La presente temporada de rebajas ha servido para poner de manifiesto la familiaridad de los consumidores con el euro y atenuar los efectos de la temida cuesta de enero. La Navidad no ha sido una época especialmente favorable para las ventas y los almacenes han empezado el año repletos de mercancía. Por esta razón, los comerciantes han optado por descuentos que alcanzan hasta un 30%, frente al 25% habitual, y las ventas se han situado casi 9 puntos por encima de las realizadas durante el mismo periodo de 2002.
Incremento de las ventas
La disminución de las compras navideñas y una temida recesión económica parecen haber hecho mella en los comerciantes, que presentan la reciente temporada de rebajas con descuentos más altos que en años anteriores y un 5% más de producto en stock. Tras disfrutar de un periodo marcado por el derroche, los consumidores llegan al primer mes del año con la intención de encontrar esa ganga que haga más llevadera la economía familiar y, en esta ocasión, parecen haberla encontrado.
“Durante la primera semana, las ventas se han incrementado un 9% con respecto a las del mismo periodo de 2002. Las previsiones apuntan hacia el 10% al final de la campaña”, señala el secretario general de la Confederación Española de Comercio, Miguel Ángel Fraile.
La climatología, marcada por las bajas temperaturas, ha sido otro factor decisivo que ha propiciado la venta de ropa de abrigo en rebajas, después de un invierno con temperaturas más altas de lo habitual.
Además, el comercio urbano y de proximidad ha optado por mejorar su oferta y se ha situado en cuanto a volumen de negocio por delante de los grandes almacenes.
“Un 45 % de las ventas corresponde al pequeño y mediano comercio, los denominados establecimientos multimarca, mientras que las grandes cadenas, como Zara o Cortefiel, se adjudican entre un 35% y un 40%, y los almacenes deben conformarse con el 15% restante”, matiza Fraile.
A esta situación se une el hecho de que, tras un año de convivencia con el euro, la población conoce de sobra el valor de cada billete y cada moneda y no tolera los redondeos al alza.
Pasados doce meses resulta más fácil conocer los límites del monedero y controlar el gasto, de manera que, tras comparar precios, el cliente toma decisiones más acertadas a la hora de decidirse por un comercio u otro. “Las marcas de prestigio se pueden encontrar más baratas en las tiendas pequeñas que en los grandes almacenes”, aseguran responsables de las organizaciones de consumidores.
En total, las rebajas proporcionan casi un 20% de los ingresos anuales a los comerciantes, pese a que un 13,8% de los ciudadanos asegura no acudir con asiduidad a las tiendas en esa época. Quien lo hace, destina entre 90 y 120 euros a una práctica que supone la puesta en el mercado de una cantidad superior a los 1.000 millones de euros y que viene respaldada por una promoción comercial muy agresiva.
Abusos y reclamaciónes
En los últimos años, tanto los consumidores como los comerciantes reconocen que el volumen de quejas ha disminuido, aunque, eso sí, hay diferentes dosis de optimismo. Mientras los comerciantes aseguran que “ésta es la época en que menos incidencias se registran”, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) revelan que “cada año el consumidor está más informado y consulta menos sobre este tema, pero el número de reclamaciones en 2002 fue aún muy elevado”.
En este sentido, la Ley de Comercio es estricta y exige a los dueños de los establecimientos acatar una serie de normas tales como las referidas a la duración del periodo de rebajas, que debe ser como mínimo de una semana y como máximo de dos meses, o la prohibición de poner a la venta productos deteriorados o adquiridos específicamente con la intención de ser vendidos en esta época.
Asimismo, dicha Ley prevé una serie de sanciones según el tipo de infracción que se cometa. Así, si se deduce que ésta es leve, -no hacer constar el precio habitual del artículo en la etiqueta del mismo o incumplimientos de las obligaciones que marca la Ley-, el comerciante deberá abonar una multa de hasta 3.000 euros. Si, por el contrario, se deduce que la falta es grave -ofertar como rebajados artículos defectuosos-, la multa oscila entre los 3.000 y los 15.000 euros.
En caso de conflicto, el primer paso es solicitar una hoja de reclamaciones y, si el establecimiento no contara con dicho documento, presentar la queja por escrito, con el sello del comerciante, ante los servicios de consumo provinciales. “También es posible remitir la queja por telegrama con acuse de recibo, enviando una copia a la administración competente en materia de consumo (OMIC, Servicios de Consumo de la comunidad).
Estos incoarán un expediente que finalizará en sanción o no, dependiendo del resultado que arrojen las investigaciones”, explica un portavoz de la OCU.
Si se determina que el comerciante ha incurrido en infracción, la multa no resarcirá al cliente, quien deberá perseguir su indemnización a través de alguna organización de consumidores, “donde se impulsará una mediación entre el comerciante y el cliente, intentando llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes”. Si también esta vía falla, se enviará el caso a las juntas arbitrales de consumo, donde se emitirá un laudo con efectos similares a una sentencia judicial, pero con el que se evitan los largos plazos y costes económicos.
El último recurso es acudir a la vía de los tribunales, por lo que el proceso puede alargarse durante varios meses. No obstante, el cliente no debe desanimarse. “Nuestra experiencia nos dice que muchas reclamaciones se solucionan en nuestra asesoría y en las juntas arbitrales de consumo. Por ello, es conveniente reclamar, puesto que el resultado es satisfactorio en un alto porcentaje”, aconsejan en la OCU
Impulso de nuevas tecnologías
Pese a que el sector textil y de calzado acaparan la mayor atención en periodo de rebajas, según un informe reciente del Instituto Nacional de Consumo, ambos grupos han descendido en gran medida su volumen de ventas en favor de las nuevas tecnologías. Los productos electrónicos y, en concreto, los teléfonos móviles, son los nuevos reyes del mercado, cuyo abaratamiento corresponde a la necesidad de deshacerse de terminales obsoletos.
Por esta razón, antes de hacerse con cualquier electrodoméstico, hay que comprobar que la garantía es la misma que presenta con su precio normal y que toda la documentación está sellada y en regla. También es muy importante verificar que, en caso de avería, el proveedor dispone de recambios compatibles con la marca y el modelo del producto, al menos, para los próximos cinco años, periodo máximo de vigencia de la garantía.
“Otro dato a tener en cuenta es la necesidad de conservar el embalaje si se prevé una opción de cambio, ya que, de lo contrario, la operación cuenta con pocas probabilidades de llevarse a buen término”, advierte el secretario general de la Confederación Empresarial de Comercio Minorista, Autónomo y de Servicio (CECOMA), Ricardo Lage. “En el caso de los teléfonos móviles -prosigue-, si el producto está defectuoso, se envía el aparato al proveedor y éste tiene la obligación de arreglarlo. Siempre que se trate de una avería en el terminal, no en el servicio o en la tarjeta SIM”, señala.
En esta línea, la Dirección General de Consumo llama la atención sobre la necesidad de asegurarse de que el producto rebajado no esté deteriorado y sea el mismo que antes estaba a la venta. “No se pueden vender como rebajas los artículos adquiridos con esa finalidad”, recalca.
La OCU subraya, además, que la ley es igual para todos y, por ello, “en periodo de rebajas, como en cualquier otro, se deben admitir las devoluciones de artículos que no sean aptos para su consumo o presenten algún vicio. Negarlo es ilegal”.
Si el cliente decide cambiar el producto por otra razón, como alternativa, el dueño del establecimiento puede entregarle un cheque por el valor de la compra en artículos de su propio comercio. Pero no está obligado a descambiar algo que esté en buen estado. Las facturas, los tickets de compra y los comprobantes son, en estos casos, imprescindibles.