Con el argumento de que son ellos quienes ponen la infraestructura y soportan el excesivo consumo de determinadas actividades en la Red, los proveedores de acceso han revelado su intención de aplicar una estrategia comercial que les otorgaría el control y la regulación de todo lo que sucediera en el futuro en Internet. Por su parte, en Estados Unidos las asociaciones de internautas han comenzado a movilizarse en su contra.
La conjura de los proveedores de acceso
Internet ha cumplido diez años como sistema de uso público y masivo. Cuando explotó su popularidad, los expertos predijeron que todo el mundo tendría una dirección de correo electrónico, que la Red sería la mayor casa de subastas del mundo y que los teléfonos (aún por aquellas fechas no se habían expandido tanto los celulares) podrían acceder a todos los servicios de la ‘World Wide Web’ a través de versiones de software adaptadas a su reducido tamaño.
Pocos imaginaron al principio hasta qué punto Internet cambiaría el modo en que se vive, se trabaja y se establece un nuevo tipo de relación con la sociedad
Pocos imaginaron, sin embargo, hasta qué punto Internet cambiaría ya no la comodidad con que nos comunicamos con otros usuarios, sino el modo en que se vive, se trabaja y se establece un nuevo tipo de relación con el mundo. Es por ello que la Red se hace hoy tan necesaria para un número creciente de personas.
Los expertos de hoy hablan de la ubicuidad de la Red (en los bares, en el coche o en la sala de espera de un aeropuerto) y su integración ambiental; también especulan sobre la Web Comunitaria 2.0 y la Internet 2 (la Red pensada como un entramado para la educación y para la investigación científica). Pero hay un detalle que no han considerado: ¿Qué ocurre cuando los intermediarios (las empresas de telecomunicaciones que proveen el acceso para conectarse, también llamadas ISP) pretenden ‘secuestrar’ la Red?
Control total sobre el acceso
Al parecer, y según los planes que ellas mismas han desvelado, las grandes compañías de teléfono y cable quieren ejercer un control directo y total sobre su propio servicio para que la Red se abra al mercado capitalista. En lugar de limitarse a canalizar la autopista de información, la intención es privatizarla, repartírsela, jerarquizar contenidos y cobrar por enviar un correo, por subir un vídeo, por comprar un sillón en eBay… Y todo por separado.
Las grandes compañías de teléfono y cable estudian ejercer un control más directo sobre su propio servicio para que la Red se abra al mercado capitalista
Por ejemplo, Cisco Systems y Motorola han propuesto adjudicar tarifas de diferente categoría para usuarios con “distintas necesidades”: platino, oro, plata y bronce. Según Cisco, la especialización de servicios les ayudará a dar a cada usuario lo que realmente necesita. Como es de imaginar, las categorías más bajas tendrán un acceso muy pobre; menos ancho de banda, descargas muy limitadas o un número de correos al mes definido de antemano.
Las actividades especiales (como Voz sobre IP, descargas o retransmisiones por ‘streamming’) se pagarán en una tarifa extra. Motorola habla de reforzar los límites del ancho de banda para asegurarse de que nadie va más deprisa de lo que paga.
En su presentación ‘Control de Servicio Cisco: Guía para para una rentabilidad sostenida del ancho de banda’, Cisco Systems habla también de “monitorizar todos y cada uno de los movimientos de sus clientes y guardar esa información en una ficha”, junto con sus detalles personales, “para cubrir sus necesidades con más precisión”. El ‘Control de Servicio Cisco’ es una base de datos que bien podría ser ambicionada por la mayoría de servicios secretos de los países del Primer Mundo.
Manejar las redes de comercio online
Aunque Cisco, por supuesto, pretende que esta base de datos tenga fines comerciales y no de espionaje. Para hacer marketing y para comprar y vender también. En su esquema, además, tendrán dos clases de clientes: los consumidores de ancho de banda y los vendedores de información; un mercado de tres jugadores.
Aquellas actividades que resultasen problemáticas, como el P2P, serían relegadas a los canales más lentos o eliminadas
Las compañías más grandes (las que paguen más) tendrán prioridad en su despliegue de contenidos, así como los principales anunciantes y los ‘grupos de interés’ de cada proveedor. El usuario encontrará con más facilidad acceso a los servicios de las empresas favorecidas, que serán diferentes dependiendo de quién sea su proveedor.
