Los Objetivos de Desarrollo del Milenio se fijaron en el año 2000. Fueron decididos y firmados por los 189 países miembros de la Organización de Naciones Unidas, que se comprometieron a conseguirlos para 2015. Sin embargo, cuando ya se ha consumido la mitad del tiempo, las ONG hacen balance y se muestran tajantes: no se lograrán en la fecha marcada. Reducir la pobreza extrema, el hambre, la mortalidad infantil o combatir el VIH son algunas de las metas, para las que las organizaciones sociales reclaman, más que voluntad económica, voluntad política. “Ni siquiera Naciones Unidas se atreve a dar fechas sobre cuándo se acabará con el hambre en el mundo”, denuncian.
Dificultades para llegar a 2015
En septiembre de 2000, la Organización de Naciones Unidas celebró la Cumbre del Milenio. En ella, 189 dirigentes mundiales se comprometieron, entre otras cosas, a reducir la pobreza extrema, la mortalidad infantil y la propagación del VIH. Firmaron la denominada Declaración del Milenio, que recoge ocho objetivos: siete fundamentales y uno más encargado de garantizar el cumplimiento de los anteriores para 2015.Sin embargo, en pleno ecuador para alcanzar esa fecha, las organizaciones no gubernamentales (ONG) aseguran que no se está en el buen camino y ven difícil la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Incluso el Plan Anual de Cooperación Internacional 2007, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, reconoce que “las previsiones sobre el cumplimiento de los Objetivos y metas de la Declaración del Milenio no son optimistas”.
El Plan Anual de Cooperación Internacional 2007, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, reconoce que “las previsiones sobre el cumplimiento de los Objetivos y metas de la Declaración del Milenio no son optimistas”
La campaña Pobreza Cero, apoyada por más de 400 ONGD de España, surgió, precisamente, para exigir un cambio de rumbo y el fin de la pobreza y la desigualdad. Su coordinadora, Portal Touza, asegura que el objetivo es “hacer un llamamiento a la sociedad para que se movilice, actúe, presione a los líderes políticos y exija, como primer paso en la erradicación de la pobreza, el cumplimiento para 2015”. A su entender, los ODM son objetivos “viables” desde el punto de vista técnico y económico, por lo que sólo sería necesaria la voluntad política por parte de los Estados y sus gobiernos. “Actualmente -critica-, el nivel de cumplimiento en la mayoría de países es muy bajo y, si se sigue a este ritmo, los Objetivos no se cumplirán hasta dentro de 100 ó 200 años”. Según Touza, desde la propia Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se subraya que, “si se mantienen las condiciones actuales, el Objetivo número uno de reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen hambre no se alcanzará hasta 2150”.
En la misma línea, Carlos Gómez Gil, doctor en sociología y profesor de la Universidad de Alicante, asevera que, “sin ninguna duda, los ODM no se podrán conseguir con el incumplimiento de acuerdos, compromisos y flujos económicos actuales”. Gómez Gil también es director del Observatorio Permanente de Inmigración, coordinador del Área de Cooperación Internacional de Bakeaz (Centro de Documentación e Investigación para la Paz del País Vasco) y autor de la única asesoría técnica con que cuenta la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional sobre los ODM. Desde su experiencia en este tema, cree “con absoluta claridad y rotundidad” que los Objetivos no se conseguirán para la fecha marcada “en su totalidad”, aunque no descarta que se produzcan “avances sustanciales en alguno de ellos”. “Según los últimos informes de Naciones Unidas, la educación primaria universal no se conseguirá hasta 2130, no se reducirá a la mitad la pobreza absoluta hasta 2150, y no se disminuirá a la mitad la mortalidad infantil hasta 2175, y en cuanto a acabar con el hambre en el mundo, ni siquiera Naciones Unidas se atreve a dar fechas.
“Según los últimos informes de Naciones Unidas, la educación primaria universal no se conseguirá hasta 2130, no se reducirá a la mitad la pobreza absoluta hasta 2150, y no se disminuirá a la mitad la mortalidad infantil hasta 2175”
Pero la preocupación va más allá. Según este experto, en algunos países ni siquiera cuentan con indicadores básicos sobre desarrollo humano, lo que dificulta el seguimiento de los Objetivos del Milenio. En concreto, matiza que “todavía hay 22 países donde no hay datos sobre el peso de los niños al nacer y en los siguientes cinco años, otros 20 países tampoco ofrecen datos sobre las tasas de matriculación en educación primaria, 45 países no revelan las cifras de escolarización de niños hasta el quinto año y 91 países o no ofrecen datos o los que ofrecen no son fiables respecto a la incidencia del VIH en embarazadas”. Por todo ello, Patxi Zabalo, miembro de la directiva del Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional (Hegoa), una organización sin ánimo de lucro que trabaja en la promoción del desarrollo humano, recalca que los ODM, “en principio, son muy modestos” y que “no parece realista pensar que se van a conseguir”. “Al menos -prosigue-, no se van a terminar de cumplir, quizá se cumpla alguno en algunos países de Asia o de América Latina, pero casi seguro que no se van a cumplir en gran parte de África”.
