Reconocer a un niño superdotado no siempre es fácil. Apenas un 2% de la población infantil iguala o supera el coeficiente intelectual para ser calificado como tal (130) y casi la mitad de los que lo consiguen se presentan como niños problemáticos con bajo rendimiento académico e, incluso, fracaso escolar. Y es que no detectar a tiempo la denominada sobredotación intelectual puede llevar al menor a aburrirse en el colegio por falta de motivación. Los afectados se quejan, además, de que el profesorado no cuenta con la preparación necesaria para identificarlos y reprochan a la Administración la falta de centros especializados y ayudas económicas para potenciar sus capacidades y recibir la educación especial que requieren.
Cómo identificarlos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a una persona superdotada como “aquella que cuenta con un coeficiente intelectual superior a 130”. Una circunstancia que apenas se da en el 2% de la población y cuya detección a menudo resulta complicada.
Los tradicionales test de inteligencia son la mejor manera de identificar a un niño o adulto superdotado, pero no la única. Realizadas siempre por profesionales, estas pruebas deben completarse con la acreditación de otras cualidades como la creatividad artística o el razonamiento lógico de las situaciones.
“Tradicionalmente se ha asociado la superdotación sólo a altas puntuaciones en los test de inteligencia y a la obtención de resultados brillantes en la escuela. En la actualidad, la mayoría de los autores prefieren hablar de talentos múltiples, altas capacidades o talentos específicos en diversas áreas como la música o las matemáticas”, explica el presidente de la Asociación Española de Superdotación y Altas Capacidades (AESAC), José Antonio Montes.
Por sexos, resulta llamativo que, mientras en edades tempranas aparecen niños y niñas superdotados en similar proporción, en la adolescencia la diferencia entre ambos grupos puede alcanzar hasta ocho puntos. Una circunstancia que, en muchos casos, los expertos achacan al interés de las chicas por ocultarlo para evitar así la presión que el entorno ejerce sobre ellas y que les hace valorar más la aceptación e integración social que la obtención de resultados académicos brillantes.
Entre otros indicios, a la hora de reconocer a un niño superdotado, se pueden tener en cuenta los siguientes:
- Gran curiosidad y creatividad.
- Rapidez de aprendizaje y excelente memoria.
- Intereses muy variados y búsqueda lógica del por qué de las cosas.
- Rechazo a la autoridad y gran independencia.
- Comprensión y lectura precoz.
- Persistencia.
- Capacidad de liderazgo y gran energía, con bajo nivel de cansancio.
- Alta autoestima académica, no personal.
Problemas
Desde muy jóvenes, las personas superdotadas desarrollan unas habilidades inusuales para su edad que deben servir de pista para los padres. Si se identifican a tiempo, los pequeños superdotados podrán potenciar sus aptitudes y desarrollarlas plenamente una vez alcanzada la edad adulta. En caso contrario, su desarrollo intelectual se verá frenado y, en casi el 50% de los casos, el fracaso escolar será el siguiente paso.
“Hay quien piensa que es mejor un diagnóstico lo más temprano posible, entre los dos y los tres años. Otros, en cambio, creen más acertado esperar hasta los cinco o los seis años, ya que a estas edades es más fácil distinguir las altas capacidades”, precisa el presidente de AESAC.
De cualquier manera, la detección temprana resulta fundamental para ofrecer al niño el entorno educativo más conveniente y la atención que merece. En este sentido, desde la Asociación Española de niños Superdotados se hace hincapié en la necesidad de “diseñar, programar e impartir” actividades de formación permanente al profesorado no universitario, así como en la importancia de “promover actividades educativas, escolares, científicas y sociales con los padres”.
Y es que unos y otros no siempre son capaces de detectar a un niño superdotado, ya que suelen asociarle con un alumno aplicado y de expediente académico brillante, mientras que, a menudo, acostumbrados a superar los primeros cursos sin esfuerzo y dominados por el aburrimiento que supone aprender a un ritmo más rápido que el del resto de compañeros, estos niños no desarrollan unos hábitos de estudio y no es raro que presenten bajo rendimiento escolar ante la falta de estimulación intelectual y nuevos retos.
