Buena parte del rendimiento escolar o laboral depende de la concentración. La falta de atención en los estudios o en el trabajo desemboca en un rendimiento deficiente que puede corregirse con un aprendizaje adecuado. En este campo concreto los psicopedagogos aseguran que lo ideal es que desde pequeños los niños se acostumbren a estar concentrados en una tarea durante unos minutos, para que al llegar a la universidad sean capaces de leer y estudiar varias horas seguidas. Para ello, es muy importante ayudarles a crear un ambiente adecuado en el colegio y en casa, así como que padres y profesores les sirvan de modelos y les enseñen las técnicas más adecuadas de concentración.
Falta de atención
¿Cómo conseguir concentrarse en una tarea? Y lo que es peor, ¿cómo mantener el mismo grado de atención durante varias horas? Según explica José Antonio Benavent Oltra, presidente de la Asociación Valenciana de Orientación y Psicopedagogía (AVOP), “la clave está en evitar las circunstancias que someten a la persona a interferencias” ya que, a la hora de hablar de pérdida de concentración, se pueden distinguir diversos elementos que la favorecen. “El potencial, la calidad y el equilibrio bioenergético personal son factores determinantes del nivel de concentración que puede alcanzar una persona.
“El potencial, la calidad y el equilibrio bioenergético personal son factores determinantes del nivel de concentración que puede alcanzar una persona”
Las circunstancias personales influyen de manera importante en la falta de concentración. Cuando la persona tiene un problema, resulta difícil mantener la atención en los estudios o en el trabajo y la tendencia es pasar la mayor parte del tiempo “dándole vueltas a ese problema”. Así lo confirma el presidente de la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi, Ernesto Gutiérrez Crespo, quien explica que, en todo caso, se puede alcanzar un cierto nivel de atención, pero no de concentración. “Cuando estamos preocupados, podemos conseguir un estado de atención o de vigilia, es decir, estar conscientes de lo que estamos haciendo. Sin embargo, lo que parece más difícil es centrar toda nuestra energía en una determinada actividad, estar concentrados en ella y desarrollarla adecuadamente”, subraya.
Según Nieves Pérez, del Gabinete de Psicología Psike, lo que ocurre es que la persona se concentra, pero en su problema, que ocupa toda o la mayor parte de la atención, por lo que reconoce que “para poder centrarse en una actividad se necesita un nivel de activación y cierta motivación”. Precisamente, la falta de motivación es otro factor que influye negativamente a la hora de conseguir un grado de concentración adecuado. Esto es lo que ocurre cuando la tarea que se desempeña no es del gusto de quien la realiza o bien es monótona y repetitiva. “En la medida en que estemos menos motivados, nuestro grado de concentración será menor”, constata Gutiérrez Crespo, quien asegura que cuando una tarea “no da juego a la creatividad de la persona, a que pueda aportar sus propios elementos personales, el grado de concentración también baja”.
Aprender desde pequeños
Adquirir una disciplina de concentración lo antes posible, desde la infancia, ayuda a centrar la atención en la edad adulta. Esto significa que la concentración puede entrenarse y que, por lo tanto, se puede aprender a conseguirla en cualquier circunstancia. Jesús de la Fuente, fundador de la Asociación Andaluza de Psicología Educativa y Psicopedagogía y profesor de Psicología de la Educación de la Universidad de Almería, mantiene que “una deficiente historia de aprendizaje, en la que durante mucho tiempo una persona no ha estado acostumbrada a un proceso de concentración en educación primaria, hace imposible que logre estar concentrada en secundaria o en la universidad”. “Ésta es una variable tremendamente importante y decisiva, -prosigue- si un niño pequeño no trabaja progresivamente los procesos atencionales, difícilmente conseguirá un alto grado de concentración cuando sea adulto. Es tremendamente importante el entrenamiento previo”.