Contenido de los Objetivos
Cada Objetivo tiene un fin y unas metas. Así, si el primero apuesta por reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre, el segundo aboga por lograr la enseñanza primaria universal. El dato: más de 115 millones de niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria, no acuden. La diana apunta de nuevo al África subsahariana, donde más de un tercio de sus pequeños está sin escolarizar. Además, en cinco países africanos está matriculada menos de la mitad de la población infantil y aproximadamente un 20% de los menores de Asia meridional, Oceanía y Asia occidental tampoco sabe lo que es sentarse en un pupitre. En cuanto al Objetivo tres, Promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer, los datos tampoco son muy halagüeños. El Informe de Naciones Unidas revela que la diferencia entre los géneros “se está reduciendo, aunque lentamente”. Apuesta porque la igualdad se note primero en la tasa de matriculación en educación primaria, pero defiende que también se consigan proporciones similares en el empleo asalariado y “en los niveles más altos de Gobierno, donde las mujeres ocupan tan sólo el 16% de los escaños de los parlamentos del mundo”.
Desde Unicef, aseguran que los Objetivos 2 y 3 “están profundamente relacionados entre sí”, puesto que, “por definición, no es posible lograr la enseñanza primaria universal sin alcanzar la paridad entre los géneros”. Los cálculos y proyecciones de esta organización en su ‘Balance sobre la enseñanza primaria y la paridad entre los géneros, de 2006’, indican que “hay algunas razones que invitan al optimismo” en el logro de la paridad en la educación, ya que 91 países en desarrollo y 34 industrializados se encuentran “bien encaminados, con el mismo número de niñas que de niños en la escuela”, pero reconoce que “en algunos de estos países la cifra total de matriculación es tan reducida que la paridad entre los géneros no puede considerarse mucho más que una anomalía estadística”.
Objetivos 4 y 5
También en los Objetivos 4 y 5, que hacen referencia a la reducción de la mortalidad infantil y la mejora de la salud materna, respectivamente, las estadísticas son igual de negativas. Datos de Naciones Unidas claman que más de 500.000 mujeres en todo el mundo mueren cada año durante el embarazo o el parto, la mayor parte de ellas en los países más pobres, y que 11 millones de niños (30.000 por día) mueren debido a enfermedades que se pueden prevenir o tratar. “La mayoría de esas vidas se podrían salvar ampliando los programas actuales que promueven soluciones sencillas y de bajo costo”, alerta. Además, un estudio llevado a cabo entre la Universidad de Bristol y el Colegio de Economía de Londres, con el patrocinio de Unicef, hace hincapié en que más de 1.000 millones de niños y niñas (más de la mitad de la población infantil de los países en desarrollo) sufren carencias graves en un aspecto “por lo menos”. En los últimos 40 años se han producido mejoras sustanciales en lo que respecta a la salud como, por ejemplo, el aumento de la cobertura de la vacunación infantil o el aumento de la esperanza de vida, pero esas mejoras, según el informe ‘La salud en la cooperación al desarrollo y la acción humanitaria’ (de Medicus Mundi, Prosalus, Médicos del Mundo) “se han repartido de manera muy desigual”.
Sida y el medio ambiente
El Objetivo 6 pretende combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades. Según datos del informe sobre la ‘Salud en el mundo 2004’, publicado por la OMS, las enfermedades no transmisibles son la causa de casi el 60% de las defunciones, mientras que las enfermedades transmisibles, afecciones maternas y perinatales, y carencias nutricionales constituyen poco más del 30%. El VIH/sida se ha convertido en pocos años en el problema de salud más alarmante de muchos países en desarrollo, sobre todo del África subsahariana, donde es la primera causa de mortalidad. Carlos Gómez Gil cree que tanto este Objetivo, como el 4 y el 5, “son relativamente sencillos y baratos” de conseguir, pero lamenta que, “siendo la mitad de las enfermedades no transmisibles, sin embargo, haya lugares a los que llegan medicamentos contra el sida y no llegan antibióticos contra las neumonías”. “Los niños menores de cinco años mueren, mayoritariamente, por infecciones respiratorias y por diarrea”, recuerda.
