Las posibilidades de que España sufra un tsunami son escasas, aunque no sería la primera vez que la Península Ibérica sufre el ataque de olas gigantes. Un tsunami, que significa en japonés ola del puerto, surge normalmente como consecuencia de un sismo en el fondo del mar, lo que genera un efecto de “latigazo” hacia la superficie capaz de lograr olas de más de 30 metros. Si bien los científicos no son capaces de predecir cuándo y dónde se van a producir, sí conocen las zonas más peligrosas, y disponen de dispositivos capaces de alertar a una población sobre la llegada de una ola gigante.
Qué es un tsunami
Un tsunami es una ola o serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente. Esta palabra fue adoptada en un congreso de 1963, y proviene de los términos japoneses “tsu”, que significa puerto o bahía, y “nami”, que significa ola. Antiguamente se les llamaba “marejadas”, “maremotos” u “ondas sísmicas marinas”, pero estos términos ya no se utilizan porque no describen adecuadamente este fenómeno.
El brusco movimiento del agua desde la profundidad genera un efecto de “latigazo” hacia la superficie capaz de lograr olas de más de 30 metros. “Es como remover el fondo del mar con un enorme remo, y estamos hablando de un desplazamiento de miles de millones de toneladas”, según David Booth, sismólogo del Servicio Geológico de Gran Bretaña. La profundidad habitual del Océano Pacífico, de 4.000 metros, permite la creación de una ola que puede llegar a moverse a 700 kilómetros a la hora. Al llegar a zonas de menor profundidad, por haber menos agua que desplazar, la velocidad se incrementa de manera destacable, por lo que un tsunami que mar adentro se sintió como una ola grande puede, al llegar a la costa, destruir hasta kilómetros mar adentro. El tsunami generalmente no es sentido por las naves en alta mar (las olas en alta mar son pequeñas), ni puede visualizarse desde la altura de un avión volando sobre el mar.
La principal causa de los tsunamis son los terremotos, aunque también podrían generarlo volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud. El fondo marino es movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal, lo que genera las olas, más grandes cuanto mayor sea la deformación vertical del fondo marino. No todos los terremotos generan tsunamis, sino sólo aquellos de magnitud considerable, que ocurren bajo el lecho marino y que son capaces de deformarlo.
Los tsunamis tienen más posibilidades de ocurrir en el Océano Pacífico, especialmente en las costas de Chile, Perú y Japón, donde las placas tectónicas se introducen bruscamente bajo la placa, si bien cualquier zona de la Tierra puede llegar a padecerlos, y de hecho se tienen noticias de tsunamis incluso en el Mar Mediterráneo. En España, la mayor mortandad asociada a un tsunami ocurrió el 1 de noviembre de 1755 en la región del cabo San Vicente y barrió las costas del golfo de Cádiz. Las ondas creadas por el llamado terremoto de Lisboa destruyeron las murallas gaditanas, desplazando bloques de piedra de diez toneladas más de cincuenta metros.
Otros tsunamis de los que se tiene constancia reciente son el del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918, el de Grand Banks de Canadá en 1929, los de 1946 y 1957 en las islas Aleutian de Alaska, el de 1952 en la península rusa de Kamchatka, el de 1960 en Chile, el de 1964 en Prince Williams Sound, Alaska, o el de 1975 en Hawai. El mayor tsunami del que se tiene noticias fue el provocado entre las islas de Java y Sumatra por la erupción del volcán Krakatoa, en mayo de 1883, donde la ola producida alcanzó una altura media de 42 metros. Por su parte, Japón convive con el fenómeno de los tsunami desde siempre y aún tiene el recuerdo de uno devastador en 1969, cuando llegó una ola gigante que se originó en las costas de Chile y a su paso también devastó Hawai. En 1983, otro tsunami afectó la costa de Japón y mató a 100 personas, y diez años después, tras un terremoto en el sur de Hokkaido, un tsunami alcanzó las islas Okushiri y Oshima, dejando 229 muertos.
¿Cómo podemos actuar ante un tsunami? Si estamos en la costa y sentimos un terremoto lo suficientemente fuerte para agrietar muros, es posible que en los próximos veinte minutos pueda producirse un tsunami. En tal caso, lo mejor es situarse en una zona alta de al menos 30 metros sobre el nivel del mar en terreno natural, alejándonos de quebradas o marismas, puesto que su fuerza también llega por ahí. Otro indicio es que la mitad de los tsunamis se presentan primero como un recogimiento del mar que deja en seco grandes extensiones del fondo marino. En caso de encontrarse en una embarcación, lo más seguro es acudir rápidamente mar adentro, puesto que sólo es destructivo cerca de la costa.
