Si Ernest Hemingway hubiera nacido 30 años más tarde y en España, se habría llamado Enrique Meneses. Tal es el calado aventurero que ha tenido este periodista y fotógrafo madrileño, testigo legendario de algunos de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Educado en el París de la II Guerra Mundial, trabajó muchos años para las revistas Paris Match y Life, un empleo que le permitió ser el primer reportero que subió a la Sierra Maestra y compartió durante cuatro meses las andanzas de Fidel Castro. Pero su carrera va mucho más allá de este hito. Abarca entrevistas a Martin Luther King, al presidente egipcio Nasser o al Sha de Persia. También ha dirigido numerosos medios, tanto españoles como internacionales. A punto de cumplir 80 años, Meneses colabora cada semana con el diario Público, mantiene al día su blog y su cuenta de Twitter, y guarda fotografías impagables en Flickr. Asegura que las nuevas tecnologías no han supuesto ningún trauma para él y que el periodismo de hoy se descompone con rapidez por culpa de la molicie de los propios profesionales. Para Meneses, que ha titulado su autobiografía “Hasta aquí hemos llegado” (Ediciones del Viento), el periodismo ciudadano es una cantera de futuros valores.
Desde la pluma y el bolígrafo hasta hoy, con Twitter, he usado de todo. Las tecnologías han sido cada vez más especializadas. La máquina de escribir ya debió de ser un súper avance en el periodismo, equivalente al uso del ordenador para muchos de nosotros en su momento y a la llegada del blog para otros tantos. Estoy convencido de que la tecnología siempre ha jugado en nuestro favor, y hoy en día más que nunca. Ahoras, al día de las últimas tecnologías estoy gracias a mi profesora, la periodista Rosa Jiménez Cano
“Estoy convencido de que la tecnología siempre ha jugado en favor del periodista, y hoy en día más que nunca”
Ése es un tema más complejo de lo que aparenta porque intervienen muchos factores. Por un lado, hay una confluencia de una crisis financiera mundial y de consumo, con otra del modelo de negocio. Esta segunda se refiere, sobre todo, a cómo enfocar los nuevos soportes virtuales, a cómo adaptar el periodismo tradicional al nuevo medio digital, tanto en contenidos como en los anunciantes, que son el sustento natural de los periódicos. Pero además hay un tercer factor, que es sociológico: hoy en día los periodistas viven demasiado acomodados, demasiado pendientes de las hipotecas, las letras del coche y la rentabilización inmediata de su trabajo. Con esta mentalidad es difícil que haya buenos reporteros que se muevan por el mundo. Muchos profesionales prefieren quedarse en la redacción a la espera de que les llegue la noticia por Internet o por televisión. El resultado es que el periodismo se deteriora a marchas forzadas.
“Hoy en día los periodistas viven demasiado pendientes de las hipotecas”
No, en absoluto. Es auténtico periodismo. Será mejor o peor, pero el periodismo ciudadano es una invitación a la reflexión por parte de los profesionales. Si un ciudadano consigue una fotografía de un instante noticiable, o de algo denunciable, añade un texto y la publica en su blog o en Twitter, ¿qué hacemos mal nosotros, que somos quienes deberíamos haber estado ahí? No debemos quedarnos en la silla de la redacción frente al ordenador, a la espera de que llegue la noticia, porque resulta que quien se ha comportado como un periodista ha sido el ciudadano, no el profesional.
“En el periodismo ciudadano resulta que quien se comporta como un periodista es el ciudadano, no el profesional”
Hay que animar el periodismo ciudadano, aplaudirlo, porque significa para el periodismo del futuro lo mismo que Orantes o Santana significaron para el tenis. España es ahora la primera potencia mundial en tenis porque muchos jóvenes imitaron a Orantes y a Santana, que empezaron de recogepelotas. Lo mismo ocurre con la cantera del Barça; no les dicen a los niños que nunca deben intentar ser como Kaká, sino todo lo contrario: si lo intentan, pueden lograrlo.
