La elección de un juguete no es un juego. El reto al que se enfrentan padres, abuelos y familiares como responsables en la compra de los regalos soñados por los más pequeños de la casa es importante. Otra cosa es que se sepa ver. Si evitar gastos innecesarios siempre está bien, se antoja aún más conveniente en tiempos de crisis e incertidumbre. Pero antes de decidirse por un juguete que luce un precio hasta un 50% más barato que otro en apariencia idéntico, hay que saber que este ahorro inicial puede salir muy caro. Desde Infojuego, un equipo formado por 150 psicólogos y pedagogos especializados en juego y juguetes, se recomienda a quienes comprarán estos regalos lúdicos que administren con sensatez y conocimiento de causa el dinero disponible. Entre otras cosas, se recuerda que comprar todo lo que los niños piden para Reyes no solo perjudica a la economía, sino también a la madurez personal de los pequeños.
Una compra meditada
Navidad es Navidad, a pesar de la crisis. Todo el mundo intenta ignorarla en estas fechas -aunque el gasto previsto este año es menor-, en especial cuando se piensa en los más pequeños y sus regalos. Pero hay que ajustarse el cinturón y, por ello, es conveniente elaborar una lista que combine las peticiones caprichosas (que, en alguna medida, hay que atender también) con los regalos didácticos, sin olvidar que cada juguete está diseñado para una franja de edad determinada. Puesto que la seguridad es un requisito imprescindible en cualquier juguete, los fabricantes deben garantizarla y los consumidores confirmarla antes de realizar la compra a partir de determinadas pautas.
Cómo saber si un juguete es seguro
La primera referencia que confirma que el juguete cumple con los estándares de calidad y seguridad es la marca “CE”. El problema estriba en que es el propio fabricante -y no un organismo independiente o las autoridades públicas, tras analizar el juguete- quien imprime este sello en el producto. Por esta razón, no se debe bajar la guardia, conviene mostrarse cautos ante juguetes que susciten dudas sobre su seguridad, por mucho que lleven incorporado el indicativo “CE”.
Hay que combinar las peticiones caprichosas con los regalos didácticos
Por otro lado, una marca de prestigio, conocida, es casi siempre sinónimo de calidad y seguridad. Cierto es que incluso juguetes de firmas famosas pueden, de manera ocasional, incumplir la muy exigente normativa de seguridad de juguetes, como demostró EROSKI CONSUMER en un análisis comparativo publicado en su revista. Pero las mayores incidencias en materia de seguridad física y mecánica se registran en artículos de marcas desconocidas que se encuentran a la venta en bazares que venden productos de importación.
Los juguetes menos seguros son los de marcas desconocidas a la venta en bazares
Otro elemento que se debe tener en cuenta es la morfología del juguete. Si el destinatario es un niño muy pequeño, hay que pensar que antes o después acabará en su boca, por lo que conviene seguir unas pautas:
Revisar el juguete antes de adquirirlo: sus componentes no deben soltarse o arrancarse con facilidad, sus dimensiones han de ser lo bastante grandes como para que no puedan tragarse ni inhalarse. Pelos, botones y ruedas pueden convertirse en un peligro si se meten en la nariz, el oído o la boca de un bebé o un niño pequeño.
Evitar comprar para los más pequeños juguetes con cuerdas, cordones o cintas: si se los enrollaran alrededor del cuello, podrían tener dificultades para respirar.
Vigilar el compartimento de las pilas, que no se abra con facilidad. Hay que elegir los que están cerrados con varios tornillos.
Leer el etiquetado siempre: la Directiva europea que regula la seguridad en los juguetes exige que en la etiqueta figure de forma clara la edad para la que están recomendados y que, en su caso, incluya una advertencia de que contiene piezas pequeñas, lo que lo convierte en no apto para menores de 36 meses. Además, establece que el envase debe mostrar el marcado “CE” de forma visible, legible e imborrable, así como el nombre y la dirección del fabricante y del importador. Hay que asegurarse de que toda esta información se muestra en un idioma que los padres entiendan, ya que a veces solo aparece en inglés. Si es así, se debe optar por otro juguete o pedir que alguien traduzca esa información.
Si el niño no es tan pequeño… ¿minimotos eléctricas?
Los padres deberían prestar especial atención a las características químicas y eléctricas del juguete que piensan adquirir. Conviene saber que los juguetes que funcionen con electricidad no pueden exceder los 24 voltios de tensión. Además, las partes que pueden entrar en contacto con una fuente de electricidad capaz de provocar descargas eléctricas deben estar aisladas y protegidas. A su vez, los juguetes tienen que diseñarse y fabricarse de forma que su ingestión, inhalación, contacto con la piel, mucosas y ojos no puedan provocar daños o heridas.