“Los niños menores de cinco años mueren, mayoritariamente, por infecciones respiratorias y por diarrea”
Por su parte, el Objetivo 7 busca garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, si bien Naciones Unidas considera que no se ha dado un avance suficiente para dar marcha atrás a la pérdida de los recursos ambientales del planeta. “Para alcanzar este objetivo se necesitará prestar más atención a la difícil situación de los pobres, cuya subsistencia cotidiana suele depender directamente de los recursos naturales que los rodean y un nivel de cooperación mundial sin precedentes”, aconseja. Las medidas adoptadas para frenar el deterioro de la capa de ozono y el aumento de las regiones que tienen acceso a agua potable son algunos ejemplos de que este Objetivo se puede conseguir, aunque todavía la mitad del mundo en desarrollo no dispone de retretes u otras formas básicas de saneamiento. Luis González, uno de los coordinadores de Ecologistas en Acción, también cree que es “posible” alcanzar esta meta, pero advierte de que “para evaluar la posibilidad de cumplimiento hay que tener claro qué es la sostenibilidad”.
En su opinión, este concepto pasa por “cerrar los ciclos de la materia”, como el del carbono, “que estamos rompiendo totalmente y da lugar a uno de los principales problemas: el cambio climático”. También defiende la “drástica” disminución del consumo de los países del Norte, el aprovechamiento de las energías renovables y, principalmente, de la energía solar, la potenciación de una alta biodiversidad porque “la velocidad de extinción de especies es similar a la de los dinosaurios” y la adaptación “de la velocidad humana a la de los ecosistemas”. “Ha habido cambios de temperatura más grandes que el que se vive ahora, pero no tan rápidos. Tenemos que ser conscientes de que el cambio climático tiene que ver más con la velocidad a la cual se está aumentando la temperatura, que con el hecho de que se esté aumentando”. Por todo ello, hace una reflexión “tremendamente negativa” sobre el cumplimiento del Objetivo 7 para 2015, “a pesar de que en algunos indicadores, a pequeña escala, sí que se producirán avances, como el acceso de la población a agua potable o la reducción de los gases que destruyen la capa de ozono”.
Voluntad política y popular
Lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio depende, en mayor medida, de los gobiernos. De hecho, las organizaciones sociales reclaman una y otra vez “voluntad política”. Para el responsable de investigación y proyectos de Medicus Mundi, Carlos Mediano, los Objetivos “requieren un compromiso político, refrendado por un compromiso económico”, pero no olvida que, a pesar de ser “una buena iniciativa”, los Objetivos del Milenio también son “un paso en el camino, no el final del camino. Si los conseguimos, resulta que ‘sólo’ se mueren un millón de niños o 150.000 mujeres embarazadas al año por causas evitables. El problema es que la gente firma muy fácilmente los compromisos políticos y luego no los cumple”. Más critica se muestra Portal Touza: “los Objetivos representan una agenda común en donde cada Estado y cada Gobierno tienen que asumir sus propias responsabilidades. Los Objetivos no se van a lograr sin que todos los gobiernos cumplan con su parte”.
Para Touza, ante todo, es “absolutamente fundamental” que los países más ricos cambien las normas de comercio internacional, “que les privilegian”, “eliminar las subvenciones que permiten exportar sus productos por debajo del coste del precio de producción dañando el sustento de los países empobrecidos, cancelar la Deuda Externa que impide a los países empobrecidos destinar recursos suficientes para alcanzar los Objetivos, y aumentar la ayuda oficial al desarrollo”. En este aspecto, reprocha a los países ricos que hayan suscrito “muchos compromisos en los últimos 30 años y que casi todos hayan quedado en realizaciones parciales, cuando no en incumplimientos totales”, como ocurre con la intención de destinar el 0,7% del PIB al desarrollo humano sostenible de los países empobrecidos. “Hace más de tres décadas, Lester Person, entonces Primer Ministro de Canadá, propuso que los países ricos dieran un 0,7% de la riqueza que generaban para ayudar a los países en vías de desarrollo. Todos los países prometieron aportar dicha cantidad, pero hoy en día sabemos que este mínimo resulta una promesa incumplida en muchísimos casos, aunque todos continúan marcándoselo como objetivo”, reflexiona Elsa Fuente.
Para Carlos Gómez Gil, lo que ocurre es que “las grandes potencias no están dando pasos importantes en la mejora de su ayuda al desarrollo y en el cumplimento de estos compromisos”, a la vez que Naciones Unidas “no atraviesa su mejor momento”. “La clave es alcanzar un desarrollo económico que cubra las necesidades humanas de forma universal y sin destrozar el entorno.