Si se cuenta la noticia a distancia, entonces se carece de criterio. El criterio por sí sólo no sirve de nada, hay que ir hasta la fuente del suceso. Por eso dejé de limitarme sólo a escribir y me hice también fotoperiodista: porque era la manera de obligarme a ir hasta la noticia. Mientras yo, como director de A Toda Plana, mandé a Miguel de la Quadra a la guerra del Congo en 1965 a pie de trinchera, un conocido periodista, que luego ha dirigido mucho tiempo un periódico de primera línea, escribía sus crónicas desde su hotel en Leopoldville, a unos 2.000 km del frente donde sí estaba Miguel. ¿Quién era más veraz?
“Me hice fotoperiodista porque era la manera de obligarme a ir hasta la noticia”No estoy de acuerdo. Yo mismo uso varias herramientas tecnológicas: tengo mi blog, mi Twitter, mis fotos en Flickr y comparto con varios periodistas el canal multimedia Enredados, con el que estamos en Youtube y en Facebook. Y soy el mismo profesional y pienso igual, aunque los años ya no me dejen salir como antes, pero admiro a David Beriain, que se va a Afganistán a entrevistar a los talibanes, o que emitió por Internet sus reportajes sobre la guerrilla colombiana. La tecnología facilita el trabajo, concede una inmensa libertad, pero no redime de ir a por la noticia. Y si no vas tú, otro irá; ya sea a la selva o a la plaza que está cerca de casa.
En absoluto. Con el fotoperiodismo pasa lo mismo que con el resto del periodismo: hay que ir a por la noticia porque si no se va, alguien con más ganas y con una cámara irá y sacará la foto. Hoy los fotoperiodistas tienen más armas que nunca, más instrumentos para valerse por si solos, para promocionarse. Yo me he cambiado de agencia de prensa hace poco porque alguien entró en mi página de Flickr y vio mis fotos en la Sierra Maestra con Fidel, Raúl y el Che, y me ofrecieron un contrato mejor. Ahora bien, primero tuve que poner las fotos en Flickr.
“La tecnología facilita el trabajo, da una inmensa libertad, pero no redime de ir a por la noticia”
Es obvio que debemos decir adiós a las redacciones tal como las hemos conocido, entre otras cosas, porque la tecnología permite trabajar desde casa, pero también porque el periodista del futuro tendrá que ser “freelance”, autónomo, para vender su trabajo lejos de los intereses de los grandes medios o del poder, que quieren guiar hacia su lado. Cuando me encontré con el Che Guevara en El Cairo, él ya era ministro y le pregunté por Fidel; me respondió que estaba muy enfadado conmigo. Lo estaba porque después de pasarme cuatro meses con los suyos en la Sierra Maestra, después de escribir con profusión sobre ellos, Castro no entendía que yo entrevistara en Miami a los supervivientes del intento de invasión de Bahía de Cochinos. Pero la obligación del periodista es ser imparcial, independiente.
“Hace no tantos años tendrías que haber empezado por construir el edificio antes de fundar el periódico; ahora basta con cuatro ordenadores conectados a Internet”La tecnología ya nos permite esta independencia laboral; hoy ya hay periódicos de barrio en Madrid elaborados por unos pocos periodistas y con los medios justos. Esto, que me parece una grandísima idea porque se llevarán a la larga toda la publicidad del barrio, antes hubiera sido imposible. Hace no tantos años tendrías que haber empezado por construir el edificio o, como mínimo, por acondicionar el local. Ahora basta con unos cuantos ordenadores y una conexión ADSL.
Fue gradual, casi diría que natural. Me he formado en el extranjero, en medios donde los avances eran algo natural, mientras que en España primaba el atraso tecnológico. He pasado por las tarjetas agujereadas, por los ordenadores Amstrat cuando tenía oficina en Londres, enfrente de la redacción del Times, con la revista “The Adventurers”… Luego he utilizado las distintas herramientas conforme me han venido bien, porque en el mundo anglosajón las nuevas tecnologías siempre se han visto con entusiasmo. Para mí Internet no supuso una gran revelación, sino una consecuencia natural de un proceso que llevaba muchos años en marcha y que yo he vivido de cerca.