Durante décadas, el papel pintado era el revestimiento de referencia para decorar las paredes en buena parte de los hogares. Ahora este elemento ha resurgido como tendencia, aunque la variedad de materiales y la diversidad de las técnicas de colocación difieren de las primigenias. Por este motivo, antes de adquirir un papel pintado, no basta con fijarse en su diseño, sino que es necesario considerar otros aspectos.
Tipos de papel
La gama de papeles pintados es extensa. Hay una gran diversidad de texturas, colores y diseños que se clasifican en tres categorías básicas:
Gofrado. Es el más tradicional. Se compone de una sola capa de papel sobre la que se estampa o graba el diseño. En general, se coloca con cola de celulosa que se aplica sobre el revestimiento y tiene una moderada resistencia a la luz. Es un papel apropiado para decorar dormitorios o salones que no sufran demasiado tránsito.
Flocado. Son papeles con relieve. Algunos imitan la textura del terciopelo y el ante, mientras que otros están recubiertos de corcho o de hojas metalizadas. Son más gruesos y aguantan mejor el paso del tiempo. Los papeles flocados son adecuados para cualquier espacio.
Vinílico. Están recubiertos con una capa de vinilo impreso. Este plástico los convierte en un papel pintado resistente e impermeable. Otra de las novedades es que la mayoría de los papeles de vinilo se comercializan preencolados. Para su colocación, basta con humedecer el reverso. Al resistir el contacto con el agua, son apropiados para revestir las paredes de cocinas y baños.
Características del revestimiento
En el momento de elegir el papel pintado, además de seleccionar el diseño o estampado, conviene centrar la atención en las propias características del revestimiento. En el reverso del papel se encuentran diferentes símbolos que aportan toda la información necesaria para describir sus principales atributos. La normativa NF regula y garantiza la fiabilidad de las particularidades que se especifican.
Los papeles vinílicos están preencolados, basta con humedecer el reverso para colocarlos
Los parámetros que se miden son la resistencia del papel a la luz, con una escala que va de «satisfactoria» a «excelente»; el modo de eliminar el revestimiento (en seco, mojado o pelable); la forma de aplicar el adhesivo que precisa el papel (sobre el revestimiento, aplicado a la superficie o preencolado) y el tipo de unión que requiere la colocación de los pliegos de papel. Ésta puede ser libre, recta, salteada o en tiras inversas.
Otro de los símbolos que se encuentran impresos en el revestimiento especifica si es posible o no lavar el papel y cómo se debe hacer. Las categorías más habituales son “lavable” y “lavable y que se puede cepillar”. En el primer caso, el revestimiento admite que las manchas se eliminen con un trapo humedecido en agua jabonosa, aunque es conveniente saber que la grasa es imborrable y definitiva si no se trata a tiempo. Es preciso limpiar estas manchas de inmediato y no posponer la tarea.
Un papel “lavable y que se puede cepillar” indica que es posible limpiar las manchas de base acuosa que se sitúan cerca de radiadores y ventanas con un cepillo suave y con un detergente no abrasivo, sin que se altere el estampado ni el color del papel.