Los micropagos no han funcionado hasta ahora en España, tanto por falta de unidad de los sistemas que los soportaban como por la lentitud con que crecía el comercio en Internet. Sin embargo, las ventas online se han incrementado un 20% en los últimos dos años y existen nuevos mercados para los que es importante poder contar con un sistema de pagos de pequeñas cantidades de dinero en las que no compensa, por sus altas comisiones, pagar con tarjeta de débito o crédito.
Qué es el micropago
En España más de cuatro millones de internautas utilizan la Red para comprar. El medio de pago más utilizado es la tarjeta de crédito ( 65,4% de los casos) seguida del pago contra reembolso (18,5%). Queda un 16,1% de usuarios que no utilizan ni tarjeta ni reembolso para pagar. Es posible que una parte importante de este porcentaje se deba a compradores que han utilizado sistemas de micropago. Estos usuarios no se verían reflejados en las estadísticas al operar con métodos que no precisan necesariamente de registro de datos.
Cinco duros virtuales
Los sistemas de micropago están diseñados para compras muy pequeñas, de unos pocos euros, lo que tradicionalmente se han llamado los cinco duros. Su filosofía se basa en que el usuario compra por anticipado el dinero que va a utilizar y lo carga en una cuenta o bono de prepago. Las cuentas se van recargando a medida que se gastan.
Estos sistemas resultan cada vez más necesarios en el medio virtual, donde aumenta exponencialmente el número de productos digitales, como informes, periódicos en PDF, música, vídeos, etc, con precios pequeños. Asociaciones como Commercenet, en la que participan empresas como La Caixa entre otros, coinciden en que la implantación de sistemas de micropago eficaces supondrían un gran empuje para el comercio electrónico en la Red.
Enrique Dans, profesor y director del área de Sistemas y Tecnologías de Información del Instituto de Empresa, opina que “se trata de la opción lógica para muchos modelos de negocio”. “El micropago cubre un segmento muy importante, y aporta además unos niveles de seguridad muy razonables; bien en los mecanismos de acumulación o en los de comprobación de transacciones”, asegura.
Los pequeños pagos salen caros
Pero a pesar de ser cada vez más reclamados, estos sistemas no terminan de consolidarse. “Llevamos literalmente años, casi desde los albores del comercio electrónico, hablando de micropagos”, explica en su blog Dans. “Sin embargo” prosigue, “nunca ha llegado a haber ninguna alternativa verdaderamente exitosa y eficiente para este tipo de transacciones pequeñas”.
Dans también explica el motivo de su dificultad de implantación: “exigen una operativa muy eficiente y un nivel de comisiones muy bajo para poder ser rentables”. Es decir, que son pagos que por su pequeña cuantía ofrecen márgenes de beneficio muy ajustados. Es por ello que uno de los primeros escollos a la rentabilidad de estos sistemas reside en la comisión que el intermediario, una figura fundamental en el pago electrónico, cobra al vendedor por el uso de su sistema, dado que al pagador nunca se le descuenta ninguna cantidad.
El intermediario es quién facilita el sistema de pago y garantiza su seguridad. Para sustentar los costes del mismo, y obtener además un beneficio, éste necesita aplicar unas comisiones proporcionales al volumen de dinero movido. Cuando las cantidades movidas son bajas, la rentabilidad del sistema desciende y las comisiones se elevan, restándose del margen de beneficio del vendedor sobre el producto. En otras palabras, los pagos pequeños no resultan tan rentables como las cantidades de dinero grandes. Por eso hay resistencia a aceptarlos.
Dans, sin embargo, apunta que la solución reside en el propio concepto de micropago, ya que su objetivo es “aportar eficiencia donde los costes de transacción por otros medios (tarjetas de crédito, reembolso) dificultan un funcionamiento rentable”. Es decir que su diseño financiero debe tender a minimizar las comisiones.
Nuevos mercados para el micropago
“La situación actual propicia la entrada de nuevas plataformas en el mercado español”, apunta Jaime Romero, responsable de ventas y marketing de Ukash, una empresa de reciente implantación. “Se ha creado una necesidad de consumo online entre la gente joven, que no suele poseer grandes cantidades de dinero y mucho menos tarjeta de crédito”, añade. Romero señala a los juegos java, los logos y las melodías politono para móviles como muestra de un mercado juvenil y tecnológico que crece y necesita del micropago.
“Pagar estas cosas a través del móvil resulta muy caro porque participan demasiados actores en el negocio: las operadoras de telefonía (facilitan el mensaje SMS), las proveedoras del servicio (ofrecen el producto) y las financieras (dan soporte al pago); para que todos obtengan un beneficio el precio final debe ser alto”, sentencia Romero. “El micropago”, explica, “abarata este tipo de compras porque elimina todo tipo de intermediarios”.
Compras discretas
Otro caso distinto, tanto por el tipo de usuario como por las cantidades que se mueven en cada operación, es el de las compras que exigen una discreción que la tarjeta de crédito no puede proporcionar. Ukash, por ejemplo, desembarca en España tras una exitosa experiencia en el Reino Unido como modo de pago en los más de 150 casinos online a los que da soporte Proc Cyber Services Ltd, uno de los dos socios fundadores.
