La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha elegido 2009 como el Año Internacional de las Fibras Naturales (AINF). Su objetivo es concienciar a los consumidores de la importancia de estos cultivos para el medio ambiente, la salud y la seguridad alimentaria de todo el planeta. Cada año se producen unos 30 millones de toneladas de dichas fibras en todo el mundo. Sin embargo, su consumo ha sido sustituido progresivamente desde los años 60 por los materiales sintéticos. Por ello, otro de los objetivos principales del AINF pasa por promover su producción y consumo.
Recurso natural y renovable
Los responsables de la FAO ofrecen varias razones para promocionar estos productos naturales, en concreto 15 elementos de origen vegetal y animal que se producen tradicionalmente en todo el mundo, salvo tres fibras que se incluirán en el Año Internacional de los Bosques, en 2011. Su producción supone una importante fuente de ingresos: se trata de un sector que genera para los agricultores de todo el mundo unos 29.000 millones de euros anuales. El valor económico de las fibras es especialmente elevado en los países en desarrollo, donde puede alcanzar en algunos casos hasta la mitad de las exportaciones. Por ello, la seguridad alimentaria de millones de personas en todo el planeta depende de ellas.
Las aplicaciones de las fibras naturales son cada vez más diversas. Además de su milenario uso textil (en México y Pakistán se han encontrado vestigios de artículos de algodón de hace 5.000 años a. C.), cada vez más sectores industriales encuentran en estos materiales nuevas aplicaciones, como por ejemplo en materiales compuestos o en implantes médicos.
Las fibras naturales generan para los agricultores de todo el mundo unos 29.000 millones de euros anuales
Ahora bien, la FAO también recuerda que el cultivo insostenible de estos materiales conlleva una serie de perjuicios. Por ejemplo, sus responsables destacan el caso de la producción intensiva del algodón, que ha supuesto el uso masivo de pesticidas, principalmente insecticidas, con un riesgo serio para la salud de granjeros y consumidores, la agrobiodiversidad, el agua potable y los ecosistemas.
Los países en desarrollo vuelven a ser los mayores perjudicados de esta situación, ya que suelen utilizar pesticidas químicos que en muchas ocasiones han sido prohibidos en los países desarrollados por su alta toxicidad. Pero los problemas no acaban ahí: por ejemplo, a finales de los 90, los insecticidas sumaron en algunas ciudades asiáticas un costo estimado del 40% de la producción de algodón, lo que limitó su rentabilidad y llevó a muchos granjeros a la ruina.
Sistemas para mejorar su producción
Los responsables de la FAO subrayan la importancia de que los productores de estas fibras asuman estrategias alternativas, respetuosas con el medio ambiente y la salud. Un ejemplo interesante es el manejo integrado de plagas (MIP), un sistema que entrena a los granjeros para vigilar sus cultivos con una combinación de controles biológicos, culturales y químicos sólo cuando es estrictamente necesario.
Las políticas para ayudar a los agricultores pueden ser vitales en los países en desarrollo. Por ejemplo, la FAO ha puesto en marcha un programa de ayuda al sector peruano de la alpaca a través de la “Iniciativa de políticas ganaderas en favor de los pobres”. No obstante, sus responsables reconocen la dificultad de llevar a cabo este programa, debido a la falta de consenso entre las partes involucradas, los intereses de los intermediarios, que se llevan buena parte de los beneficios, y la actual crisis económica.
China trabaja para aumentar la producción de cáñamo y sustituirlo por el algodón, del que es el principal productor del mundo
Otra fórmula puede consistir en potenciar los cultivos de fibras naturales menos impactantes en la naturaleza. Por ejemplo, China trabaja para aumentar la producción de cáñamo y sustituirlo por el algodón, del que es el principal productor del mundo, con una cosecha de unos 6,6 millones de toneladas en 2006. En este sentido, los responsables del Centro de Investigación del Cáñamo, en Beijing, explican que se librarían áreas extensas de tierra dedicadas al algodón para la producción alimentaria, se generarían ingresos adicionales para millones de pequeños agricultores en algunas de las áreas rurales más pobres del país y se cultivaría con pocos pesticidas, a diferencia del algodón.
Producción y nuevos usos de las fibras naturales
La fibra natural más cultivada en el mundo es el algodón, una celulosa pura con una producción anual de unos 25 millones de toneladas. Asia es la principal potencia algodonera: sólo China, India y Pakistán suman casi el 60% de la cosecha mundial y más del 70% de los cultivadores del mundo. La producción de algodón en Asia es la principal forma de subsistencia de más de 100 millones de granjeros y millones de trabajadores de las fábricas, muchos de ellos mujeres.
La producción industrial de cáñamo puede tener un segundo renacer en su país de origen, China. En la actualidad, una pequeña cantidad de textil de cáñamo puro se produce en China para mercados especializados de alto valor, gracias a sus superiores ventajas de resistencia y absorción y dispersión de la humedad frente al algodón. Ahora bien, el objetivo de las instituciones chinas es utilizar el sistema productivo del algodón para esta otra fibra natural. Para ello se han desarrollado diversas tecnologías que han permitido eliminar casi al completo la lignina que une las fibras de cáñamo, transformándola en una fibra textil más fina, suave y manejable para los sistemas de algodón y lana y para su mezcla con fibras artificiales.
La fibra natural más cultivada en el mundo es el algodón, con una producción anual de unos 25 millones de toneladas
El sisal, el henequén y otras fibras duras similares se producen a partir de una hoja del agave, principalmente en África, América Latina y China. En concreto, el sisal es una de las fibras naturales más largas y fuertes y, aunque es originaria de México, Tanzania es el país con el mayor potencial productivo. El mercado actual abre diversas posibilidades a este material: papeles especiales, rellenos para automóviles, materiales aislantes, ladrillos, tejas y tableros de fibra, materiales compuestos ecológicos, biomasa residual para producir energía renovable, etc. Las ventajas medioambientales son también considerables: se trata de una planta que se puede cultivar todo el año, incluso en tierras marginales y semiáridas, y no necesita fertilizantes ni plaguicidas. Por otra parte, el sisal está sustituyendo al asbesto y la fibra de vidrio en muchos materiales compuestos.