Calma, serenidad y seguridad. Estas son las tres premisas que la Asociación de Ayuda en Carretera DYA recomienda a la hora de auxiliar en un accidente de carretera. En sus casi 40 años de experiencia sobre el asfalto, ha establecido unas sencillas pautas de actuación:
–Estacionar nuestro vehículo iluminado fuera de la calzada y rebasado, si es posible, el lugar del accidente.
–Señalizarlo con los triángulos en ambos sentidos de la circulación (excepto en autovías o autopistas) situándolos a una distancia suficiente.
–Inmovilizar los vehículos accidentados parando el motor, accionando el freno de mano e introduciendo una velocidad.
–Si hay víctimas, avisar a los servicios de urgencias. Hay que facilitar el lugar exacto del accidente, el número de víctimas y los síntomas de la gravedad de sus heridas.
–Suprimir todo elemento que pueda oprimir y agravar las lesiones. En el caso de motoristas, como norma general, nunca se debe retirar el casco.
–No se debe mover a los heridos, ya que podríamos agravar posibles lesiones no visibles. Esta norma sólo tiene dos excepciones, cuando el vehículo se ha incendiado o cuando se encuentra a punto de caer al agua. En estos casos hay que ser muy cuidadoso y extraer a la víctima movilizándola como si fuera un «paquete rígido», evitando doblar o tirar de ninguna parte de su anatomía. Se recomienda, a ser posible, un mínimo de cuatro personas para mover a un adulto.
–La denegación de auxilio constituye un delito. Pero esto no quiere decir que estemos obligados a una ayuda peligrosa o una intervención precipitada y ciega.
–Nunca parar a curiosear. Si un accidente está siendo atendido y no podemos aportar más ayuda, lo más recomendable es seguir nuestro camino. Cuando no tenemos función que desempeñar, lo único que podemos conseguir es obstaculizar y crear peligro.
La Cruz Roja, la DYA y otras instituciones imparten cursillos de primeros auxilios en carretera. Las pocas horas invertidas en esta formación básica estarán bien recompensadas si un día nos encontramos ante un accidente.