A todo esto se añade el hecho de que suelen ser también niños problemáticos en la escuela, al rechazar la autoridad de los maestros y resultar demasiado inquietos y activos.
Lo que marca la Ley
No obstante, una vez detectadas las características especiales del niño, los inconvenientes pueden multiplicarse a la hora de aplicar la ley, puesto que la normativa actual supone, según los expertos, diversas trabas administrativas para los afectados.
“Aunque se contemplan adaptaciones curriculares y flexibilizaciones del periodo de escolarización, no siempre es fácil conseguir que en los colegios se apliquen estas medidas. Es curioso que existan colegios específicos dirigidos a otro tipo de alumnos, como los deportistas de alto rendimiento, y no aquellos centros que requieren los alumnos superdotados”, lamenta Montes.
En concreto, la Ley de Calidad de la Educación (LOCE) recoge varios Decretos en los que se contemplan las adaptaciones curriculares y las flexibilizaciones del periodo de escolarización o, lo que es lo mismo, la aceleración de los periodos escolares. Esto significa que un alumno con sobredotación intelectual puede iniciar el la escolarización un año antes de lo establecido o saltarse algún curso.
En total, se puede acelerar hasta tres años en la escolaridad obligatoria y otro más en la post obligatoria, si bien, recuerda Montes, “todas las comunidades autónomas tienen competencias en materia de Educación, por lo que la legislación emitida por el Ministerio de Educación es posteriormente adaptada, produciendo grandes diferencias de unas comunidades a otras en cuanto al tratamiento y los medios que ponen a disposición de estos alumnos”.
Respecto a las becas o ayudas económicas que reciben los interesados, en la actualidad, el Ministerio de Educación concede becas para “alumnos con necesidades educativas especiales” -dentro de este grupo se encuentran los superdotados- dirigidas a la realización de programas específicos aunque, según denuncia desde AESAC, “los criterios para optar a las mismas son lo suficientemente restrictivos como para hacerlas casi inexistentes”. Para mayor información se puede consultar la página web www.becas.mec.es.
Dónde acudir
Pese a que no existen centros especializados para tratar a estos niños, diversas asociaciones y gabinetes psicológicos se encargan de asesorar a padres e hijos y ofrecen las soluciones más adecuadas para cada caso. Es en estos lugares, precisamente, donde se realizan las pruebas pertinentes para verificar la peculiaridad del menor y se dan los primeros pasos en el correcto tratamiento del mismo.
En cualquier caso, ante la menor sospecha, siempre se puede acudir a los servicios de orientación con que cuentan la mayoría de los colegios o a los Departamentos de Educación de cada territorio o provincia.
Con esta intención abrió sus puertas hace varios años el Centro para Jóvenes con Talento-CTY España, una iniciativa para el desarrollo del talento en diversas áreas académicas con la que se pretende dar respuesta a una demanda cada vez más creciente por parte de la comunidad educativa y que está basada en el modelo de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore (Estados Unidos).
Ubicado en Navarra, el CTY ofrece en horario extraescolar diversos programas semanales -en los que los niños profundizan en conocimientos informáticos, técnicas de laboratorio, matemáticas o escritura creativa, según sus gustos-, los sábados por la mañana o intensivos de verano, de tres semanas de duración y en los que se fomenta la convivencia con compañeros de similares intereses intelectuales.
“Pensar que el talento se desplegará por si mismo, sin una intervención adecuada, es equivocado. La identificación es un proceso útil que resulta imprescindible para aquellos alumnos que precisan de un nivel de reto y estímulo muy superior al ordinario. Pretender una educación igual, al mismo ritmo, para todos los alumnos es como intentar calzar a todos los niños de la misma edad con zapatos del mismo número”, subraya un portavoz del centro.