A menudo, la ilusión es la mejor medicina para los niños y niñas que padecen alguna enfermedad. La emoción por ver cumplido su sueño les proporciona una inyección de felicidad que mejora su calidad de vida y les sirve de aliciente para la recuperación. Conocer a su cantante preferido, viajar a un parque de atracciones o acudir a un programa de televisión son algunos de los anhelos más frecuentes. Pero ¿cómo se cumplen? La varita mágica la tienen varias organizaciones sin ánimo de lucro que, sin pedir nada a cambio excepto la complicidad de los padres, realizan esta labor con un único objetivo: hacer felices a los más pequeños.
Atención a niños y niñas enfermos
Realizan su trabajo durante todo el año y, aunque aseguran que no son organizaciones mágicas, cumplen deseos. Apenas media docena de entidades sin ánimo de lucro se encargan en España de hacer realidad los anhelos de los más pequeños, especialmente, de aquellos que están enfermos y pasan sus días en un hospital o los visitan con frecuencia.
No ocurre siempre, pero a veces los sueños se hacen realidad y es gracias a entidades como la Fundación Pequeño Deseo, que desde el año 2000 atiende las peticiones de los menores enfermos crónicos o con mal pronóstico. La finalidad es “apoyarles anímicamente y que esa lucha diaria contra la enfermedad sea mucho más llevadera”. Para la directora de la Fundación, Cristina Cuadrado, los beneficios de este tipo de iniciativas son incalculables, aunque afirma que lo más importante es que, al menos por uno o varios días, los niños se alejan de su vida en el hospital y se convierten en los protagonistas de un cuento con final feliz.
Este tipo de programas suelen estar dirigidos a niños entre 4 y 18 años, aunque cada caso se analiza de manera individual para cumplir el máximo de deseos posible
Si no fuera por estas organizaciones, algunos niños creerían que los sueños son irrealizables. “Sin embargo, -prosigue Cuadrado- los cumplen y consiguen una inyección de combustible para seguir luchando”. Dar forma a cada uno de los sueños puede costar dos horas o dos días, pero el resultado es a menudo satisfactorio porque se cuenta con familiares, amigos, voluntarios y médicos, que prestan su ayuda de forma desinteresada.
Este tipo de programas suelen estar dirigidos a niños entre 4 y 18 años, aunque cada caso se analiza de manera individual para cumplir el máximo de deseos posible. El límite de edad es flexible. En cuanto a los deseos, Cuadrado precisa que varían mucho en función de cada niño, pero distingue cuatro tipos: “Los que quieren ejercer una profesión por un día, los que quieren viajar a Disneyland, los que quieren tener un perro, una bici o un ordenador, y aquellos que quieren conocer a un cantante o futbolista”.
El factor sorpresa
Lo más importante a la hora de cumplir sueños es el factor sorpresa. Gracias a él, se consigue que los niños y niñas vivan el momento con una dosis mayor de emoción. Excepto cuando por motivos de salud se aconseja lo contrario o si ha sido el propio niño quien ha hecho llegar su petición a la organización, los menores desconocen la sorpresa hasta el momento en que se cumple. “Al ser así, el efecto positivo es mucho mayor. Además, no les queremos crear expectativas ante el riesgo de que luego no podamos cumplir el deseo, lo que les generaría ansiedad”, explica Cristina Cuadrado.
Puede haber ocasiones en las que se adelante la noticia a los niños para que esto les sirva de aliciente. El equipo médico suele tener la última palabra. Si los pequeños van a ser sometidos a un tratamiento largo o a una intervención quirúrgica, conocer que antes o después de ello van a cumplir su sueño, les puede influir muy positivamente en su estado anímico.
Funcionamiento
Para cumplir un deseo, el primer paso es contactar con la organización correspondiente. Puede ser ésta la que se acerque al hospital para conocer a los posibles beneficiarios o que sean los padres quienes se interesen por este tipo de programas, aunque a veces también ocurre que son los propios niños quienes hacen llegar su solicitud. Lo que suele ser obligatorio en todos los casos es facilitar un informe médico actualizado del menor.