¿Qué hacen los científicos?
Ya que los científicos no pueden predecir cuando ocurrirá un sismo, no pueden establecer exactamente cuando se generará un tsunami. Sin embargo, examinando tsunamis históricos y conociendo las características de la fuente del sismo que generó el tsunami y las características del piso oceánico a lo largo de las trayectorias hacia aquellos lugares, se puede saber dónde se generarán tsunamis con mayor probabilidad. Durante cada uno de los cinco últimos siglos, hubo de tres a cuatro tsunamis generalizados en el Pacífico, la mayor parte de los cuales se generaron en las costas chilenas.
Como decíamos antes, en aquellos lugares donde el océano tiene profundidades de más de 6.000 metros, las imperceptibles ondas de tsunami pueden viajar a la velocidad de un avión comercial, sobre 700 kilómetros por hora, por lo que pueden trasladarse de un lado a otro del Océano Pacífico en menos de un día. Esta gran velocidad hace que sea importante el percatarse del tsunami tan pronto se haya generado.
Si bien por el momento no existe ningún método seguro para prevenir un sismo, hay posibilidades de alertar a una población sobre la llegada de una ola gigante. En este sentido, una red compuesta de diversas instituciones se ha puesto en marcha. La Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) es una entidad con autonomía funcional dentro de la UNESCO, establecida para promover las investigaciones científicas marinas y las relacionadas con los servicios oceánicos. Dado que la Comisión crea diversos comités o cuerpos subsidiarios compuestos de Estados Miembros interesados en proyectos concretos, en 1965 la UNESCO validó la oferta de Estados Unidos para ampliar su centro existente de alertas de tsunami en Honolulu, constituyendo el Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico Richard H. Hagemeyer (PTWC). Se establecieron también el Grupo Internacional de Coordinación para el Sistema de Alarma de Tsunami en el Pacifico (GIC/ITSU) y el Centro de Información Internacional de Tsunami (ITIC) para repasar las actividades del Sistema de Alerta Internacional de Tsunami para el Pacífico (ITWS). El ITIC, apoyado en parte por COI, sigue y evalúa el comportamiento y eficacia del Sistema de Alerta de Tsunami de Pacífico y proporciona asistencia técnica para apoyar el desarrollo y perfeccionamiento a los sistemas nacionales de alarma de tsunami.
El Sistema de Alarma de Tsunami en el Pacifico se ha convertido en el núcleo de un sistema internacional, con 28 naciones miembros: Canadá, Chile, China, Colombia, Islas Cook, Ecuador, Fiji, Francia, Guatemala, Indonesia, Japón, República de Corea, México, Nueva Zelanda, Perú, Filipinas, Singapur, Tailandia, Hong Kong, Estados Unidos, Rusia y Samoa Occidental, además de otras seis recientemente incorporadas. Varias naciones y territorios no miembros mantienen las estaciones para el ITWS, y los observadores de la marea también están situados en numerosas islas del Pacífico. Para llevar a cabo este propósito, recibe en forma continua datos sismográficos desde más de 150 estaciones alrededor del Pacífico a través de intercambios de cooperación con el Servicio Geológico de los Estados Unidos, Instituciones de Investigación en Sismología, la Instalación Internacional de Acelerómetros, Geoscope, el Centro de Alarma de Tsunami de Alaska/Costa Oeste de EE.UU. (WC/ATWC), y otras agencias internacionales que manejan estaciones y redes sismográficas. Las alarmas iniciales se aplican sólo a aquellas áreas donde el tsunami podría llegar en unas pocas horas.
Además, los países en forma individual pueden operar Centros de Alerta Nacionales o Regionales para proporcionar información de alerta en situaciones de amenaza de tsunami local o regional. La Agencia Meteorológica de Japón proporciona alertas a Japón y adicionalmente a Corea y Rusia para aquellos eventos que ocurren en el Mar de Japón o Mar del Este. El Centro Polinesio de Prevención de Tsunamis proporciona alertas en la Polinesia Francesa, y Chile (Sistema Nacional de Alarma de Maremotos) y Rusia (Servicio Hidrometerológico Ruso) operan sistemas nacionales de alerta.
