El caso Prestige es la punta del iceberg negro de la contaminación en el mar. Los petroleros que se accidentan provocan un mínimo porcentaje de los vertidos originados por este transporte. Aún mayor es el originado por labores de limpieza furtiva de sus depósitos en alta mar. Los océanos reciben cada año cerca de 2,5 millones de toneladas de petróleo y sus derivados. Pero no sólo este mercado ennegrece las aguas, la mayor parte de los residuos generados por las actividades humanas acaban en el “gran vertedero del planeta”. Sus efectos perjudican el medio ambiente y la salud humana.
Contaminación de petróleo y sus derivados al mar
El desastre ecológico provocado por el petrolero Prestige, con su hundimiento en noviembre pasado frente a las costas gallegas, ha hecho patente a los ojos de la opinión pública un problema latente durante las últimas décadas, el de la contaminación originada por el “oro negro”.
No sólo su contaminación atmosférica, sino, sobre todo, la marina, pues el mar es la gran vía de transporte de esta fuente de energía. En los últimos años varios han sido los casos de derramamiento de hidrocarburos al mar que han llegado a las portadas de los medios de comunicación.
Sin embargo, la contaminación de petróleo y sus derivados al mar no se ciñe de manera exclusiva a estos desastres. El transporte de crudo y los residuos de las industrias y de los usos ciudadanos están, desde hace años, tiñendo de negro al planeta azul.
Según un estudio de la Universidad Politécnica de Cataluña, mencionado por el diario La Vanguardia, los grandes petroleros vierten al mar Mediterráneo, en la zona catalano-balear, unas 2.000 toneladas anuales de hidrocarburos, mayoritariamente en tareas furtivas de limpieza en alta mar. Para un petrolero es mucho más barato limpiar sus tanques fuera de puerto. La operación consiste en llenar de agua los tanques y evacuarla después. Este agua se lleva consigo las toneladas de restos de hidrocarburos que quedan alojadas en el tanque una vez vaciada la carga. En un barco de unas 100.000 toneladas, estos restos son, aproximadamente, 500 toneladas.
Los datos de este estudio, elaborados a partir de imágenes tomadas por satélite, detallan que esas 2.000 toneladas de hidrocarburos ocuparían unos 8.425 kilómetros cuadrados, es decir, un cuadrado de 92 kilómetros de lado.
Estas operaciones fuera de puerto quedarían a espaldas del Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación de los Buques (MARPOL), de la Organización Marítima Internacional. Su objetivo es limitar la cantidad de aguas mezcladas con residuos de hidrocarburos que se vierten al mar y asegurar que los puertos de descarga cuentan con instalaciones de recepción de residuos oleosos provenientes de los buques.
2,5 millones de toneladas de petróleo al mar
Imaginando una extrapolación de los datos del estudio de la Universidad Politécnica de Cataluña las cifras sobre los vertidos de este tipo en todo el planeta podrían certificar cifras astronómicas.
Cerca de 6.000 buques transportan este tipo de cargamento por todo el planeta. Cada año los océanos reciben aproximadamente 2,5 millones de toneladas de petróleo y sus derivados. Cifra que sube a 3,5 millones, según datos de Greenpeace. De ellas, sólo un 5% podría atribuirse a grandes vertidos consecuencia de accidentes (la organización ecologista WWF-Adena ha establecido en más de 200 los ocurridos en el pasado siglo). El 30% ó 40% se debe a la limpieza de los barcos y a las emisiones a la atmósfera, que terminan en el mar en forma de lluvia.
Otro 10% es atribuible a emisiones de fuentes naturales. El resto tiene como origen las actividades en tierra firme, originándose por las industrias y del uso de automóviles. En este aspecto, el hombre no sólo tira al mar petróleo, sino un sinfín de compuestos químicos, metales pesados y otros contaminantes. Aunque existen sistemas de depuración éstos aún no son una realidad en gran parte de los países en vías de desarrollo, ni siquiera son completos en los países del primer mundo.
En la Unión Europea, solamente cuatro países (Francia, Finlandia, Dinamarca y Luxemburgo) reciclan la mitad de los lodos que generan cada año sus depuradoras. En la mayoría de los países, el vertido es la principal vía de eliminación de estos lodos, unos 8 millones de toneladas al año en el territorio de la UE.
Vertido de fuel, el más peligroso
Todos estos vertidos al mar no son uniformes porque los petroleros no transportan siempre al mismo “pasajero”. En el reciente caso del Prestige, la carga era fuel, en concreto, el denominado “número 6” o “búnker C”, que se usa en barcos de gran potencia o en combustión industrial. Esta denominación varía en la acepción francesa, que determina fueles “número 1”, “número 2”, “número 2 BTS” y “número 2 TBS”.
Según el instituto francés CEDRE, (Centro de Documentación, Investigación y Experimentación sobre las contaminaciones accidentales del agua), el fuel del Prestige corresponde al tipo “numero 2”, lo que define un contenido máximo de azufre del 4%.
Este fuel es un residuo que se forma cuando al petróleo le han quitado, por decirlo así, la gasolina y los disolventes. Es uno de los derivados petrolíferos menos biodegradables y, a su vez, uno de los más densos, con lo que se disuelve de forma más difícil. Esto hace que quede semisumergido. El fuel no se evapora, mientras que el petróleo puede llegar a hacerlo en un 50% ó 60%. Esta constatación ha hecho asegurar a la Agencia Nacional Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (NOAA) que no es tan tóxico para los organismos marinos como otros fueles más ligeros.
