Además de la toalla, el bronceador y la sombrilla, en el equipaje veraniego la tecnología cobra cada vez mayor protagonismo. Al ya ‘imprescindible’ teléfono móvil, se une ahora la cámara digital y el reproductor de MP3, acompañados a veces de PDA, localizador GPS, consola de videojuegos y hasta ordenador portátil. CONSUMER EROSKI ha hablado con varios profesionales de las nuevas tecnologías para saber qué ‘cacharros’ y programas utilizan durante las vacaciones.
Tecnología al servicio del ocio
“Lo realmente imprescindible para disfrutar de las vacaciones es tenerlas”. Marta Peirano, bien conocida en la Red por el weblog La Petite Claudine, asegura que la última vez que disfrutó de días libres “lo más de lo más era mandar SMSs”, aunque ahora se llevaría el portátil, la cámara y la Nintendo DS. “Pero móvil, jamás”.
Hasta hace poco era precisamente el móvil, y quizá un disc-man, los únicos artilugios que llevaban a la playa. Porque se supone que durante las vacaciones se desconecta de todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana, especialmente lo relacionado con el trabajo. Pero últimamente la tecnología acompaña a todos lados y la mayoría de la gente sigue ‘conectada’ en cualquier rincón del planeta.
Quien más quien menos rellena las maletas con algún aparato. El celular es el compañero habitual, al que se ha unido la ya ubicua cámara de fotos digital y en muchos casos el reproductor de MP3. Pero además hay quien no prescinde de la tecnología que le acompaña a diario cuando sale de viaje, y debe añadir un bolsón extra sólo para meter el portátil, la cámara de vídeo, la PDA, el GPS, la consola de videojuegos… Todo, claro, bien acompañado de cargadores, adaptadores, fundas, baterías extras, dispositivos de almacenamiento (discos duros portátiles o llaveros USB), estuches de CDs con programas, juegos, música y películas… “¿Y la mochila waterproof (resistente al agua) cuenta como hardware?”, pregunta Peirano.
¿Para qué tanto trasto? Hay quien no puede, o no se puede permitir, desconectar completamente del trabajo, para lo que necesita tener siempre a mano un ordenador con conexión a Internet. Los más ‘tecnófilos’ viajan con una PDA con la que se conectan a través de redes inalámbricas (WiFi) o del teléfono móvil. Así pueden leer el correo electrónico o navegar por Internet. También hay quienes no olvidan el ordenador portátil en el equipaje, con lo que prácticamente llevan la oficina de viaje.
Pero en las vacaciones, en principio, no se trabaja, y todo lo que se lleva a la playa o la montaña -‘cacharrería’ incluida- está pensado para el ocio. “Lo mejor de la tecnología es que no desconectas de tus amigos, de tus aficiones; si no desconectas tampoco del trabajo, es problema tuyo”, dice Javier Candeira, editor de Barrapunto.
Darío Pescador, consultor especialista en nuevas tecnologías, cuenta por qué algunos aparatos deberían viajar con nosotros y cómo sacarles partido:
- GPS. “Ningún hombre que se respete a sí mismo debería salir de viaje sin él; imagínense, tener que preguntar cómo se va a algún sitio….”, bromea Pescador. Más en serio, recomienda: “Si está instalado en el coche, mejor, pero una antena externa que funcione con Bluetooth tiene la ventaja de que convertirá el teléfono móvil o la PDA en un completo sistema GPS. Es más barato, más ligero, y al final uno lleva un trasto menos en el bolsillo. Además, se puede llevar en las excursiones a pie”.
- Cámara digital. La calidad de la cámara con la que se carga suele depender del destino. “Si el viaje es largo y exótico, se puede llevar una buena cámara para sacar fotografías ‘de concurso’; pero si se trata de vacaciones de playa, chiringuito y paella basta con una cámara por debajo de 100 (euros y gramos)” para sacar fotos de la familia y los amigos. “Para estos casos la cámara del teléfono también vale”, añade.
- Teléfono móvil. En verano, claro, también se habla por teléfono, pero el “toque geek” (esto es, del muy aficionado a la tecnología), comenta Darío, es el siguiente: “Todos los números del trabajo se marcan en la agenda como ‘trabajo’ y acto seguido se indica al teléfono que bloquee las llamadas del grupo ‘trabajo’; si su teléfono no es capaz de hacer esto, cambie de teléfono con urgencia”, sugiere con humor.
