Neumáticos desatendidos
Ni la estética de un coche, ni su acabado ni la tapicería salvan vidas. Los neumáticos sí, aunque luzcan menos. A pesar de su esencial papel, los neumáticos no sólo están muy lejos de ser un elemento que influye decisivamente en la adquisición de un vehículo sino incluso de ser principal destinatario de la atención prestada a su mantenimiento: un rayón en la carrocería hace que muchos conductores se dirijan al taller con urgencia para subsanar tan leve daño, pero ante el desgaste del dibujo de los neumáticos no se acude con la misma celeridad para efectuar el imprescindible cambio de cubiertas. Sucios y sin glamour, los neumáticos son la parte más importante de la seguridad activa y, con frecuencia, una de las más olvidadas. Por ello, desde la Dirección General de Tráfico (DGT) insisten en alertar de lo peligroso que es desatender el estado de una de las partes esenciales del turismo, ya por dejadez ya por un falso concepto de ahorro.
Las estadísticas corroboran el motivo de esa preocupación: uno de cada seis vehículos que circula por las carreteras españolas rueda con un neumático que debe cambiarse debido a su insuficiente capacidad de adherencia; una tercera parte de los coches calza ruedas traseras en peor estado que las delanteras, con el riesgo que ello supone; el 73% de los neumáticos circula con una presión inferior a la recomendada, y la mitad de los coches se mueve con neumáticos a una presión tan baja que puede sufrir un serio percance por esa cuestión en cualquier momento. El riesgo de sufrir un accidente por el mal estado de los neumáticos se agrava justo en esta época, con las lluvias y el frío. Pero de los neumáticos no sólo depende la seguridad, también influyen en el confort de marcha y en el consumo de carburante. De ahí la importancia de mantenerlos siempre en buen estado.
El mejor momento para cambiar los neumáticos
Aunque la medida a la que hay que atender para sustituir los neumáticos en un vehículo viene marcada por ley, los expertos recomiendan no esperar a llegar a ese límite legal, un dibujo de al menos 1,6 milímetros, para hacerlo. Un consejo que cae en saco roto con frecuencia, ya que el 4% de los neumáticos rueda con éste por debajo de este límite. El 36% muestra una profundidad menor a 3,5 milímetros, medida recomendada por algunos fabricantes que aconsejan sustituir los neumáticos a partir de esta cifra por la pérdida de adherencia que supone conducir con un dibujo de menor relieve. Por otra parte, según la asociación Automovilistas Europeos Asociados (AEA), aunque la banda rodante cumpla la normativa, otros factores como la deformación o los cortes también pueden afectar a la seguridad. Por tanto, la rueda hay que cambiarla siempre que sufra alguna anomalía. Se recomienda, además, acudir al taller mecánico cuando un automóvil haya permanecido un largo periodo de tiempo sin usar: dejar el coche parado un año desgasta más las ruedas que conducirlo durante varios miles de kilómetros. A menudo, el deterioro está oculto, pero un indicador de que la rueda sufre un problema es que el coche vibre o tire hacia un lado. Puesto que los neumáticos representan los únicos puntos de unión entre el vehículo y el suelo, sobre ellos descansa todo el peso y son los responsables del comportamiento dinámico del vehículo.
Dejar el coche parado un año desgasta más las ruedas que conducirlo durante varios miles de kilómetros
Los neumáticos disponen de unos testigos de desgaste situados en el fondo, de manera que cuando pueden verse a ras de superficie, el dibujo de la rueda ya ha llegado a su profundidad mínima legal, por lo que la seguridad del conductor peligra y, además, estará cometiendo una infracción si no los cambia. Si se sobrepasa este límite, la distancia de frenado aumentará y se multiplicará el riesgo de “aquaplaning” (patinazo del coche debido a que la rueda no evacua bien el agua) cuando se circula sobre firmes mojados, situación de gran peligro en cualquier momento de la marcha.
La presión de inflado se debe comprobar de manera regular, como mínimo una vez al mes, para conseguir un correcto anclaje de la cubierta y la llanta, favorecer la estabilidad lateral, demostrar un buen agarre al pavimento y máxima duración de la banda de rodadura, así como una absorción adecuada de las pequeñas irregularidades del terreno.
Tipo de conducción y presupuesto
Los neumáticos afectan en gran medida a la marcha por sus propias características y por las condiciones del vehículo, pero también por la forma de conducir. Por esta razón, en el momento de sustituirlos por otros, hay que considerar el tipo de conducción que practica cada uno, el estado del coche, la zona por la que se circula o las carreteras que se utilizan con más frecuencia, así como el presupuesto del que se dispone. No es lo mismo conducir a diario por el norte, que por el sur, como tampoco lo es viajar por autopista que por una carretera de montaña. Por término general y con un uso normal, el cambio se suele realizar cada dos años o cada 40.000 kilómetros.
Respecto al precio, se pueden encontrar modelos con óptimas prestaciones desde 60 euros por rueda. A partir de ahí, la gama es muy amplia y depende de las pulgadas de la llanta, de la anchura y marca del neumático y del modelo del coche; no es lo mismo cambiarle la rueda a un utilitario (65 euros de media) que a un todoterreno ( a partir de 100 euros). Una vez en el taller el precio por la instalación de los neumáticos, su montaje y equilibrado varía mucho en función del establecimiento elegido, hasta el punto de que la diferencia de un establecimiento a otro por cambiar las cuatro ruedas puede superar los 150 euros.
Por término general y con un uso normal, el cambio se suele realizar cada dos años o cada 40.000 kilómetros
En el caso de que el montante a pagar supere las posibilidades de nuestro bolsillo, cabe la posibilidad de cambiar dos ruedas, en lugar de las cuatro. En estos casos, conviene montar los neumáticos nuevos en el eje trasero. El objetivo es asegurar un mayor control del vehículo en situaciones difíciles (frenada de emergencia o curva cerrada), ya que el eje delantero se controla con el volante, aunque la adherencia sea más débil.
