¿Está harto de salir por las noches y no encontrar la persona que busca para una relación seria? ¿Su trabajo o sus estudios le roban todo su tiempo y no consigue encontrar una pareja? Casos como estos son los que se encuentran en las agencias matrimoniales todos los días, aunque también acuden muchas personas divorciadas y viudas con ganas de rehacer su vida sentimental. La mayoría de los usuarios de estos centros tiene entre 30 y 60 años y un nivel cultural medio alto. Encontrar el amor ideal a través de estos intermediarios puede costar una media de 900 euros, aunque las tarifas varían bastantes de unos centros a otros.
No sólo se busca pareja
El actual ritmo de vida dificulta el inicio y desarrollo de las relaciones sociales y como consecuencia el número de personas que viven solas aumenta, aunque no todas por decisión personal. Muchas desearían encontrar una pareja estable con la que compartir su vida, pero en ocasiones, esa búsqueda se hace muy complicada por diferentes razones. Además, el número de divorcios va en aumento y las estadísticas demuestran que un 80% de los hombres y un 70% de las mujeres que se separa vuelve a casarse o, al menos, a convivir con otra pareja. Las agencias matrimoniales, un fenómeno que nació en España en los años 70, actúan como intermediarios que tratan de unir a personas que buscan una pareja.
Las agencias matrimoniales aceptan a todas las personas que acuden por su propia voluntad y que sean mayores de edad, aunque la mayoría, tal y como ha comprobado María del Carmen Banús, directora de la agencia Samsara de Barcelona, tiene entre 30 y 60 años. “Acuden muchos clientes con título universitario que normalmente buscan a alguien de su mismo nivel cultural. En general, acuden tantos hombres como mujeres. También es habitual la llegada de gente muy joven que ha sufrido más de un desengaño. Hoy en día es fácil ligar, pero difícil entablar una relación seria y conocer de verdad a una persona”, explican desde la agencia.
Otro grupo habitual es el formado por personas que se han quedado descolgadas de su grupo de amigos porque todos están casados y con hijos, o aquellos que han cambiado de ciudad y no conocen a nadie para salir. Estos también llegan a las agencias en busca de una amistad, que muchas veces termina en amor. En opinión de Carmen Barrio, delegada de la franquicia europea Unicis en Vitoria, los prejuicios contra las agencias van desapareciendo. “Antes a la gente le daba mucha vergüenza reconocer que venía a estos centros, pero cada vez se vive con más naturalidad”.
De la misma opinión es Angélica Martínez, directora del Centro de Relaciones Humanas de Vitoria, quien cree que la idea de que a las agencias sólo vienen personas problemáticas, tímidas o sin posibilidades de relacionarse no es real. “Nuestros servicios son reclamados por ciudadanos muy normales que por dedicar muchas horas a sus trabajos o porque han estado varios años preparando oposiciones, entre otras muchas razones, les resulta muy difícil buscar pareja”, explica la experta.
También en Samsara creen que poco a poco la cultura de la agencia va cuajando. “Aunque es cierto que el número de personas que acuden a estos centros ha aumentado en los últimos años, a algunos todavía les da miedo que sus conocidos bromeen con el tema o que piensen que están desesperados por recurrir a nuestros servicios. Aún sucede lo que ocurría hace años con el psicólogo, que nadie quería reconocer que iba a la consulta”, señala.
Diferentes peticiones de hombres y mujeres
El proceso comienza cuando los interesados acuden a cualquier agencia con la intención de informarse. Allí los clientes deben rellenar un cuestionario muy amplio donde además de la edad, estudios, trabajo y características físicas, tienen que detallar todos sus gustos y aficiones para poder encontrar una persona compatible. Toda esta información se maneja con absoluta discreción y confidencialidad. “Una psicóloga del centro le entrevista para fijar un perfil de cómo es, qué tipo de pareja busca, qué expectativas tiene en la vida, qué quiere de esa relación de pareja, etc. Después se hace un estudio con todos esos datos, y antes de que se apunten y paguen les decimos qué personas podemos presentarles de acuerdo a sus expectativas. Si están conformes, se inicia el servicio”, explica la directora de la oficina de Barcelona.
Tras casi diez años de experiencia en esta agencia, sus profesionales han constatado que los hombres se fijan más en el físico y las mujeres en el carácter. “Ellas prefieren que sea una persona educada y un caballero, aunque esta tendencia va cambiando poco a poco”, asegura María del Carmen Banús. Otra experta en el tema, Angélica Martínez, cree que ese cambio se ha producido ya. “Antes las mujeres se preocupaban de que la persona elegida fuera cariñosa y de trato agradable, pero ahora también exigen un buen físico. En general, ellas los prefieren altos y ellos delgadas”.
