Si está pensando en adquirir una segunda vivienda y los precios españoles le parecen demasiado altos, si busca una gran rentabilidad o simplemente está cansado de los destinos turísticos más habituales, quizás le interese comprar en el extranjero. La carrera de las inmobiliarias españolas por hacerse un hueco en el mercado internacional ha hecho que tener una casa en la costa marroquí, el Algarve portugués o los valles de Transilvania (Rumanía) se convierta en una realidad; por cierto, bastante asequible.
La cercanía de Portugal y Marruecos
La efervescencia del mercado inmobiliario español ha desatado en la última década una auténtica guerra entre las principales promotoras por alcanzar los máximos beneficios. El último paso de esta carrera es la internacionalización de las empresas del sector, que buscan así diversificar su negocio ante una posible bajada de los beneficios en un mercado nacional cada vez más saturado. «El mayor tamaño de las empresas, la madurez del mercado residencial español y el exceso de liquidez explican la internacionalización del sector», asegura Yolanda Fernández, directora de Estudios de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid.
Mientras que en España el metro cuadrado alcanza los 2.054 euros de media, en Portugal se mantiene por debajo de los 1.700 euros
Uno de los países con más éxito entre los compradores es Portugal. “Gusta mucho comprar aquí porque la cultura es similar y pueden venir cuando quieran de vacaciones”, explica Rui Meneses, director territorial de Lar Crea en el país vecino. A la proximidad geográfica y cultural se unen los bajos precios. Así, mientras que en España el metro cuadrado alcanza los 2.054,5 euros de media, en Portugal se mantiene por debajo de los 1.700 euros.
Estas condiciones favorables hacen que cada vez sean más los españoles que se deciden a comprar una segunda residencia en las tranquilas playas del Algarve o en ciudades como Oporto o Lisboa, donde se pueden adquirir apartamentos con sello español a partir de 92.000 euros. Prueba de esta fuerte presencia es el Salón Inmobiliario de Lisboa, donde uno de cada cinco expositores que cada otoño participan en él es de nacionalidad española. En este mercado se han instalado todas las grandes empresas españolas -y muchas medianas y pequeñas-, sobre todo en actividades de promoción, centros comerciales y complejos turísticos y de ocio.
Junto a Portugal, Marruecos también empieza a despuntar como lugar para adquirir una segunda vivienda. Así lo demuestra la construcción por parte de una promotora española del conjunto residencial más importante del país en su costa mediterránea, Mediterrania Saïdia, una promoción de 3.000 viviendas de lujo con un precio a partir de 110.000 euros y de la que ya se benefician muchos españoles que huyen de esta manera de la saturación de las costas al otro lado del estrecho.
Mercados de largo recorrido
Para los que buscan las mejores posibilidades de inversión el mercado más atractivo es sin duda el de los antiguos países del Este. La ampliación de la Unión Europea en 2004 supuso el pistoletazo de salida para las inmobiliarias y hoy ya se pueden comprar viviendas de promotoras españolas en pleno centro de Budapest por 1.500 euros el metro cuadrado. Además de Hungría, los inversores se decantan por destinos como Polonia, la República Checa y, recientemente, Bulgaria y Rumanía, dos países que han despertado mucho interés desde su entrada en la Unión Europea en enero de este año.
Además de las grandes urbes como París, Milán, Roma o Lyón, las promotoras españolas apuestan por la vivienda vacacional en la Bretaña francesa, la Costa Azul o las costas de Mar Adriático
Hoy la mayoría de las inmobiliarias se han posicionado en la región, que en los últimos diez años ha pasado de tener un mercado inmobiliario casi inexistente a un panorama floreciente y con muchas posibilidades de crecimiento, con precios por metro cuadrado por debajo de los 1.100 euros. Su principal ventaja es que no hace falta hacer una inversión excesiva para obtener una rentabilidad de hasta el 15% anual, impensable en Europa Occidental en el momento actual.
Otros mercados menos florecientes, pero que ofrecen una mayor estabilidad y seguridad que el de los nuevos países de la Unión Europea, son los de Francia e Italia. Además de las grandes urbes como París, Milán, Roma o Lyón, las promotoras españolas apuestan por la vivienda vacacional en la Bretaña francesa, la Costa Azul o las costas de Mar Adriático.
Al otro lado del ‘charco’
Pero la expansión internacional de las empresas nacionales no termina en Europa. A miles de kilómetros de distancia se encuentra otro de los mercados emergentes: Iberoamérica, la gran protagonista entre los expositores extranjeros que se dieron cita en la última edición del Salón Inmobiliario de Madrid. Países como Panamá, Argentina, Uruguay y, sobre todo, México, han dejado de ser sólo destinos turísticos para los españoles y se sitúan ahora entre los nuevos atractivos para comprar una segunda vivienda. Una tendencia que ha hecho que varios grupos españoles se hayan posicionado como los principales inversores en estos mercados. Es el caso de Martinsa-Fadesa, que entró en México en julio de 2006 y que desarrolla en el estado de la Baja California el mayor complejo turístico de su trayectoria, un resort compuesto por más de 6.500 viviendas.
El valor añadido de estos lugares se encuentra generalmente en su condición de destinos exóticos, con complejos turísticos de primer orden como Cancún (México) y balnearios -caso de Punta del Este (Uruguay)- figurando como atractivos de sus promociones. Un poco más al norte, y a pesar de la crisis hipotecaria por la que atraviesa, Estados Unidos también empieza a posicionarse como un destino preferencial para los grandes grupos inmobiliarios, que ya construyen viviendas en las costas de Florida.