Desde que comienzan el colegio, los niños deben acostumbrarse a estar cada día concentrados unos minutos. En concreto, para Jesús de la Fuente, “lo deseable sería que ya en Primaria los niños estuvieran media hora o una hora concentrados
“Lo deseable sería que ya en Primaria los niños estuvieran media hora o una hora concentrados”
A su juicio, la atención y la concentración “no son un proceso psicológico que surge solo, sino que se aprenden”, por lo que insiste en la importancia de enseñar a los niños las técnicas de atención y lamenta la tendencia de muchos padres a pensar que “por el hecho de que sus hijos estén delante del libro, estén estudiando”. “Si estos conocen la manera de estar concentrados y no saben ejecutar ese control, cuando se pongan delante del libro no podrán sacar provecho de ello”, reflexiona, para añadir que, “en caso contrario, cuando en la etapa infantil los niños aprenden a concentrarse y redirigir los pensamientos hacia la tarea que realizan, aprovechan mejor el tiempo, mejoran la motivación e incrementan el rendimiento”.
Técnicas de concentración
A la hora de aprender a concentrarse, las técnicas de relajación y de educación de la mente ayudan a obtener buenos resultados. Se considera que el cerebro es como un músculo que debe entrenarse para conseguir un buen control mental y centrarse en la tarea, aunque también se debe tener en cuenta la necesidad de hacer descansos para que éste no se agote. En este sentido, Nieves Pérez recuerda que “a medida que pasa el tiempo el rendimiento disminuye” e insiste en la necesidad de realizar un pequeño descanso cada 50 minutos, “una parada que se irá ampliando a medida que pasen las horas, sin que llegue a exceder en ningún caso los 30 minutos”. Por su parte, Gutiérrez Crespo defiende también la importancia de evitar el cansancio físico y mental, aunque desvela otras tácticas para aprovechar las horas de estudio: “En la medida en que se intente estudiar un texto, se asimilará mejor si la persona no se limita a leerlo, sino que además lo subraya, hace esquemas o intenta verbalizar lo que va aprendiendo. Este tipo de estrategias funcionan”.
En el marco laboral, es importante hacer una distribución correcta del tiempo, es decir, tener en cuenta que existen determinadas horas, generalmente al inicio de la jornada, en las que la concentración es mucho mayor. A partir de ahí, se admite una planificación de las tareas de manera que las más monótonas o complicadas se realicen en ese horario. También es importante recordar que la concentración en el trabajo es mayor cuanto mayor es la implicación de la persona en la toma de decisiones, puesto que se siente valorado en la empresa, toma conciencia de la trascendencia de sus decisiones y les presta más atención.
Cuando la concentración se pierde debido al cansancio, unos sencillos ejercicios de respiración pueden ayudar a recuperarla
“Cuando la concentración se pierde debido al cansancio, unos sencillos ejercicios de respiración pueden ayudar a recuperarla
Para Jesús de la Fuente, otro punto importante a la hora de aprender a concentrarse es contar con las condiciones adecuadas y una planificación horaria: “Claramente, en la familia tiene que haber un horario para la concentración, es muy importante que los padres aprendan que cuando el niño está en casa tiene que tener un momento para hacer la tarea y que ese momento tiene que llegar antes del momento en que se otorguen los premios. Por tanto, no puede hacer las tareas que le gustan, como jugar o ver la televisión, antes del trabajo, sino que tiene que ser al revés”. Asimismo, considera que el hecho de que el niño esté sobrecargado de actividades extraescolares conlleva que su cansancio aumente y que, probablemente, se encuentre desmotivado en el momento de hacer los deberes. “Es muy difícil ponerse a las nueve de la noche a repasar una lección o a hacer una lectura, porque después de todo el día estamos muy cansados y el cerebro ya no funciona igual”, apunta el profesor, quien considera que, al igual que en el trabajo, el alumno debe distribuir sus tareas y hacer primero aquellas que requieren mas atención y, por último, las más sencillas. En cuanto a los premios, afirma que deben tener la función de estimular la concentración y premiar el esfuerzo para que los niños consoliden unos hábitos de trabajo.
Por último, es importante que en el caso de los más pequeños, cuenten con modelos en los que fijarse y a los que imitar, es decir, que tengan cerca una persona que les motive y les enseñe la importancia de aprender a concentrarse. En este sentido, según De la Fuente, esos modelos tienen que estar tanto en la escuela como en la propia familia puesto que, a su entender, “no es suficiente que en la escuela se diga al niño que memorice una poesía para el día siguiente, si luego no se le enseña cómo hacerlo o, cuando llega a casa, los padres tampoco le explican la estrategia de memorización”. “Del mismo modo que es muy difícil que un niño tenga interés hacia la lectura si ve que en su familia nadie lee, resulta complicado que el niño se concentre si no ve que los demás lo hacen”, concluye.