Los interesados también deben dejar un par de fotos para el fichero. A partir de ahí, se busca un perfil lo más parecido posible, que en algunos casos se complica dependiendo del nivel de exigencia de cada uno. Una vez que se hayan interesado por alguna de las personas incluidas en la base de datos de la agencia, el primer contacto se realiza por teléfono. “Nosotros les damos los números y ellos se ponen en contacto. Es un sistema más bonito que el antiguo de presentarles en las oficinas, mucho más frío e impersonal. Ellos quedan por su cuenta y se amoldan a sus gustos”, detalla Martínez.
Tres meses de encuentros
Según los datos recogidos en tres agencias matrimoniales, los clientes suelen experimentar una media de 4 ó 5 presentaciones en un período de 3 ó 4 meses hasta que encuentran pareja, aunque hay algunos afortunados que aciertan a la primera y otros que llevan más de un año no se deciden. “En general casi todos lo consiguen. El porcentaje de éxito es muy alto”, apuntan desde el Centro de Relaciones Humanas.
Tanto los responsables de las agencias matrimoniales como los usuarios defienden este sistema para encontrar pareja frente a las críticas o los prejuicios. “No se pierde ni espontaneidad ni romanticismo porque la forma de conocerse no tiene nada que ver con que surja o no el amor. Nosotros les presentamos, el resto depende de ellos”, asegura Carmen Barrio, de Unicis. Además de los encuentros de pareja, en su empresa también organizan otras actividades de grupo en las que participan personas que, en principio, sólo buscan amistad. “En los próximos meses, por ejemplo, se prevé la realización de un curso de risoterapia, un crucero por el Mediterráneo, salidas a la nieve y cenas”, expone.
¿Y cuánto dinero cuesta encontrar la pareja ideal en una agencia matrimonial? Existen diferentes tipos de contratos. En algunos sitios se paga por cada presentación y en otros se cobra por un plazo de tiempo determinado que puede ser un año, dos o más, durante los que se garantizan todas las presentaciones que hagan falta hasta conocer a la persona adecuada. Según datos ofrecidos por María del Carmen Banús, “cada empresa tiene un nivel, pero una agencia seria cobra entre 600 y 1200 euros por la cuota de un año. Nosotros apostamos por una cuota al alcance de todos los bolsillos porque consideramos importante que todo el que venga se quede, y poder disponer así de una base de datos muy amplia que nos permita hacer bien el trabajo”, matiza. Ahora mismo cuentan con una base de más mil personas que buscan pareja.
Estos centros no rechazan a nadie a priori, aunque cuando se presenta alguien con expectativas muy difíciles de cumplir, se lo hacen saber para no engañar a nadie. En la agencia Samsara de Barcelona han tenido varios casos de este tipo. “En una ocasión vino un hombre de 72 años que quería una chica de unos 30 años, y como normalmente no se da ese caso, le dijimos que no podíamos aceptarle”.
Rechazo a los homosexuales
No en todas las agencias aceptan a homosexuales que buscan pareja. La franquicia Unicis es una de las que sí aceptan y tienen muy claro que lo contrario sería discriminación. “El derecho de admisión tiene que ver con el comportamiento responsable de cada persona, no con su orientación sexual. No obstante, los clientes homosexuales en las agencias todavía son minoría. Cuando nosotros rechazamos a alguien es por otras razones: consumo de drogas, adicciones o mentiras”, asegura Carmen Barrio.
Los responsables de este tipo de centros reconocen que existe mucho intrusismo en su profesión. “Nos hemos encontrado con “agentes” que trabajan desde casa apuntando números de teléfonos de diferentes personas, pero sin ofrecer ninguna seriedad ni garantía. En las agencias matrimoniales se tiene la seguridad de que todas las personas han pasado un primer filtro. Sobre todo tranquiliza mucho saber que no se dicen mentiras en cuanto a la edad, profesión, estado civil etc.”, explica Banús.
Internet se ha convertido también en una forma de encontrar pareja, y más allá de presentarse como la competencia de estas agencias, se ha producido un hecho muy curioso. En opinión de Angélica Martínez, “muchas personas que se han conocido a través de foros, diferentes chat etc. han acabado muy decepcionadas por los engaños y medias verdades. Supone un sistema más barato que contratar los servicios de una agencia, pero no ofrece ninguna garantía. Por esta razón, muchos desencantados que esperaban encontrar a su pareja en Internet acaban en las listas de las agencias matrimoniales, por lo que éstas reconocen que en el fondo les beneficia.