- PDA. La agenda de citas para el trabajo se convierte en verano en libro electrónico y cuaderno de notas, explica el también diseñador de páginas web. En su caso, “este año va cargada con media docena de obras clásicas y otras tantas de rabiosa actualidad y dudosa legalidad”. Además, “si hay necesidad, también se puede ver el correo electrónico conectándose a través del teléfono”, pero, advierte, “la arena entre las páginas es romántica; en la pantalla, una catástrofe”.
- Reproductor MP3. Para Pescador los estuches acolchados donde caben 12 CDs son cosas del pasado. Ahora “la música se lleva en el bolsillo, a todas partes, para hacer la supervivencia más fácil cuando el vuelo se retrasa o la carretera se colapsa en la operación retorno”.
- Memoria flash USB. Por último, recomienda el especialista, “no se debe salir de casa sin la memoria USB, sobre todo si se va a un cibercafé”. Este dispositivo sirve para portar todo tipo de programas y documentos o, por ejemplo, “llevar la factura del hotel que reservó por Internet”. “Si además es un reproductor MP3, tanto mejor”, termina.
Los ‘gadgets’ imprescindibles
“Lo único que llevo es la cámara de fotos y el móvil”, asegura Álvaro Ortiz, que trabaja en la consultora thecocktail y mantiene el weblog Furilo, aunque “si me cruzo con el ordenador de algún amigo descargo las fotos y las meto en un CD, y miro de reojo el correo y me conecto al banco para ver si ya me he gastado demasiado”, matiza. Esos dos aparatos son la parte del equipaje común entre los entrevistados, alguno de los cuales ‘huye’ durante el verano de la tecnología que utiliza a diario.
“Trabajo rodeado de tecnología, así que las vacaciones son al menos 15 días de tecnofobia”, comenta José Cervera, periodista especializado en Internet, autor de Retiario en El Mundo. Aun así, entre su equipaje no falta el reproductor de MP3 “para llevar unas horas de música doméstica”, el ordenador de buceo “por razones obvias”, el móvil “para emergencias y algún contacto que otro (apagado casi todo el tiempo)” y la cámara digital.
También Julio Alonso, dedicado a los weblogs como afición (Merodeando) y profesión (Weblogs SL), asegura que como pasa “n horas pegado a la pantalla (cuando n tiende a infinito)”. Dice que suele usar las vacaciones para “desintoxicarse” todo lo que puede, pero nadie lo diría al saber que le acompaña una cámara digital “nuevecita” (Sony Cibershot T-7) con tarjeta de un gigabyte, con su funda, cargador y batería extra: “puedo hacer más de 300 fotos a 5 megapíxeles”, comenta. Además lleva un móvil (Nokia 6600) con manos libres y Bluetooth, otro (Jabra BT-800) que usa con más frecuencia y un Southwing Neo-507 que le han dejado para probar. “Pretendo aprovechar ratos muertos para configurar cosas como la marcación por voz”, dice. Tampoco le falta una llave USB de 1 giga “con backup de ficheros de trabajo importantes y una instalación de Firefox móvil con mis favoritos”.
Para no ser menos, Fernando Tricas, Profesor Asociado de Informática Universidad de Zaragoza, creador del Blogómetro y autor del weblog Reflexiones e irreflexiones, se declara ‘tecno-obsoleto’: “no tengo PDA, ni MP3, ni consola…”. Sin embargo, se lleva el portátil, el celular y un par de cámaras digitales: “una ‘perruna’, para llevarla siempre en el bolsillo, y otra más buena para hacer las fotos de familia, paisajes, y todo eso”. También cámara de vídeo con batería extra, tarjetas de memoria y un disco duro externo para “ordenar fotos, documentos y otras cosas que se van acumulando a lo largo del año”. Y confía en que su hija le deje la Gameboy…
Tricas viaja con el portátil para “leer el correo y algunas cosas que están ahí guardadas, trabajar un poco (pero poco), navegar (RSS, por supuesto), mandar fotos a Flickr, escribir en la bitácora (también poco), escuchar música y ver alguna película” (que se baja de archive.org, “que pone en Internet títulos viejos en DivX para uso y disfrute del personal”).
