Medio de pago vigente
A pesar de que muchos lo crean así, los cheques no han pasado a mejor vida, y conocer cómo operar con ellos puede ser útil para evitar fraudes, agilizar el trámite y pagar lo menos posible en caso de emplearlos.
El cheque es un documento por el cual una persona (la que lo emite, “el librador”) ordena a su banco (“el librado”) que pague una determinada suma a otra persona o empresa (“el beneficiario”). Para hacer uso de este medio de pago sólo hay que cerciorarse de que en el contrato de la cuenta abierta a nuestro nombre figure expresamente este derecho, lo que ocurre en la mayoría de las cuentas corrientes pero no en las cuentas de ahorro. La entidad bancaria imprimirá y entregará el talonario de cheques, en algunos casos con un coste por chequeras adicionales, aunque no es muy frecuente.
Los cheques han mermado su presencia en el mercado de pagos en alrededor del 15% en los últimos tres años, principalmente por las comisiones que exigen los bancos a la hora de cobrarlos y por causas relacionadas con la seguridad.
Operar con cheques
Para operar con cheques de manera segura y ágil, es necesario tener en cuenta algunos factores. En el caso de recibir un cheque, hay que saber que:
Será preciso identificarse mediante NIF en caso de importes superiores a 3.005,06.
Los cheques ingresados en una cuenta bancaria, con independencia de su modalidad, deben abonarse a los dos días hábiles desde su ingreso. Esto, en la práctica, representa tres días hábiles, ya que es habitual que su importe quede retenido hasta las cinco de la tarde del segundo día hábil.
Si se desea cobrar en efectivo, no existen comisiones si se presenta en el mismo banco en que posee la cuenta el librador.
Lo mismo sucede si se solicita el abono en una cuenta propia de la entidad que debe pagarlo.
Si la cuenta donde se solicita que sea depositado es de una entidad distinta, se cobrará comisión. Por eso si se posee mas de una cuenta, puede ser útil comparar las comisiones que cobra cada una antes de cobrar, sobre todo si el importe del cheque es elevado.
Para el abono en cuenta la entidad debe emitir un justificante donde figure, como mínimo, el número de cheque, el importe y la entidad librada (la que debe pagar el cheque).
Los cheques al portador son aquellos en los que no figura el nombre del beneficiario y puede cobrarlos quien los tenga en su poder.
Los cheques nominativos, en los que figura el nombre del beneficiario, pueden incluir la cláusula “a la orden”, que permite su endoso o traspaso a otra persona, o “no a la orden”, que impide su transmisión a un tercero.
Los “cheques cruzados” son los que presentan dos barras en la parte anterior e implican que solo pueden ser cobrados a través de determinada entidad bancaria, para que ésta a su vez lo cobre en la entidad librada.
Los cheques con la expresión “abonar en cuenta” no se podrán cobrar en efectivo, sino que necesariamente se deberán depositar en una cuenta bancaria.
Pagar por cobrar
Uno de los principales motivos de que los consumidores no usen cheques en pagos de pequeño importe son los costos que implica cobrar un cheque. Los porcentajes que las entidades aplican a modo de comisión provocan que este medio de pago sea cada vez menos atractivo. Actualmente, el gasto que supone oscila entre el 0,26% al 0,33% del total del importe, dependiendo de que la entidad en la que se deba presentar para su cobro se encuentre en la misma ciudad o en otra diferente.
Un inconveniente más de los cheques, y de suma importancia, es que no siempre que se recibe un cheque se puede estar seguro de que se cobrará. Pero no sólo eso: en caso de devolución, los costes que debe pagar quien presenta el cheque varían entre 2% y el 3% de la suma, por lo general con un mínimo de 9,2 euros. La devolución se produce cuando el cheque no se paga o se paga en parte por falta de fondos en la cuenta de quien los emitió, lo que genera unos gastos de gestión en la entidad bancaria que debe asumir el beneficiario.
Cuando un cheque no se paga o se hace sólo en parte, los gastos de gestión realizados por la entidad bancaria debe pagarlos el beneficiario
Las cámaras de comercio ya advierten sobre la gran cantidad de cheques sin fondo como el principal motivo del desuso de este medio de pago. En España la ley no penaliza de ninguna manera a quien emite un talón sin fondos, “lo que si sucede en países como Francia, donde la presencia del cheque en las operaciones es mayor”, según la cámara guipuzcoana. De hecho el país galo es el tercero, tras Malta y Chipre, en el empleo del cheque como instrumento de pago, según las estadísticas del Banco Central Europeo (BCE).
Los usuarios los consideran un medio de pago de alto riesgo, ante la posibilidad de ser víctima de fraudes por el uso de cheques sin fondos, las falsificaciones, robos o mal uso de chequeras extraviadas…
Para ofrecer mayor seguridad, existen los llamados “cheques conformados”, que brindan más credibilidad y solidez como medio de pago, pero conllevan un coste extra para quien libra el cheque. Se cobra cuando quien lo emite solicita a la entidad (normalmente por petición del beneficiario) que garantice la existencia de fondos. Suele ser un porcentaje del importe, con un mínimo por operación.
Quiénes los utilizan
Este instrumento de pago solía ser el más común hasta la llegada de los medios electrónicos, pero en la actualidad es prácticamente el menos utilizado. El desarrollo de la banca electrónica -promovido por las propias entidades de crédito-, y el uso de Internet para ordenar y gestionar las operaciones ha crecido de manera significativa en comparación con los documentos en papel.
No obstante, este dato varía según se considere el volumen de operaciones o los importes, tal como se desprende de un informe reciente del Banco de España (BDE) sobre Medios de Pago. De esta manera, en términos de cantidad de operaciones, la domiciliación de recibos va a la cabeza (46%), seguida por las tarjetas de débito y de crédito (31%), las transferencias (16%) y los cheques (4%). Pero, en términos de importe, en cambio, los instrumentos de pago más importantes son las transferencias (76%), seguidas por los adeudos domiciliados (10%), los cheques (9%) y las tarjetas de débito y de crédito (0,7%). Hace ocho años, en cambio, el número de operaciones con cheques suponía el 11% de los pequeños pagos realizados en España, en tanto que tomando como parámetro el volumen, su uso ascendía al 34%.
En el empleo de los cheques se sostiene en ciertas áreas en las que es práctica corriente que quien cobra asuma los costes de la operación. El BCE resalta que los cheques conllevan una obligación legal muy fuerte, lo que también explica su importancia relativa en determinadas circunstancias de pago.
En Malta, Chipre, Francia e Irlanda los cheques representan más del 20% de las operaciones realizadas con instrumentos de pago distintos del efectivo
El progresivo desuso del cheque es dispar en diferentes países de la Unión Europea (UE). Mientras que las transferencias representan más del 70% de todos los pagos sin efectivo en Hungría, Polonia, y Rumania, las tarjetas más del 60% en Dinamarca, Portugal y Suecia, los cheques se emplean en más del 50% de los pagos de Malta. Además, en cuatro países de la UE (Malta, Chipre, Francia e Irlanda), los cheques continúan representando más del 20% del número total de operaciones realizadas utilizando instrumentos de pago distintos del efectivo, como lo confirman las “Estadísticas sobre pagos y negociación, compensación y liquidación de valores del BCE.
Estas cifras indican que, como instrumento a la hora de pagar, el cheque ha ido quedando relegado al ámbito de las grandes sumas, y reducido principalmente a algunos sectores en los que existe una relación de intercambio sólida, de mutuo conocimiento y sostenida en el tiempo.