La mejor elección
El mejor neumático es el que combina un mayor número de prestaciones con una larga vida útil, y todo ello a buen precio. Algunos se caracterizan por un comportamiento excelente en piso mojado pero su longevidad resulta decepcionante, y viceversa. Entonces, ¿cómo se puede acertar y escoger el que mejor se adapte a las necesidades de cada conductor? El tipo de neumático que equipa de origen cada coche ha sido elegido por el fabricante para optimizar las prestaciones del vehículo. Por tanto, en condiciones normales, se recomienda mantener el mismo modelo. Ahora bien, siempre se puede cambiar de neumáticos en función del tipo de conducción, de las condiciones climáticas, del estado de las carreteras y de los recorridos.
El tamaño influye en el comportamiento del vehículo: el montaje de unas ruedas de mayor diámetro contribuye a que reduzca su potencia y se aumente la velocidad. Por el contrario, si se disminuye el diámetro se aumenta la potencia y la velocidad es menor. En ambos casos, quedan afectadas también la dirección y la suspensión. Por otro lado, la variación del ancho de un neumático hace que la respuesta de un coche sea diferente y que, a mayor anchura, proporcione mayor estabilidad y agarre, aunque se producen otros efectos negativos: pérdida de potencia y velocidad punta al aumentar los rozamientos, e incremento del consumo de combustible.
Significado de los códigos
Antes de pasar por caja con un neumático nuevo en un establecimiento comercial conviene conocer el significado de los códigos que lucen los neumáticos en sus flancos. Tomemos como ejemplo esta medida: 195/65 R 15 H
- 195: Ancho del neumático, en milímetros.
- 65: Relación altura/ancho de sección o perfil.
- R: Tipo de estructura del neumático. R significa radial.
- 15: Diámetro interior, expresado en pulgadas.
- H: Código de velocidad. Q= 160 km/h; R=170 km/h; S=180 km/h; T=190 km/h; H=210 km/h; VR=más de 210 km/h; V=240 km/h; W=270 km/h; Y=300 km/h; ZR= más de 240 km/h.
Si el conductor está interesado en cambiar los neumáticos que calza de serie su automóvil por otros tiene que tener en cuenta, además, su ficha técnica, que indica la medida homologada para el vehículo y un par de medidas más que se consideran equivalentes. Tomar esta decisión no supone mayor problema, siempre que las medidas de la rueda escogida sean equivalentes a las de la ficha técnica del automóvil. Si lo son, no es necesario pasar la ITV para homologar el nuevo neumático.
Se puede cambiar de neumáticos en función del tipo de conducción, las condiciones climáticas, el estado de las carreteras y los recorridos
Pero, ¿cómo asegurarse de que las medidas son equivalentes? Su diámetro no puede variar más de un 2% de la medida original, siempre que el ancho no sea inferior al original. Sí es necesaria la homologación, en cambio, cuando a pesar de que la medida del neumático no supere ese margen del 2%, las llantas hagan aumentar el ancho de vías del vehículo. Homologar el neumático es un proceso sencillo: se necesita un proyecto técnico y un certificado de ejecución de la reforma, así como un dictamen de un laboratorio reconocido, y el certificado del taller que realice el cambio. Aquellos que prefieran ahorrarse trámites y disfrutar de una mayor comodidad pueden contratar empresas especializadas en tramitar todas las gestiones necesarias.
Tipos de gomas
En el mercado actual se pueden adquirir tres tipos de neumáticos:
Neumáticos de invierno Se caracterizan sobre todo por la profundidad del dibujo, de más de cinco milímetros. De esta manera se mejora el agarre en suelo mojado, con hielo o nieve. El dibujo más hondo provoca que el hielo, la nieve o el agua atraviesen las hendiduras, manteniendo el contacto con el suelo. Estos neumáticos se deben utilizar cuando las temperaturas bajan de siete grados centígrados. Estas ruedas se distinguen con facilidad en Europa porque en los lados se lee la leyenda M+S, mientras que en Estados Unidos el símbolo es Show Flake. Pero no todos son ventajas: a temperaturas superiores a siete grados estos neumáticos tienden a degradarse con rapidez debido a que el caucho utilizado en su construcción es más blando.
Neumáticos mixtos
Son los más utilizados porque aúnan propiedades de las gomas de invierno y las de verano, de manera que pueden utilizarse todo el año siempre que las temperaturas no sean extremas.
Neumáticos de verano
La profundidad mínima de su dibujo es de 1,6 milímetros, lo que limita su uso a los meses de verano. Fabricados en un caucho más duro que el de los neumáticos de invierno, registran una mejor adherencia y control en temperaturas altas. Dentro de la gama de neumáticos de verano, una de las principales diferencias es el tamaño, aunque los coches de gama media utilizan medidas estándar no demasiado grandes. A mayor gama de automóviles y de potencia, los neumáticos se hacen más anchos para mejorar el agarre y ofrecer mayores prestaciones en conducción deportiva. El problema de los neumáticos anchos es que en conducciones de lluvia o nieve son más proclives a perder tracción o a patinar. Por ello, en este tipo de situaciones un neumático estrecho actuará como un cuchillo que “corta” tanto la nieve como el agua.
Aparte de esta clasificación genérica se pueden adquirir subtipos, como los neumáticos para todoterrenos, ruedas similares a las de invierno aunque con características propias. Su uso está muy limitado al campo, ya que en superficies asfaltadas se desgastan con rapidez. Además de ofrecer mayor tracción en hielo, nieve y agua, son más resistente a pinchazos y golpes.