Hay quien no oculta que no puede vivir sin rodearse de tecnología. “Me aburriría como una ostra”, cree Eduardo Pedreño, Director de operaciones de Accesogroup y editor de DiarioRed. Por eso en las vacaciones no le falta el portátil (“con tarjeta UMTS y tarifa plana”), un reproductor de MP3 y la PDA con móvil, GPRS y auricular Bluetooth e incluso el GPS (también Bluetooth) “la uso para moverme a cualquier sitio, aunque vaya a cruzar la calle a comprar el periódico”.
Javier Candeira dice que, en general, tiene pocos cacharros: “Acabo de perder mi cámara, tengo un teléfono heredado de un amigo (que ha sobrevivido de todo, incluyendo una caída al mar) y una PDA Zire 71 recién adquirida (también una herencia) que uso sobre todo para leer en los trenes y para tomar notas que luego puedo importar al correo”. Y recomienda su accesorio favorito: “una serie de cables que cargan la PDA y el teléfono desde el puerto USB del ordenador portátil, con lo que tengo que llevar menos peso”. Julio Alonso apunta un adaptador USB-mechero como un accesorio práctico para los viajes.
También viaja con muchos gadgets, pero sólo para el ocio, Olga Sánchez, periodista freelance especializada en tecnología. En su maleta no falta la GameBoy Advace SP y la Nintendo DS (“pronto tal vez la PSP”), que son “imprescindibles para pasar el rato de espera en aeropuertos”. También “imprescindible” es la cámara digital, “una Nikon D50 nuevecita con dos tarjetas de 1GB cada una”; y el móvil, “tribanda, por supuesto, para poder viajar sin quedar incomunicado”. Tiene una PDA que nunca lleva de vacaciones, excepto este año: “he descargado un software que traduce del inglés al chino (hablado); ya veremos si funciona”. Y piensa comprar un módulo GPS en eBay en diciembre, para no perderse en un viaje “con intención de recorrer carreteras” por Estados Unidos.
Software para llevar de viaje
Darío Pescador habla de algunos programas especialmente necesarios para sacar partido al hardware que se lleva de vacaciones. En su opinión, habría que tener a mano:
- Gmail. No es exactamente un programa, pero en realidad no importa. Leer el correo al otro lado del mundo en un cibercafé es siempre reconfortante. En caso de emergencia puede servir para almacenar las fotos que no caben en la tarjeta de la cámara, ni en la cuenta (exigua) de Flickr. Basta con enviárselas a uno mismo; hay 2,5 GB de capacidad.
- Palm Reader. Un programa ejemplar. Hace todo lo que se necesita para leer libros electrónicos, y no sobra nada. Es rápido y tan sencillo de manejar que consigue que uno se olvide del programa y sólo vea el libro.
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- del.icio.us. La colección de favoritos suele caer en el olvido al reinstalar Windows. Además, no está disponible en ese cibercafé en medio de la selva. Con del.icio.us están los favoritos en cualquier ordenador del mundo, y las direcciones que se añaden estarán esperando cuando vuelva a casa. Como Gmail, no es un programa que se compra y se instala, sino un servicio que está siempre en la web. Ambos son ejemplos de lo que será el software en el futuro: rápido, conectado, ubicuo, fácil de usar, y gratuito.
El resto de entrevistados no da especial importancia al software que se lleva de viaje, lo que no quita que haya algunos programas o utilidades que siempre debieran estar cerca.
- Olga Sánchez: “Los videojuegos de rigor para las consolas portátiles. Este verano tengo mucho interés y ya he preparado el ‘Another Code’ para la Nintendo DS”.
- Julio Alonso: “Al no llevarme el portátil no hay mucho que contar… Firefox por si acaso en la llave USB y si hago alguna foto con el móvil, que lo dudo, la suelo enviar por correo a Flickr”.
- Fernando Tricas: “Lector de correo, navegador (Firefox, claro), Bloglines, Feedness, Flickr, los programitas para publicar en la bitácora…”
- Eduardo Pedreño: “Apenas utilizo software de vacaciones. Correo, navegación, RSS, probablemente Zinio para leer revistas atrasadas. Este año usaré Google Earth o Google Maps porque voy a EEUU y tendré que documentarme”.
