Inflación: ¿cómo afecta a los consumidores?

La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios debido al desequilibrio existente entre la producción y la demanda. El efecto más palpable de esta subida es que el dinero pierde valor y la capacidad adquisitiva se resiente: con una misma cantidad de dinero, no se puede adquirir la misma cantidad de bienes y servicios que antes. 

Además, se suele decir que la inflación es un impuesto encubierto, el llamado «impuesto de los pobres», ya que los ciudadanos pierden y el Estado gana.

¿Cómo se calcula? Según señala en su web el Banco Central Europeo, «se tienen en cuenta todos los bienes y servicios que consumen las familias»:

• Artículos de consumo diario, como los productos que conforman la cesta de la compra de cada día, el combustible, etc.
• Bienes de consumo duradero: electrodomésticos, ropa, libros…
• Servicios, como peluquería, restaurantes, etc.

Y, para medirla, en España se utiliza el Índice de Precios al Consumidor (IPC), el valor numérico que refleja las variaciones que experimentan los precios en un periodo determinado.

¿Cuáles son los efectos palpables que genera la inflación en la economía? Aunque se trata de un parámetro macroeconómico, su influencia en los bolsillos de los ciudadanos de un país es más que evidente. Algunos de estos efectos son los siguientes:

Con la misma cantidad de dinero se pueden comprar menos productos que en un contexto no inflacionista. Si la subida de los precios no se ve compensada por un incremento en los salarios, tendremos más dificultades para llegar a fin de mes. 

Pero, por otro lado, si los salarios suben, se puede entrar en un círculo vicioso, ya que los empresarios para compensar este aumento venderán más caros sus productos, con lo que la inflación seguirá existiendo.

El dinero que tenemos ahorrado en la cuenta va perdiendo valor conforme los precios suben, porque podemos adquirir menos bienes y servicios con él.

Los consumidores se ven obligados a dedicar más dinero que antes a la adquisición de productos y servicios, ya que su precio ha aumentado. Por ello, la capacidad de ahorro disminuye. Así, los hogares españoles tuvieron en 2021 una tasa de ahorro del 11,4 % de su renta disponible, lo que supone 3,6 puntos menos que en 2020, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Los productos más demandados suelen ser los de primera necesidad, que son los que más suben, y resultan ser los imprescindibles para las familias.

En casos extremos, cuando los precios no dejan de subir y, además, hay un estancamiento de la economía (que no crece) se puede hablar de estanflación. Es el peor escenario posible, ya que es complicado encontrar soluciones a corto y medio plazo.

No existe una única causa para llegar a una situación inflacionista. Puede deberse, entre otras, a estas tres causas:

Se puede deber a que los costes de producción suban mucho al elevarse el precio de las materias primas. La consecuencia es que, al final, los precios de los productos suben. Por ejemplo, si a un empresario le sale más caro fabricar un bolso porque el cuero es más caro, ese coste lo repercute en el consumidor, quien pagará más dinero por el bolso que un año antes.

Si la demanda de bienes excede la capacidad de producción o importación de bienes, los precios aumentarán. Por ejemplo, puede que la producción de trigo sea escasa (o no se puede importar) pero todos los consumidores quieren comprar pan. Ante una gran demanda y escasez de oferta, el precio sube.

Se han dado casos en la historia en los que la inflación ha sido motivada por la falta de previsión de los gobiernos, que han emitido más dinero del que el mercado podía soportar sin presentar variaciones. Al haber más dinero en circulación, los precios suben porque hay más demanda y la oferta no va a la par de la demanda.

Cuando la inflación crece en exceso, las soluciones son muy difíciles, y casi siempre tienen contraprestaciones:

Los bancos centrales pueden subir la tasa de interés de la deuda pública, incrementando las tasas de interés en los préstamos al consumo. Esto supone que se frene la demanda de productos.

Sin embargo, si se frena la demanda, cae la producción y se puede producir un estancamiento económico importante y desempleo.

Pero si se produce un incremento salarial, hay más costes para los empresarios, que al final aumentarán los precios de nuevo. Por ello, la subida salarial no es una solución que se pueda implementar en solitario, sino junto a otras medidas.