El agua es un bien escaso y de primera necesidad, que en muchas regiones del planeta representa un problema económico y medioambiental de primer orden. Las tecnologías de desalación y reutilización aportan nuevos recursos hídricos, transformando lo que anteriormente no existía o era inutilizable en perfectamente válido, por lo que se trata de una especialidad en crecimiento en la que sin embargo el número de técnicos y especialistas es relativamente pequeño. Por ello se creaba en 1998 la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR). Para conocer más detalles sobre esta asociación y la especialidad que cubre, hablamos con su presidente, José Antonio Medina San Juan, un Ingeniero Agrónomo Superior que lleva más de 20 años trabajando en el campo de la desalación, habiendo participado en los principales proyectos de plantas desaladoras de España y en otras fuera del país. Medina es además vicepresidente de Asociación Internacional de Desalación (IDA) y autor de numerosos artículos y ponencias sobre desalación, así como del libro Desalación por Osmosis Inversa.
Con la creación de la Asociación se pretendía reunir a las personas o entidades relacionadas con estos sectores, que conscientes del papel que estas tecnologías van a desempeñar en el futuro, necesitan aunar esfuerzos para darlas a conocer a nivel informativo o técnico y para promover su uso, así como para velar por su utilización correcta en beneficio del ciudadano y las instituciones que hacen uso de ellas y del medio ambiente. La Asociación se financia con las cuotas de sus asociados, empresas, instituciones o individuos particulares, y con los fondos que se obtienen con la organización de eventos y actividades profesionales. En la actualidad, están asociadas más de 50 empresas y más de 250 personas y en 1999 era aceptada como organización de pleno derecho en la IDA.
La desalación elimina las sales de aguas que tienen una concentración tan elevada que las hace inadecuadas para la mayoría de los usos y que provocan contaminación si se utilizan de forma indiscriminada y sin control. Por su parte, la reutilización pretende aprovechar unas aguas que por su elevada contaminación no se podían aprovechar hasta ahora, como las aguas residuales, las cuales, al ser cada vez más abundantes son una fuente de problemas para el medio ambiente cada vez mayor.
Por ello, estos procesos son una nueva fuente de suministro de aguas, y gracias a los avances técnicos de la actualidad son accesibles a amplios sectores y pueden contribuir de forma importante a resolver problemas tanto de escasez como de mala calidad de las aguas disponibles. Como inconveniente destaca que su uso requiere atenciones especiales por sus posibilidades de influencia negativa en el medio ambiente.
Los principales costes derivan del componente energético en el caso de la desalación y de las características de operación de las instalaciones en el caso de la reutilización
Los principales costes derivan del componente energético en el caso de la desalación y de las características de operación de las instalaciones en el caso de la reutilización, por lo que todos los esfuerzos se dirigen hacia estos dos ámbitos. En el caso de la desalación se busca la mejora de la eficiencia de las instalaciones, y en la reutilización se introducen nuevos equipos y técnicas que no planteen problemas serios de funcionamiento en cuanto al tratamiento del agua depurada, que por su elevado contenido orgánico y componentes en suspensión resulta difícil de recuperar para otros usos.
La mejora de la situación de desequilibrio hidráulico es complicada y requiere la utilización de todos los medios disponibles, convencionales y no convencionales, para que nuestro futuro sea halagüeño. La desalación y reutilización, como recursos no convencionales, van a jugar un papel importante en el futuro, pero también lo seguirán jugando la construcción de nuevos depósitos o la transferencia de recursos de unas zonas a otras. Hay que optimizar los recursos económicos disponibles, que siempre son escasos para que en cada caso se adopte la solución más razonable. Pero además hay que contar con el elemento humano. Hay que explicar a las personas, al margen de la demagogia, lo que en cada caso va a suponer para su comunidad y por qué no, para su bolsillo, la adopción de una medida u otra.
Este año parece que es el más seco de los últimos sesenta, pero ya ha habido episodios de escasez en años pasados y por tanto no nos debe sorprender, pues la situación geográfica de España es la que es y no la podemos cambiar. Además, la demanda de agua va a seguir aumentando, con lo cual, si no se toman a corto plazo decisiones importantes, la situación puede empeorar.
Aunque nuestra Asociación promueve el uso de la desalación, queremos dejar claro que cualquier solución puede ser buena si se acomete con decisión y que en cada caso hay unos costes y unas ventajas e inconvenientes que hay que valorar. El trasvase del Ebro era una solución según algunos y la desalación lo es según otros. Nosotros creemos que el Programa AGUA del Ministerio de Medio Ambiente es viable, pero sabemos que su aplicación no es fácil por las divergencias entre grupos políticos y regiones, y también sabemos que su éxito depende de que se pueda llevar a cabo cuanto antes, puesto que los desequilibrios hídricos van a ir aumentando. Si luego hay que completar desalación con transferencias de recursos o con nuevas desaladoras, o viceversa, ya se irá viendo, pero los estudios técnico-económicos y la información para el ciudadano debe estar disponible cuanto antes.
En España existen actualmente unas 900 plantas desaladoras, tanto de agua salobre como de mar
En España existen actualmente unas 900 plantas desaladoras, tanto de agua salobre como de mar, y de tamaños entre 100 y más de 100.000 m3/día de capacidad, que en conjunto desalan unos 1,6 Hm3/día o 500 Hm3/año. El número de plantas necesarias depende de los lugares en los que se produce la demanda, en cantidad y calidad, y en cada caso hay que tener en cuenta que, aunque la desalación técnicamente resuelve cualquier problema de escasez, no siempre es el sistema más económico para aumentar los recursos de una zona.
No es cierto que el proyecto sea a coste cero, puesto que hay que hacer una fuerte inversión, bastante superior a la de una desaladora de tipo convencional. Su idea, que no es nueva, consiste en elevar agua hasta una cierta altura, desde donde se la deja caer, para desalar una parte y que la otra parte produzca electricidad. Supone que se puede ganar dinero elevando el agua cuando la tarifa de electricidad es baja y produciendo electricidad cuando la tarifa es alta. Entonces, ¿qué pretende? ¿ganar dinero con artilugios al margen de la desalación o desalar agua al menor precio? Si este último es el objetivo, el sistema de Vázquez Figueroa es más ineficiente y por tanto más caro. Además, al consumir más electricidad también se desprendería más CO2 que en las desaladoras convencionales y por tanto no sería una buena solución medioambiental.
Por último, para poder aplicar su idea, habría que cambiar las leyes eléctricas, y no parece razonable que nadie hoy día vaya a cambiar una ley para aplicar una tecnología más contaminante y que no beneficia en absoluto al país, sino a un señor al que se le ha ocurrido una idea y a los que aplican sus teorías. Esto podría ser la nueva ingeniería tarifaria.
En el campo de la desalación se detectan avances año tras año, que hacen el agua desalada asequible a sectores inimaginables hace bien poco, como la agricultura y esos avances provienen del ahorro energético, directamente mediante la utilización de equipos y diseños cada vez más eficientes, o indirectamente de los nuevos desarrollos de membranas más eficientes energéticamente. En el campo de la reutilización de aguas se ha dado también un gran paso y las nuevas tecnologías están permitiendo el aprovechamiento de unos volúmenes de agua existentes en el país y cuya eliminación supone de por sí un problema, aunque es necesario todavía que los precios de esas tecnologías bajen y mejorar así en la operación de las instalaciones.