La realización del deseo suele ser gratuita para la familia, aunque si decide cubrir alguna partida, el ahorro se reserva para cumplir el deseo de otros niños
El siguiente paso es conocer el deseo. Para ello, uno o varios miembros de la organización mantienen un encuentro con el niño o niña, en el que les preguntan por su mayor ilusión. Se intenta que los pequeños desconozcan la finalidad de esta pregunta, mientras se convierte a los padres en cómplices para buscar la mejor manera de cumplir la ilusión y la fecha más idónea.
En cuanto al coste, la realización del deseo suele ser gratuita para la familia. Todos los gastos corren por cuenta de la entidad. No obstante, si la familia decide cubrir alguna partida, el ahorro se reserva para cumplir el deseo de otros niños y poder llegar a un mayor número de pequeños y padres. Aunque el propósito es sorprender a los niños, al final se logra el mismo efecto en los padres, que tienen la oportunidad de participar en la sorpresa y sentirse felices al ver felices a sus hijos.
Creadores de ilusión
La confianza del equipo médico que atiende al menor y la colaboración de los padres y familiares más cercanos son siempre necesarias. Así lo certifica la Fundación Ilusiones, que trabaja en este ámbito desde 1999. Su misión es “provocar ilusión” en los niños y niñas que padecen enfermedades graves. “No trabajamos la sorpresa, sino la ilusión, que es algo más profundo y longevo en el tiempo”, aclara la directora de Obra Social de la Fundación, Leticia Andrades.
“No trabajamos la sorpresa, sino la ilusión, que es algo más profundo y longevo en el tiempo”, afirma la Fundación Ilusiones
A partir de este concepto, la entidad intenta que los pequeños se involucren en la construcción de su ilusión. El programa está dirigido a niños y niñas entre 4 y 16 años, capaces de identificar su ilusión y que nunca han sido beneficiarios de una fundación similar. Así, una vez confirmada la idoneidad del menor como beneficiario, el equipo de Ilusiones le visita e intenta descubrir qué le haría ilusión. “No compramos ni regalamos cosas, ayudamos a construir ilusiones”, añade.
Los beneficios de esta acción social son muy significativos. La ilusión consigue introducir en la vida de los niños valores tan importantes como el compromiso, la paciencia y el esfuerzo personal por conseguir lo que se anhela. “Más allá de los momentos especiales que quedan para siempre en sus recuerdos, es realmente cierto que se puede observar una reacción positiva en sus sistemas de respuesta ante la enfermedad”, aseguran desde Ilusiones. La finalidad es construir resiliencia, una capacidad humana para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir fortalecido.
Magia solidaria
También la Fundación Abracadabra de Magos Solidarios se encarga de crear ilusión, aunque su radio de actuación alcanza a niños hospitalizados, discapacitados psíquicos y físicos y mayores que viven en residencias. Además, esta organización, que ofrece actuaciones de magia e ilusionismo, atiende a niños que viven en campos de refugiados o que tienen padres excluidos socialmente, acude a centros y asociaciones de acogida, y atiende a personas sin hogar. “Actuamos para colectivos desfavorecidos, pero tenemos mayor preferencia hacia los niños”, apunta el presidente de la Fundación, Juan José García.
“La magia es una herramienta terapéutica maravillosamente útil, un lenguaje universal con el que es muy fácil comunicar”
La magia consigue a la vez sorpresa e ilusión. Una conjugación muy beneficiosa con la que acuden periódicamente a los hospitales con los que tienen convenios, “no sólo en Navidad, que parece que es cuando más se acuerdan de nosotros”. Su labor consiste en hacer “magia solidaria y magia cómica para combinar elementos de ilusión con la risa”. Se anima al público a participar, se organizan juegos con personas voluntarias y, en definitiva, se pretende llevar a los niños al mundo de la risa, el juego y la fantasía. “Su mundo”, remarca García.
Todas las actuaciones son gratuitas porque su principal vocación es regalar magia. Renovar con una sonrisa la ilusión de quienes más lo necesitan. Hasta el momento, más de 13.000 personas han asistido a alguno de estos shows de magia, “una herramienta terapéutica maravillosamente útil”. A través de la magia se busca que tanto los niños como sus familias se evadan del complicado momento que atraviesan. “La magia solidaria es un lenguaje universal con el que es muy fácil comunicar”, concluye García.