En Estados Unidos, el WC/ATWC proporciona alerta de tsunami a la costa oeste del país y a Canadá, y el PTWC proporciona alertas de tsunami a Hawai y a otros intereses americanos en el Pacífico. Otros países, incluyendo a Australia, Colombia, Nicaragua, Perú y Corea están también desarrollando capacidades de alerta
El caso de Asia
En vista de este despliegue, ¿cómo es posible que el tsunami del pasado domingo no se detectara? En una reunión de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la ONU en junio pasado, expertos afirmaron que “el Océano Índico tiene un riesgo significativo de sufrir tsunamis, tanto locales como distantes”, por lo que concluyeron que se debía crear una red de alerta. Pero no se puso en marcha ninguna acción de prevención.
Según un artículo aparecido en el diario británico The Independent, los científicos conocían con anticipación que Asia del Sur iba a ser azotada por un tsunami, pero los intentos de dar la alarma se vieron frustrados por la falta de sistemas de alerta en la región. Los tsunamis fueron detectados por especialistas estadounidenses en Hawai, quienes afirmaron que no tuvieron forma de advertir a los países afectados. “Hicimos todo lo que pudimos. En nuestra base datos no contamos con ningún contacto en esa parte específica del mundo”, señaló el lunes Charles McCreery, director del Centro de Alerta de Tsunamis de Hawai.
Por su parte, la agencia nacional australiana de investigación geológica, Geoscience Australia, señaló que un sistema de comunicación con el sur de Asia hubiera resultado vital para algunas partes de la costa tailandesa (hubiera dado 15 minutos de tiempo), y aún más tiempo de ventaja en Sri Lanka, que fue alcanzado por el tsunami dos horas y media después del terremoto. El Centro hawaiano confirmó también que no existe un planeamiento básico de emergencia de evacuación, lo que pudiera haber salvado incontables vidas al darles a los pobladores de zonas costeras tiempo suficiente para refugiarse en terreno alto, especialmente en Sri Lanka e India, los más afectados.
Quince minutos después del terremoto del domingo, el centro hawaiano envió alertas a 26 países, incluidos Tailandia e Indonesia, pero tuvieron enormes dificultades para contactarse con las autoridades adecuadas. La televisión y radio dieron la alarma en Tailandia hasta las 9 de la mañana (local), casi una hora después de que las olas hubieran golpeado sus costas. Asimismo, la complicada burocracia india retrasó e impidió que llegaran las primeras alertas del tsunami, según asegura la prensa del país. La aviación india fue avisada de que su base de la remota isla de Nicobar, cercana al epicentro del seísmo, estaba inundada mucho antes de que las gigantescas olas alcanzaran las costas continentales, cientos de kilómetros más lejos, según el Indian Express.
Indonesia no cuenta con aparatos de detección de tsunamis, pues las autoridades los desestimaron por su alto costo (250.000 dólares). Budi Waluyo, funcionario de la Agencia Indonesia de Meteorología y Geofísica, afirmó que “no tenemos ningún equipo que los anuncie, los instrumentos son muy costosos y no tenemos dinero para comprarlos”, a pesar de que reciben miles de millones de dólares por ingreso turístico. Tailandia, por ejemplo, recibió 10 millones de turistas en 2003.
Japón, que tiene el sistema de detección de tsunamis más sofisticado del mundo, dijo que instalará en marzo un centro de alerta regional. Por su parte, India y Sri Lanka indicaron que considerarán establecer un sistema de monitoreo de oleaje marítimo, un proyecto que puede costar millones de dólares y que tardaría un año para completarse. Un equipo de expertos en maremotos de Japón y Estados Unidos viajará a la región para realizar estudios que proporcionen información adicional sobre el fenómeno y una mejor comprensión sobre los terremotos, según Harold Mofjeld, científico de la Dirección Nacional Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos.
Además de los instrumentos y las redes de información, los científicos también podrían contar con los animales como método de detección. Expertos en vida salvaje en Sri Lanka mostraron su sorpresa al no encontrar animales muertos cuatro días después de la catástrofe. “Al parecer encontraron refugio en terrenos altos”, dijo H.D. Ratnayake, subdirector del departamento nacional de vida salvaje. En este sentido, algunos biólogos y físicos chinos llevan varios años estudiando la posibilidad de que los animales puedan predecir los terremotos. Los científicos afirman que durante sus investigaciones los animales salvajes y domésticos, antes de algún sismo, se ven invadidos por sensaciones de alarma dando lugar a reacciones de pánico y huida. Por ejemplo, las serpientes abandonan sus refugios, las ratas corren sin dirección alguna por las calles en pleno día, los pajaros aletean en el fondo de sus jaulas y los caballos se detienen asustados de forma extraña.