Y aquellas actividades que resulten problemáticas, como el intercambio de archivos en los sistemas P2P o las descargas mediante Bittorrent, serán relegadas a los canales más lentos o, sencillamente, eliminadas. “Como un sistema de peaje que te cobra un exlica Jeff Chester, director del Centro por la Democracia tra por cosas que hoy tienes por una tarifa plana razonable”, expDigital.
Los internautas se movilizan
Una de las voces principales contra este nuevo ‘modelo de negocio’ es Tim Berners-Lee, padre de la ‘World Wide Web’. Berners-Lee, que ni cobró ni aceptó ‘royalties’ por crear el hipertexto, dice estar muy alarmado a la luz de estas propuestas. “Lo que tiene de mágico la Red es que, cuando llegas, es más o menos lo mismo para todo el mundo”, dice.
A las protestas se suman las grandes compañías de software y servicios como Google, Amazon o Microsoft
“Esa integridad es esencial; la Red dejará de ser la Red si una compañía que ofrece vídeos para descargar paga para conectarse a un determinado grupo de consumidores que están suscritos a determinado proveedor de banda ancha”, prosigue Berners-Lee. “Ya no sería”, concluye, “un lugar de información abierta”. A su voz se suma, por una vez, la de grandes compañías de software y servicios online como Google, Amazon o Microsoft.
Temor en las grandes compañías de Internet
Así, según afirmó Vinton Cerf, videpresidente de Google, en el senado estadounidense, “permitir que las compañías de cable y teléfono abran pistas de ‘superbanda ancha’ para algunos y mantengan pequeñas carreteras polvorientas para los demás es contrario al diseño y el espíritu de Internet”.
A los gigantes del mundo digital no les hace ninguna gracia la posibilidad de que las proveedoras les hagan pagar por tener un lugar privilegiado en la Red. Argumentan que esa clase de mercado sería perjudicial para la innovación. Pero también podría estar preocupándoles otra cosa: si la posición de unas sobre otras depende de la cantidad de dinero que paguen a los proveedores, el precio de ese favoritismo no dejará de subir. Y los precios que Google o Microsoft se pueden permitir son muy, muy altos, con lo que la estrategia de negocio de los proveedores podría acercarse más a la extorsión que a la economía de mercado.
La llama prendió con unas declaraciones del presidente de AT&T a Business Week. “¿Por qué les voy a dejar que usen mis tuberías gratis?”, decía Edward Whitacre. “Las compañías de teléfono y de cable hemos hecho una gran inversión y que Google o Yahoo! o Vonage o quien sea pretenda usar nuestras tuberías gratis es de locos”, añadía con contundencia.
“¿Por qué les voy a dejar que usen mis tuberías gratis?”, dice Edward Whitacre, presidente de AT&T
AT&T, la principal empresa de telefonía de Estados Unidos, junto con Comcast Corp y otras proveedoras, se queja de que sus redes están siendo consumidas por aplicaciones cada vez más exigentes, como la reproducción de vídeos online o el ‘streamming’. Según estas compañías, la fuerte demanda les ha obligado a emprender ampliaciones en sus infraestructuras, con un gran desembolso de dinero que necesitan recuperar.
Pero la realidad bien podría describirse de otro modo: las proveedoras existen porque existe la Red y no al revés. Sin contenidos no hay proveedores. Además, en muchos casos, las infraestructuras que hacen posible la Red fueron construidas con dinero público.
A por el negocio del entretenimiento
Lo que no cuentan estas compañías es que, en los últimos tres años, han puesto los dos pies en la industria del entretenimiento, convirtiéndose también en proveedores de contenidos. De este modo, la pretensión que podría subyacer detrás de su estrategia de cerrar el acceso libre a Internet es el control sobre todo el material audiovisual que llega a los televisores, ordenadores, teléfonos y reproductores de los usuarios.
