Al finalizar un trabajo de carpintería en el que se ha realizado un mueble, tras pintarlo y barnizarlo al gusto de cada uno, llega el último toque y, probablemente, uno de los detalles en los que la gente más se fija, la colocación de los pomos.
Elegir unos tiradores que no combinen adecuadamente puede echar por tierra el trabajo realizado anteriormente, en el que se haya querido dar un aire rústico o moderno al mueble. Pues bien, para que esto no suceda, lo primero que se debe hacer es valorar el toque que tiene el mueble y el ambiente donde se va a ubicar, y en función de ello seleccionar los pomos más adecuados.
La variedad en lo referente tiradores es bastante amplia, pero si se quiere obtener unos modelos baratos y originales, que combinan tanto con mobiliario rústico como con muebles juveniles y modernos, son los tradicionales moldes de repostería. Probablemente se puedan encontrar los moldes en casa, pero si no es el caso también se pueden adquirir en centros comerciales o tiendas de menaje y hogar.
Lo único que hay que hacer es comprar tantos moldes como cajones tenga en el mueble, procurando hacer un selección temática, es decir si el mueble en cuestión es la mesilla de un dormitorio, puede que lo más idóneo sean los moldes con formas de estrellas y lunas, si por el contrario se trata de un escritorio juvenil se puede optar por moldes que simulen corazones, margaritas, etc.
Con la decisión tomada, lo único que hay que hacer es determinar exactamente el punto donde se vaya a colocar el tirador. Los primero que hay que hacer es tomar las mediciones oportunas para que todos los pomos se encuentren a la misma altura y perfectamente alineados, algo más complejo que con tiradores tradicionales puesto que no hay un punto central común y se combinan formas diferentes.
Una vez finalizada la tarea, éstos se fijan con un adhesivo transparente instantáneo.