambiental impone la UE, además de la demandas de los ciudadanos, han provocado que los municipios hayan comenzado a incentivar el transporte público, el uso compartido de vehículos y la bicicleta. «La utilización desenfrenada del coche para desplazamientos individuales es incompatible con la movilidad de la mayoría de los ciudadanos», señala el informe de la UE.
El compromiso de la UE para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, junto con la promesa de mejorar la calidad del aire, lleva a las ciudades a replantearse su política de transportes, que deberá ir encaminada a respaldar y fomentar proyectos y conductas en favor de un entorno urbano más saludable. Y en este sentido, la UE cree que la bicicleta jugará un papel capital en los próximos años. En consonancia con las demandas de los grupos que fomentan el uso de la bicicleta y con las exigencias comunitarias, las ciudades comienzan a ver una nueva red de carreteras, alternativas a sus vías urbanas habituales: los carriles bici.
No obstante, no todas estas vías de color rojo, marcadas con una señal azul y redonda con una bicicleta blanca en el centro, son iguales. El Ministerio de Fomento distingue entre vía ciclista (que es el término generalizado para todas y que incluye a todas las carreteras específicamente acondicionadas para las bicicletas); carril-bici (cuando discurre adosado a la calzada); carril bici protegido (con elementos laterales -vayas o setos- que lo separan del resto de la calzada); acera-bici (con trazado independiente de la carretera, pero que transcurre a lo largo de una acera) y senda bici (vía para peatones y bicicletas que discurre por espacios abiertos, parques o bosques).
¿Qué normas rigen en estas vías?
A nivel estatal no hay ninguna norma específica que rija la circulación en este tipo de vías, salvo que «los conductores de bicicletas tienen prioridad de paso respecto a los vehículos a motor, cuando circulen por un carril-bici, paso para ciclistas o arcén debidamente autorizado para uso exclusivo de conductores de bicicletas», según recoge el Código de Circulación. La Dirección General de Tráfico, a partir de la última reforma de la Ley de Seguridad Vial del 19/12/01 que entró en vigor el 21/01/02, regula únicamente la circulación de los ciclistas en carreteras en las que también transitan otros vehículos, como coches, motos, camiones, etc. Así, la ley señala que cuando los ciclistas no dispongan de una vía o parte de la misma especialmente destinada a ellos, circularán por el arcén de la derecha.
En el caso específico de las vías ciclistas, las pocas normas que existen son las ordenanzas municipales, que dicta cada localidad, y, por supuesto, las normas básicas de tráfico (los semáforos y pasos de cebra, sobre todo). CONSUMER EROSKI ha estudiado dos ejemplos: Barcelona y San Sebastián.
En la capital catalana, al margen de las vías ciclistas, las ordenanzas municipales permiten a las bicicletas circular por la acera, siempre que ésta tenga una anchura de más de cinco metros, se respete la prioridad de los peatones y no se superen los 10 km/h. Las aceras-bici son las más problemáticas, al compartir recorrido con las aceras y, por tanto, con los peatones. Los cruces con calles transversales se efectúan mediante la presencia de líneas discontinuas de color blanco sobre las bandas, de mayores dimensiones, del paso peatonal. En los lugares donde no hay cruce viario pero sí paso de peatones, el carril-bici interrumpe su señalización horizontal, quedando la preferencia de circulación para los peatones.
Por su parte, la capital guipuzcoana recientemente ha puesto en marcha el carril-bici en el Paseo de la Cocha. Se denominan bidegorri (la traducción literal al castellano significa carril rojo, en clara alusión al color del asfalto que los cubre) y no cuentan aún con una normativa concreta, aunque fuentes municipales afirman que ya hay un acuerdo para redactar una nueva ordenación de la circulación.
Aumento de ciclistas
El número de bicicletas que circulan por las poblaciones ha crecido. La conexión de los distintos carriles bici, que antes acababan en cualquier avenida frecuentada por coches, ha sido un factor importante. Sólo en Barcelona, la flota se ha incrementado un 20% en cinco años y según datos municipales alrededor de 20.000 ciclistas circulan por la ciudad de lunes a viernes y en torno a 90.000 cicloturistas durante los festivos.
Sin embargo, desde la asociación donostiarra de ciclistas urbanos Kalapie se apunta, por el contrario, que se ha avanzado muy poco. «No hay un esfuerzo de la Administración central por fomentar el uso de la bicicleta», añaden desde la organización, que matiza que los únicos que hacen algo por que aumente la circulación en bicicleta son los municipios. «Con hacer carriles bici no basta», señalan desde Kalapie, «lo que hay que fomentar también es la interconexión entre las vías ciclistas y facilitar el acceso de los ciclistas en el transporte público».
De lo que nadie duda es que se está produciendo un cambio de mentalidad en favor de una «política de desplazamientos respetuosa con el medio ambiente urbano», como asegura la UE en su manual.