- Marta Peirano: “Supongo que la cámara me serviría de bien poco si no tuviera g-thumb, que también me vale para hacer unas galerías estupendas y ser la envidia de la ‘blogosfera’. El resto, mplayer para ver películas y escuchar música que me bajo de eMule y, por supuesto, tarjeta Wifi: ‘No WiFi, no hollydays’. Para lo demás me bastan un navegador, un RSS feeder, mi cliente de correo y wavemon, que me dice dónde y gracias a quién me puedo conectar”.
- Javier Candeira: “Plucker, lector offline de páginas web y también mi lector de libros electrónicos favorito; un CD de Ubuntu Live que uso cuando tengo que utilizar Linux en máquinas de prestado; y Vexed: es el juego de mover bloques que me tiene capturado”.
- José Cervera: “Nada de ordenadores en vacaciones. Gmail para ver correos de urgencias desde cibercafés, si acaso”.
Internet de vacaciones
Casi nadie se atreve a decir que escoge el sitio de vacaciones en función de la conexión a Internet. Aunque por soñar, que no quede: “Hace poco leí que en Islas Mauricio habían conseguido cubrirse con Wifi de punta a punta y, desde entonces, fantaseo con pasar las vacaciones allí.”, comenta Marta Peirano. “No me importa estar incomunicada, pero me costaría acostumbrarme a no tener móvil”, añade Olga Sánchez. Incluso Eduardo Pedreño, que se aburre lejos de la tecnología, piensa en el futuro elegir el destino “en función de que no haya cobertura”.
Nadie se atreve a afirmar que no podría viajar sin el portátil. Darío Pescador lo deja en casa porque cualquier cibercafé le permite “consultar Gmail, subir fotos a Flickr, leer noticias y actualizar blogs”. Julio Alonso se ‘desintoxica’, pero no por mucho tiempo: “La primera semana, desconexión total de Internet. Para las siguientes tengo localizado un sitio de acceso a Internet, al que espero no tener que recurrir más que para enviar algún correo y resolver alguna cosa urgente”. Fernando Tricas no dejaría de ir a un lugar de vacaciones porque no hubiera cobertura, ni conexión, ni nada de eso, “pero estoy más contento si tengo conectividad, la verdad”. Y Javier Candeira tampoco iría durante un mes a un sitio sin Internet, “a no ser que necesitara concentrarme para trabajar, en cuyo caso no serían vacaciones”.
Pero de cualquier forma, Internet y los gadgets no faltan en vacaciones, aunque se usen de otra manera y para otras cosas:
¿Libros de papel?
A pesar de algunas profecías agoreras, el papel no ha muerto, ni siquiera para los más tecnófilos. “Los libros sigo leyéndolos en papel, aunque algunos documentos pequeños los llevo en el portátil”, dice Tricas, que incluso durante el verano compra el periódico de papel, “para leerlo con calma después de comer”. Lo normal es usar la pantalla, si se tiene, para leer las noticias y ahorrarse el periódico, y combinar tecnología y papel para otras lecturas, como en el caso de Candeira: “No los he cambiado: los uso además. Viajo con un manual de alemán, un diccionario y un libro de papel que estoy corrigiendo. Pero el libro que estoy traduciendo y los tres que me estoy leyendo viajan en formato digital en mi PDA y mi portátil”.
Aunque hay opiniones radicales. “El PDF es ‘infumable’, no paso de la primera página; lo único que puedo leer en el ordenador es la web, RSS y Zinio [un programa para descargar y leer revistas]”, dice Pedreño. “Leer libros en pantalla todavía me parece una perversión, a no ser que sean manuales”, añade Peirano.
La tecnología, a la postre, no condiciona las vacaciones, pero ayuda, como explica Pedreño, a:
- Hacerlas más relajadas (el GPS para no perderse, por ejemplo).
- Leer cosas atrasadas en las que hay que ponerse al día.
- Documentarse sobre el lugar de veraneo o sobre lo que se hará después.
- Relajarse (jugando en el ordenador, viendo películas en el portátil, etc.).