Por su parte, el Comité de Seguridad Marina de la Organización Marítima Internacional señaló, en el año 1999, que la peligrosidad contaminante de este “fuel número 6” es el doble que la del crudo convencional.
Según hizo público la organización ecologista Greenpeace, este tipo de fuel contiene compuestos hidrocarburos aromáticos policíclicos, es decir, componentes tóxicos, en concentraciones totales de 400 mg/kg. Entre estos componentes están el benzopireno o el indenopireno, de efectos cancerígenos.
Efectos del petróleo
La contaminación en el mar no se refiere sólo al desastre ecológico visible en las costas, o al desastre económico primigenio de los pescadores que no pueden faenar. Sus efectos quedan latentes en la vida marina y pueden llegar, en un medio o largo plazo, a la cima de la cadena alimenticia, es decir, al ser humano, después de pasar por los seres vivos que habitan los océanos.
El comportamiento de un derivado de petróleo en el mar depende, según el CEDRE, de cuatro propiedades: su volatilidad, su solubilidad, su tendencia a formar emulsión y sus posibilidades de degradación. Cada vertido, entonces, tendría unas propiedades diferentes.
Un informe de Greenpeace analiza de forma general los efectos del petróleo sobre el mar. Por un lado están los llamados fóticos, el hidrocarburo afecta a la superficie del agua, impidiendo el paso de la luz y del oxígeno, perjudicando a la vida marina, tanto acuática como aérea (aves pescadoras). La falta o disminución de luz reduce el área donde es posible la fotosíntesis, y, por tanto, perjudica el desarrollo de plantas.
El 80% de esta actividad fotosintética se produce en los 10 primeros metros de profundidad. La falta de plantas disminuye, a su vez, el aporte de oxígeno y de alimento al ecosistema, y también el cobijo que dan a miles de especies marinas. Ello origina una caída en la extensión de fitoplancton, y, por consiguiente, también un descenso de la cantidad de zooplancton, lo que puede provocar la interrupción del crecimiento de un número importante de especies.
Otra clase de efectos son los llamados tóxicos. Los más visibles son los que sufren las aves, que impregnadas de petróleo pueden llegar a morir de hipotermia, además de envenenadas o de inanición, por no poder acceder a su alimento. Los mamíferos marinos pueden sufrir el taponamiento de sus vías respiratorias y su mucosa por los contaminantes químicos, aparte de problemas en la piel. Al alimentarse de animales contaminados, el envenenamiento también es una amenaza para ellos.
Pero no quedan ahí los efectos tóxicos del petróleo. Al llegar al fondo marino el ecosistema sufre graves alteraciones; las algas quedan cubiertas por una capa aceitosa que dificulta su reproducción.
Los mejillones y otros moluscos pierden su adherencia a las rocas y caen, con lo que dejan de alimentarse, mientras que otras especies filtradoras ingieren tal cantidad de contaminante que mueren o se convierten en no aptas para el consumo humano. En conjunto, los efectos sub-letales pueden abarcar deformaciones, pérdida de fertilidad, cambio en el rumbo de las migraciones, reducción en el nivel de eclosión de huevos, alteraciones en el comportamiento, etc.
Los expertos del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), señalan que el fuel afecta a la cadena nutricional en el litoral, desde el plancton hasta los seres que viven en las rocas (percebes o mejillones) o los que habitan en el sedimento (berberechos y almejas) provocándoles la muerte o debilitándoles.
El microbiólogo José Luis García explica desde el CSIC, donde desempeña su labor, que los efectos en el fondo marino y los que conllevan los componentes del vertido que no se ven pueden ser más nocivos que los visibles, precisamente por esa no identificación. Según este experto, hay componentes de los hidrocarburos que no son asimilables por bacterias y microorganismos, como los componentes cicloalcanos y poliaromáticos.
Sin embargo, hay otros que, al ser combustibles fósiles, son fácilmente asimilables por estos organismos, sin dañar a la cadena. Durante millones de años han existido emanaciones naturales de petróleo en el fondo marino. Por eso algunos pequeños organismos se han especializado en obtener energía a partir de su degradación. Aunque éste es un proceso lento y que no sirve para acaparar las ingentes cantidades de petróleo y derivados que llegan al mar.
Efectos sobre la salud
Algunos componentes del petróleo y sus derivados son cancerígenos. El crudo contiene multitud de compuestos químicos diferentes que varían según la procedencia del mismo. La mayoría de estos compuestos son hidrocarburos, entre el 50% y el 98%, pero hay también otros metales como el vanadio, el níquel o el hierro.
Algunos de los hidrocarburos tienen una conocida toxicidad para el ser humano, aunque Grenpeace afirma que hay otros muchos de los que se desconoce su nivel de peligrosidad. Entre los compuestos destacados por sus efectos nocivos contra la salud están los hidrocarburos aromáticos simples y los policíclicos.
La mayoría de estos compuestos tóxicos entran en el cuerpo por vía respiratoria, como el benceno, el tolueno o los citados benzopireno e indopireno, desafortunadamente los que contiene el fuel del Prestige.