AT&T y Verizon se están preparando para ofrecer su propia emisión televisiva, IPTV (Televisión por OP). Varias voces apuntan a que querrían poder ralentizar u obstaculizar el avance de la competencia rebajando la calidad de emisión de sus videos o haciéndolos más largos y pesados de descargar.
¿Una Internet lobotomizada?
La mayor parte del consumo cultural está ya definido por las grandes empresas del entretenimiento y los conglomerados mediáticos
Para Berners-Lee, el peor escenario posible es aquel en que los ordenadores son tan baratos que son distribuidos de manera gratuita como objetos de promoción, junto con su propio sistema operativo, buscador y conexión a la Red, todos diseñados alrededor de ciertos productos y servicios. Para otros, lo peor no es la ‘capitalización’ de la Red, sino la censura. La mayor parte del consumo cultural está ya definido por las grandes empresas del entretenimiento y los conglomerados mediáticos. “¿Podemos permitirnos que controlen la Red?”, se preguntan las asociaciones de internautas.
“Si no se interviene de manera activa”, advierte el líder de Democraca Digital Jeff Chester, “los valores y los asuntos que de verdad nos preocupan, como los derechos civiles, la justicia económica, el medio ambiente o la democracia estarán amenazados por esta lucha por el control corporativo”.
Chester comenta cínicamente que los bolsillos de las compañías ‘pro nucleares’ (que están a favor de cerrar Internet) están más llenos que los de las organizaciones que luchan por un mundo mejor. ¿Cómo podrían competir las segundas por un lugar en el espacio público? ¿Qué pasa con todas las representaciones culturales sin ambiciones comerciales?
“Se pueden imaginar infinitos escenarios”, añade David Isenberg, analista de telecomunicaciones y miembro del ‘Berkman Center for Internet’ y de la Sociedad de la Escuela de Leyes de Harvard: “Quizá cobren menos por publicaciones que el proveedor considera políticamente aceptables y un precio mayor, quizá prohibitivo, para publicaciones que considera políticamente inaceptables; quizá no seamos capaces de acceder a ellas en absoluto”.
La batalla, en el Congreso norteamericano
La ley norteamericana sobre las Telecomunicaciones protege la neutralidad de Internet estableciendo que las proveedoras no podrán priorizar unos contenidos sobre otros
La lucha por la neutralidad de la Red tiene lugar estos días en el Congreso de los Estados Unidos. Lo único que impide que las empresas que proveen de acceso a la Internet obtengan un poder absoluto sobre la red que consumen sus clientes es la ley norteamericana sobre las Telecomunicaciones, que protege la neutralidad de Internet estableciendo que las proveedoras no podrán priorizar unos contenidos sobre otros.
Según los datos de PoliticalMoneyLine (una web no comercial que recoge datos sobre campañas financieras), las empresas de telefonía y cable se han gastado más de 152 millones de dólares en hacer cabildeo (presión que ejercen los ‘lobbyes’) para conseguir cambiar la legislación.
En cuanto a Amazon, Microsoft, Yahoo!, etcétera, Cisco Systems ya ha hablado de cerrar acuerdos que comprometan y enriquezcan ambas industrias. Mientras las grandes compañías negocian entre ellas, sólo el sentido común de los tribunales de leyes pueden proteger al usuario, que tiene mucho más que dinero que perder.
Internet podría llegar a parecerse más a un centro comercial que a una comunidad cargada de futuro
Desde las asociaciones de usuarios de Internet se clama en favor de la riqueza y la diversidad de la Red, que depende de lo que hacen en ella millones de personas, muchas veces sin ambiciones comerciales, como las comunidades de software libre, la blogosfera (el conjunto de los blogs con todas sus interconexiones), las radios independientes, los ‘podcasters’ (usuarios que dejan sus grabaciones de audio en sus sitios web para que cualquiera se las descargue) o los foros de discusión.
Con estas personas, según expresan los representantes de los internautas, la Red es activa, interesante, abierta y libre. Hay lugar para proyectos culturales, alternativas políticas, diversión, talleres de soporte técnico, músicos sin discográfica, escritores sin editorial… Sin ellas, Internet podría parecerse más a un centro comercial que a una comunidad cargada de futuro.