Cómo ayudar
Los organismos internaciones de ayuda están haciendo horas extra para la mayor movilización de ayuda humanitaria de su historia. Yvette Stevens, de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), dijo que espera una solicitud sin precedentes de fondos para enfrentar la crisis causada por el tsunami. La cantidad previa solicitada para enfrentar un desastre natural fue de 350 millones de dólares después del terremoto de Bam, en Irán, el 26 de diciembre del 2003, exactamente un año antes de la catástrofe del Océano Indico. El sismo iraní mató a unas 30.000 personas.
Las diversas organizaciones internacionales tienen abiertos números de cuenta y teléfonos de contacto para poder enviar donaciones con las que poder ayudar. Por su parte, portales y páginas en Internet se han convertido en centros de intercambio de noticias sobre un desastre que ha dejado miles de desaparecidos provenientes de países alejados de Asia.
Las personas en los países afectados pueden registrar sus datos en una página web creada por Cruz Roja Internacional para informar a sus familiares que están sanos y salvos. Cruz Roja Española afirma haber encontrado a 40 personas a través de peticiones de búsqueda realizadas a través de su página. La web 2bangkok presenta informes continuos acerca del desastre, ofreciendo enlaces a informes noticiosos, imágenes de la televisión tailandesa y otras listas de enlaces en Internet, así como fotografías halladas en la red mundial. Un grupo de personas en Bombay inició una página web para formar una lista de teléfonos de contactos, direcciones y vínculos digitales para los que estén interesados en ayudar.
A continuación, ofrecemos una lista de organizaciones internaciones a través de las cuales se pueden enviar donaciones:
Cruz Roja: 902 22 22 92
- SCH: 0049-0001-53-2110022225
- BBVA: 0182-5906-86-0010022227
- Caja Madrid: 2038-1500-71-6000002275
- La Caixa: 2100-0600-85-0201960066
- Banco Popular: 0075-0001-89-0600222267
Intermón Oxfam: 902 33 03 31
Médicos Sin Fronteras: 902 25 09 02
Médicos del Mundo: 902 286 286
- La Caixa: 2100 4466 99 0200020000
- SCH: 0049 0001 59 2810010006 (ref. Asia)
Cáritas: 902 33 99 99
Save the Children: 902 01 32 24
- SCH: 0049 0001 52 2410019194
- Caja Madrid: 2038 1004 71 6800009930
- La Caixa: 2100 1727 12 0200032834
- BBVA: 0182 5906 88 0010020207
MPDL (Movimiento por la Paz): 91 429 76 44
- BBVA: 0182 5906 83 0010003334
- Caja Madrid: 2038 1005 10 6000754525
Acción contra el Hambre: 902 10 08 22
- SCH: 0049 0001 59 2810090000
Manos Unidas: 902 40 07 07
- SCH: 0049 1892 63 2210525246
Fundación Vicente Ferrer: 902 22 29 29
- La Caixa: 2100-3331-96-2200096273
- Banco Popular: 0075-0283-22-0600311966
Bomberos unidos sin fronteras: 91 46 71 216
- Caja Madrid: 2038-0603-28-6006434259
Entreculturas: 902 444 844
- SCH: 0049-0496-81-2410194617
- BBVA: 0182-5906-82-0201510322
Ayuda en Acción: 902 402 404
- La Caixa: 2100-2262-13-0200206814
- Caja Madrid: 2038-1052-40-6000724418
- SCH: 0049-0001-50-2610020001
- BBVA: 0182-5906-83-0201507377
- CECA: 2000-0002-24-9100530704
- Banco Popular: 0075-0001-84-0606696673
Unicef: 902 255 505
- La Caixa: 2100-5731-70-0200005001
- Caja Madrid: 2038-1098-06-6000777776
- SCH: 0049-0001-59-2810100005
- BBVA: 0182-5906-81-0010033337
- BANESTO: 0030-1550-33-0000281271
World Vision: 902 20 80 10
- BBVA: 0182-7384-97-0201523706
- SCH: 0049-5927-96-2795042708
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- Caja Madrid: 2038-1893-74-3000315792
Fundación Intervida: 902 19 19 19
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