Confiesa que es una persona “muy mayor”, pero elude concretar cuánto. Preside tres asociaciones -entre ellas la Asociación para el desarrollo Sociocultural, Formación y Empleo (ASFEM)-, viaja con frecuencia y, aunque nació en Lugo, le gusta considerarse “ciudadana del mundo”. Pilar Iglesias Osorio es una mujer activa que “no sabría dejar de hacer cosas”. Dedica buena parte del día a los demás: personas mayores, mujeres, inmigrantes, niños, jóvenes… Todos tienen cabida en su agenda. La pasión por lo que hace le ocupa todo el tiempo. “Pasé de tener familia a quedarme sola -explica-, pero gracias al trabajo la soledad desaparece”. Por todo ello, Pilar (le gusta que le tuteen) es una gran defensora del envejecimiento activo. “No es la primera vez que viajo a Madrid en mi coche por la mañana y vuelvo por la tarde”, cuenta con orgullo.
No, no se trata de eso. La red de servicios sociales, al menos en Galicia, está bien, así que no queremos suplirla sino complementarla. Nosotros vamos a sumar. Elegimos abrir nuestros locales en un barrio alejado del centro porque en él no existía ningún centro sociocultural y, además, carecía de otros servicios, como bancos, supermercados o colegios.
“Las personas mayores son un ejemplo, tienen una fuerza de voluntad tremenda”
Por supuesto. Al comienzo organizamos cursos para personas mayores de 55 años y venían todas muy animadas. Todavía hoy les gusta mucho aprender a usar las nuevas tecnologías porque así pueden hablar el mismo idioma que sus hijos o nietos. Incluso acudió a los cursos una monja que tenía 80 años y había trabajado durante mucho tiempo como misionera. Todos ellos son un ejemplo, porque tienen una fuerza de voluntad tremenda.
Hay de todo. Es verdad que hay personas que, cuando se jubilan, se sienten perdidas y no saben qué hacer, pero nosotros les enseñamos a no quedarse en casa porque eso es tristísimo. En el centro tenemos muchísimas charlas con médicos que les ayudan a preparar la jubilación y a mejorar la calidad de vida y la alimentación. Yo misma no podría pasar sin tener algo en que ocupar el tiempo. Pasé de tener una familia a no tener a nadie, pero gracias al trabajo la soledad desaparece. Por eso, sé que lo peor es quedarse en casa encerrada.
No siempre, pero en general todas las personas jubiladas son personas muy válidas. Nosotros, al menos, contamos con unas 20 personas mayores voluntarias que son muy válidas.
“No hay que dar de lado a las personas mayores, sino acostumbrarse a convivir con ellas”
Creo que sí. Puede que antes no se las valorase suficiente, pero hoy en día son conscientes de su valía. La gente joven ve que las personas mayores pueden hacer las mismas cosas que ellos, casi con la misma rapidez, e incluso empiezan a comprender que también pueden enamorarse. En realidad, con la jubilación temprana se está perdiendo a muchos cerebros que podrían, por su experiencia y su sabiduría, ocupar cátedras. No obstante, me da la impresión de que la jubilación se irá alargando cada vez más porque también la esperanza de vida se va alargando. No hay que dar de lado a las personas mayores, sino acostumbrarse a convivir con ellas. Además, hay que ver qué bien les vienen los abuelos a los hijos. Tienen un papel magnifico ayudando a los nietos y hay que devolvérselo, por ejemplo, con programas de ayuda a domicilio.
Yo, al menos, es lo que quiero para mi gente. En este asunto tengo bastante experiencia y opino que envejecer en casa es un modo maravilloso de envejecer. La tendencia actual lleva a construir “macroresidencias” demasiado grandes e impersonales. En todo caso, no veo mal las residencias pequeñas, que se construyen en los pueblos y permiten a las personas permanecer en su lugar de origen, con los amigos de toda la vida.
“Envejecer en casa es un modo maravilloso de envejecer”
Efectivamente, el control es muy necesario. Cuanta más vigilancia haya, mejor se harán las cosas. Es bueno que haya muchos inspectores, porque así ven lo que se hace y pueden juzgar mejor. Aunque insisto, siempre que se pueda, lo mejor es permanecer en el entorno.
Sí, de hecho es frecuente entre las personas mayores. Vivir en soledad crea angustia. Sobre todo, si se ha tenido antes una familia. Yo, por ejemplo, me moriría si no tuviera el trabajo que tengo, porque las horas que paso fuera de casa estoy felicísima. Es muy necesario que las asociaciones, los vecinos, se preocupen de estas personas. En nuestro caso, cuando nos hablan de alguien que está solo, enseguida acude un voluntario a comprobar cómo se encuentra, le llamamos por si necesita algo y le animamos a acudir al centro.
“El hombre cuando vive solo se aísla más y lo pasa peor que la mujer”
Es cierto que, normalmente, la mujer vive siete años más que el hombre, pero también es verdad que está más acostumbrada a valerse por sí misma en casa. En este sentido, me preocupan más los hombres que viven solos y que suelen acabar marchándose con los hijos o a una residencia. El hombre cuando vive solo se aísla más y lo pasa peor.
Sí, hay mucha variedad. Parece que sólo se organizan viajes para las personas mayores, pero no es así. Además, los viajes que se hacen son buenos y vienen muy bien para movilizar a las personas. Quien viaja se relaciona con gente, queda para tomar algo o sale a bailar, mientras que si se queda en casa y un día llueve, no sale a la calle. Las excursiones son lo mejor. Además, cuando viajan, los mayores se apuntan a todos los saraos y esto tiene un efecto muy positivo en su estado de ánimo, como ocurre con las actividades de gimnasia.