“Es normal que alguien que juega en la Red prefiera que este tipo de servicios no figuren en los registros de su Visa o su Martercard”, dice Romero explicando el fenómeno. El mismo se extiende a negocios tan diversos como la pornografía, páginas de contactos, los sexshop online, la venta de flores o de lencería interior.
Enviar dinero a casa
También las personas que quieren enviar divisas a su lugar de origen tienen en las empresas de micropago a un aliado cómodo y seguro. Todos los sistemas online tienen un apartado destinado a enviar dinero al extranjero. Las comisiones varían en función de los volúmenes mensuales de envío, pero no superan el 2,5%.
Paypal, propiedad de eBay y líder mundial en micropagos con más de 100 millones de usuarios, permite el envío a cualquier persona con una dirección de correo electrónico en los 56 países y regiones donde está implantado. Se especifica que se aceptan dólares (estadounidenses, canadienses y australianos) así como libras esterlinas, yenes y euros. No se dice formalmente que haya límites a los envíos, aunque sí se pide vincular, por cuestiones de seguridad, el envío a una tarjeta de crédito.
Tipos de micropago
Existen principalmente dos tipos o sistemas de micropago y difieren en el tipo de carga de los bonos o tarjetas que se utilizan. El sistema de carga en punto físico es el que emplea Ukash y se basa en la compra de dinero en efectivo. Los usuarios compran en puntos autorizados bonos por una cantidad que, de momento, oscila entre los 15 euros y los 150 euros. El bono tiene un código de identificación de 19 dígitos con el que el usuario puede comprar en la Red. Sobre el bono se descuenta la cantidad pagada y se genera un nuevo código de identificación para la siguiente compra. Si se agota, el bono Ukash puede recargarse de nuevo. Un sistema similar utiliza la plataforma Morsopay.
Paypal, en cambio, emplea un sistema de recarga en su página web, desde donde el internauta transfiere cantidades de dinero a su cuenta de micropago. De esta forma nunca hay necesidad de exponer los datos bancarios a la hora de efectuar una compra, cosa que aporta seguridad extra a la operación. Por otro lado la tienda no sufre las altas comisiones que las tarjetas de crédito aplican a las compras pequeñas.
La diferencia fundamental entre ambos sistemas es que con Ukash no es necesario tener una cuenta bancaria y con Paypal sí. Ukash, además, no requiere rellenar formularios como sucede con Paypal. Su handicap es que necesita desarrollar una buena red de puntos de recarga físicos, hecho que supone unos costes que posteriormente se aplican en las transacciones. Romero reconoce que “las comisiones de Ukash son ligeramente superiores a las de una tarjeta de crédito”. Esto podría suponer un freno a su implantación en las tiendas online y por tanto añadiría una dificultad al usuario a la hora de encontrar páginas donde poder pagar con Ukash.
La importancia de un sistema unitario
Hasta hace pocos años el comercio electrónico español era irrelevante. A medida que ha aumentado la facturación de las tiendas online se ha incrementado el número de personas dispuestas a pagar mediante micropagos. Y ya se sabe que pequeñas cantidades sumadas hacen una cantidad grande, y las cantidades grandes rebajan las comisiones. Es así como entraron en España recientemente varias plataformas de micropago, entre ellas Pay Pal. Antes de su desembarco, si el usuario quería utilizar Paypal tenía que emplear la versión americana y pagar en dólares.
Pero en contra de lo esperado, el balance de los micropagos ha sido claramente negativo. Una posible respuesta a esta paradoja la ofrece Romero: “Cuando llegaron los sistemas de micropago había demasiados modelos porque los bancos que los apoyaban no se ponían de acuerdo en crear uno unitario; por lo tanto, ni los vendedores facturaban lo suficiente ni los compradores encontraban muchas tiendas que aceptaran su tarjeta de pago”.
Dans coincide con él: “Se trataba de sistemas de escasa popularización por su idea de propiedad: un banco lo gestionaba y como cliente o usuario te veías ‘atado’ a ese banco, con una clara falta de visión en la universalización del medio”.
El efecto Red, fundamental
Junto a Paypal, en aquel primer intento aterrizaron en las tiendas españolas de Internet empresas como Paybox, epagado de Bankinter, o Morsopay. Algunas, como Paybox, no se consolidaron y mudaron su negocio al mercado del pago desde teléfonos móviles (“pasé mucho tiempo con mi Paybox en el móvil sin ser capaz de utilizarlo en un solo sitio”, asegura Dans) y finalmente a las transacciones entre empresas. Otros, como Morsopay o epagado, continúan dando servicio aunque con un perfil muy bajo. El único sistema que ha salido airoso hasta la fecha ha sido Paypal.
De cara al futuro inmediato, sea cual sea el sistema que se intente implantar, los expertos coinciden en que la clave del éxito residirá en su impacto mediático. “Se trata de obtener la escala adecuada y a partir de ahí rodar por la pendiente del efecto Red”, dice Dans. Por el momento, el efecto Red ha sido la gran asignatura pendiente de los métodos de este tipo. Sólo PayPal, con la ayuda de eBay como campo de desarrollo, ha conseguido una escala suficiente.