En cualquier caso, está prohibido incluir sustancias o preparados peligrosos si no son indispensables para el funcionamiento del juguete. Cuando este consiste en experimentos químicos o está diseñado para moldear cerámica o ensamblar maquetas, la cantidad de estas sustancias peligrosas debe estar justificada y limitada.
Un juguete para cada edad
Por mucho que los pequeños escriban una lista repleta de juguetes, quienes tienen la última palabra en la elección final son los mayores. La publicidad y el criterio o gusto de los niños puede crear en los pequeños unas apetencias concretas, pero para cada edad hay una serie de juguetes más apropiados y conviene que los padres los conozcan. En Infojuego se puede consultar los juguetes más recomendados para cada tramo de edad y las capacidades que deben potenciar en cada etapa.
- Para bebés de hasta dos años: es el periodo en el que los más pequeños descubren el entorno que les rodea. Por ello, conviene regalar juguetes que contengan elementos para chupar y palpar (sonajeros de colores, mordedores y mantitas con actividades) y otros que puedan arrastrarse y manipularse 8construcciones grandes, torres y cubos apilables, así como coches de piezas grandes y poco pesadas).
Para niños de entre dos y cinco años: han de aprender a imaginar y comunicarse con el resto de personas. Por tanto, la mejor opción es obsequiarles con juguetes que les permitan moverse y experimentar, como bicis de tres ruedas, cochecitos de bebé, pinturas y plastilinas, disfraces e instrumentos musicales. Son algunos de los regalos más apropiados para niños de esta edad.
Desde seis hasta 11 años: se aconseja regalar juguetes que potencien su capacidad creativa, como mecanos, construcciones, puzzles y en general los que permitan jugar y cooperar en equipo. Los videojuegos (atención: no cualquiera, sino los creados para usuarios de esta edad), los juegos de mesa, de experimentos y de expresión plástica son los regalos más acertados para estos menores.
A partir de los 11 años: es el momento idóneo para recibir como regalo complementos deportivos, bicicletas, monopatines, juegos de ordenador con contenidos indicados para esta edad, equipos de experimentos complejos y artículos que motiven la capacidad de investigación y cooperación de los niños.
Estos criterios no solo deben recordarse en la tienda, sino también en casa, en el momento de decidirse por uno u otro, más aún cuando en una misma familia convivan niños de diferentes edades. Entonces, los padres tienen que prestar especial atención a que los más pequeños no utilicen los juguetes de los mayores porque pueden ser peligrosos para su salud.
Videojuegos, sí pero con implicación de los padres
Un uso responsable de los videojuegos no solo no es perjudicial, sino que puede resultar provechoso para los niños. Ahora bien, los padres deben controlar los contenidos del juego y, de modo especial, limitar el tiempo que los niños dedican a esta actividad. Los videojuegos son una herramienta útil para desarrollar ciertas habilidades intelectuales y para que padres e hijos compartan momentos de ocio.
Los videojuegos son útiles para desarrollar habilidades intelectuales y para que padres e hijos compartan el ocio
Cada videojuego está diseñado para una edad concreta. Con la entrada en vigor del sistema informativo PEGI, la tarea de supervisar los contenidos de los videojuegos es más sencilla para los progenitores.
La carátula del videojuego debe mostrar un icono de la edad a la que se dirige el producto. Los segmentos aprobados son: más de tres años y menos de siete, entre siete y 12 años, entre 12 y 16, de 16 a 18, y de 18 años en adelante. Además, se describen los contenidos y valores del juego y, si es el caso, se advierte de si son inadecuados, se informa sobre si contienen un lenguaje soez o si muestran escenas que incluyan drogas o sexo. Los videojuegos no deben comprarse a la ligera, por mucho que los niños los reclamen con insistencia.
El buen uso de los videojuegos pasa por no superar las cuatro horas semanales
Una vez seleccionado y adquirido, hay que comprobar las condiciones en las que los niños disfrutarán de él. Su buen uso pasa por no superar las cuatro horas semanales de juego. Y se recomienda que se juegue con él en un espacio común de la casa bien iluminado, y no en su habitación, para evitar que se aíslen del entorno familiar y escapen de la supervisión paterna. Se les debe hacer saber a los niños que el juego es irreal y ficticio, ya que algunos podrían llegar a identificarse en exceso con los protagonistas del juego y confundir ficción con realidad. La conclusión fundamental es que los efectos de los videojuegos dependen, en gran medida, de la implicación de los padres.